Doreen Stabinsky: “El compromiso de alcanzar cero emisiones netas es un gran castillo en el aire que se derrumbará”
Doreen Stabinsky (Flemington, New Jersey, 60 años) dedica “sus días y sus noches” a estudiar el impacto del cambio climático en los humanos y en los ecosistemas. Hace dos años, a esta investigadora formada en genética, economía, agricultura y política le llamó la atención que cada vez más empresas y gobiernos anunciaran el objetivo de alcanzar “cero emisiones netas”. La idea que recoge es en apariencia sencilla: lograr que el número de emisiones liberadas en la atmósfera sea igual al número de emisiones que se retiran de ella, consiguiendo, por lo tanto, un balance igual a cero. Sin embargo, en un estudio publicado por ella y otros investigadores en 2021, concluyen que estos planes son pura propaganda de aquellos que en realidad quieren seguir emitiendo.
Cada día escuchamos o leemos que una empresa ha publicado sus nuevos planes de cero neto para neutralizar sus emisiones. ¿Qué significa esto?
Hace tan solo tres años apenas se hablaba de cero neto y ahora se ha convertido en un nuevo concepto que aparece en todos lados. Pero el concepto confunde más que revela. Se usa para ocultar la falta de acción porque legitima la idea de que podemos seguir emitiendo dióxido de carbono puesto que podremos extraerlo después. Es una invención del mundo de las políticas que forma parte del discurso de quienes desean seguir emitiendo. Consigue que el camino hacia las emisiones cero, que es el verdadero objetivo, resulte menos desafiante.
En su opinión, ¿cuáles son los mayores problemas de esta idea?
El mayor problema es que hay mucho interés en la parte de neto y poco en el cero. Para que no se produzca una subida de la temperatura mayor de 1,5ºC tenemos que reducir nuestras emisiones de carbono hasta llegar lo más próximo a cero. Pero la idea del cero neto sugiere que podemos seguir emitiendo dióxido de carbono en la atmósfera si luego logramos extraerlo. Acepta que podemos equilibrar lo que liberamos allí arriba con lo que extraemos. La pregunta crítica es: ¿cuánto realmente estamos emitiendo y cuánto podremos quitar? Aquí es donde la idea del cero neto se convierte en un concepto imaginario: promueve la idea de que no tienes que preocuparte de lo que se está emitiendo en la atmósfera porque algún día en el futuro lo podrás retirar.
¿Por eso dice que es el nuevo “negacionismo climático”?
Exactamente. Es negacionismo climático porque elimina la idea de responsabilidad. Uno puede pensar que si planta árboles ya ha cumplido con su compromiso contra el cambio climático. Pero se usa para ocultar la inacción. Si las compañías que lo reclaman siguen con su negocio funcionando como siempre, eso significa que están negando el cambio climático. Cuando veo a Shell, Exxon o Chevron pretendiendo ser maravillosos actores porque adoptan los objetivos de cero neto para 2050 veo un absoluto greenwashing.
¿Qué creen que están ocultando?
No hay razones para pensar que podemos seguir emitiendo CO2 las próximas décadas y que la retirada de carbono en la segunda mitad del siglo nos ayudará a mantenernos por debajo de esos 1,5 ºC de calentamiento global. Sí, al final alcanzaremos una situación de cero neto y neutralidad de carbono, pero una vez que tengamos 2ºC ó 2,5ºC más en el planeta.
¿Cómo se espera que eliminemos el CO2 que hemos acumulado hasta entonces de la atmósfera?
Hay dos maneras de capturar el dióxido de carbono en la atmósfera. Por un lado, a través de procesos naturales como los que realizan los árboles al absorber carbono o los que llevan a cabo los microorganismos al fijarlo al suelo. Por otro, mediante procesos de ingeniería como la bioenergía con captura y almacenamiento de carbono o como la captura directa del aire. De momento, la captura directa es posible solo a escala limitada y tiene grandes costes económicos y energéticos. Digamos que está en un estado piloto.
La bioenergía con captura y almacenamiento de carbono se basa en la idea de plantar árboles para luego quemarlos y capturar el CO2 licuado para enterrarlo bajo tierra. Uno puede imaginarse la cantidad de bosques y suelos que necesitaría usarse para este fin; algo así como el doble del área de la India. Es casi un mundo de fantasía. Pero estas dos tecnologías se incluyen en algunos modelos climáticos, sin que quienes los elaboran piensen en si en realidad será posible.
Entonces, ¿en qué consisten exactamente los planes de cero neto de las empresas?
Los planes de cero neto de las compañías son vagos y carecen de detalles. Asumen que dispondrán de los ecosistemas naturales de varios planetas para eliminar el dióxido de carbono. Empresas como las petroleras están proclamando planes de cero emisiones netas a la vez que planean incrementar la producción de combustibles fósiles porque cuentan con esos ecosistemas. Pero ignoran el problema del tiempo. Además, no tenemos suficiente tierra para plantar todos esos billones y billones de árboles que la gente imagina. Son actores muy poderosos que tienen grandes cantidades de dinero para invertir en árboles y bosques, y así dar una imagen verde, pero esto también tiene consecuencias.
¿Me podría explicar cuáles?
Tendrá grandes repercusiones entre los pequeños agricultores, los pueblos indígenas y las personas que subsisten de sus tierras, ya que su suelo tendrá mucho más valor como sumidero de carbono para los países más ricos. Los pequeños agricultores tendrán que moverse a otro lugar. Cuando tienes estos actores poderosos buscando tierra para poder seguir con sus emisiones, provocas una amenaza de desplazamiento. Muchas personas ya han tenido que trasladarse por los proyectos de carbono. También se plantan nuevos bosques que han sustituido a los antiguos porque los bosques no secuestran la misma cantidad de carbono al final de sus vidas que al principio. Pero si quieres tener un documento que justifique que has plantado un cierto número de árboles que absorben tal cantidad de carbono, todo esto funciona.
Para algunos economistas, los mercados de carbono, donde las empresas compran o venden sus derechos de emisión de CO2, podrían tener un efecto disuasorio al poner precio a las emisiones. ¿No hay ninguna manera de que los mercados de carbono puedan ser útiles?
Creo que el principio de los mercados de carbono es problemático. Si uno coge un determinado sector y establece un mercado dentro de ese sector, junto con un límite para ir reduciendo emisiones, no hay ningún inconveniente. El problema surge cuando miras hacia el exterior, cuando haces estas compensaciones de forma externa. En ese caso, las compensaciones definitivamente no funcionan. El concepto es erróneo intrínsecamente porque al final compensar significa eximir de lo que uno debe hacer. Hay un desequilibrio de poder en este espacio porque los que compran estas compensaciones siempre tendrán dinero para salir de estas obligaciones si les das la opción. Ahora mismo necesitamos aumentar el secuestro de dióxido de carbono y reducir sus emisiones al mismo tiempo. Pero el mercado es peligroso y problemático porque no nos permite abordar los dos retos.
¿Cómo se podría entonces combinar estos dos objetivos?
El Estado debe involucrarse imponiendo reducciones de emisiones, pero también movilizando inversión en la captura de carbono y en la transformación. Es peligroso centrarse solo en el mercado de compensaciones para mejorar la reducción de emisiones de CO2. El gran reto al que nos enfrentamos es la transformación de nuestros sistemas. Necesitamos transformar nuestro modelo energético para alejarnos de los combustibles fósiles, tenemos que electrificar nuestro sistema de transporte y debemos modificar nuestras infraestructuras y mejorar los aislamientos de nuestras viviendas. Eso requiere inversiones astronómicas y sistémicas. Si el mercado se centra solo en esos actores individuales comerciando créditos, ¿de dónde provendrán esas grandes cantidades de dinero?
Ustedes proponen un nuevo concepto: el “cero real”. ¿Puede explicárnoslo?
La idea de “cero real” es mantener el foco en el cero en vez de en el neto. No se trata de ignorar el hecho de que los ecosistemas naturales son sumideros de carbono y de que hay que invertir en ellos, sino de recolocar los retos sobre el cero. En definitiva, pensar en qué se necesita para acabar con la venta y el consumo de combustibles fósiles. Es mirar de una manera diferente en la que no quepa esa idea de lo neto, dejando de pensar que tenemos esa posibilidad de captura de carbono que nos permite despreocuparnos de alcanzar las emisiones cero y de dejar de acumular CO2 en la atmósfera.
En su trabajo, ¿cómo pasaron de analizar los mercados de carbono a hacerlo con las promesas de cero emisiones netas?
Me empecé a preocupar por el concepto de cero neto en 2020. Empecé a trabajar con algunos colegas sobre los mercados de carbono, sin tener una idea clara de lo que hablaríamos y, de repente, todas las piezas empezaron a cobrar sentido. En el informe hemos atado cabos. Enseguida se vio que la idea del cero neto era una manera de potenciar los mercados de carbono. Los mercados voluntarios de emisiones de carbono se incrementarán por la demanda de los objetivos de cero neto. Pero necesitamos señalar qué efectos tendrá este modelo en la naturaleza y en los modos de vida de las personas, especialmente en los países del sur.
En su opinión, ¿qué valor tienen entonces estos planes?
Si una compañía o un Gobierno anuncia su compromiso con el cero neto, los activistas tienen algo tangible que pueden usar para evaluar la compañía. Pero el concepto de cero neto, en realidad, es una herramienta de los que tienen poder y quieren imponer compromisos vagos e insignificantes. Tiene un valor propagandístico muy grande. Construye un gran castillo en el aire que se derrumbará, pues está sustentado en capturas de carbono imaginarias. El peligro es que muchas personas lo creerán y pensarán que se puede seguir quemando combustibles fósiles.
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