Los fabricantes de coches se enfrentan en 2020 a multas millonarias si superan los nuevos límites de emisiones
El año 2020 ha empezado con una contradicción que podría costar a la industria automovilística europea millones de euros en multas. Mientras las emisiones de CO de los coches nuevos en Europa suben en vez de bajar –a falta de los datos de 2019–, la nueva regulación obliga a los fabricantes desde el 1 de enero a reducirlas de forma drástica.
Hasta ahora, la ley que fijaba las emisiones de los autos nuevos establecía un límite de 130 gramos de CO de media por kilómetro recorrido para toda la flota (no para cada vehículo). En 2018, las emisiones subieron por segundo año consecutivo y se situaron en 120,4 gramos por kilómetro, según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente.
La principal causa del aumento es el creciente ritmo de ventas de todoterrenos urbanos, conocidos como SUV, los cuales, al ser mucho más pesados que los vehículos convencionales, queman más combustible y por lo tanto emiten más CO. Sin embargo, este año los fabricantes ya no podrán superar los 95 gramos de dióxido de carbono por kilómetro, lo cual enfrenta a la industria a multas millonarias, pues la normativa establece el pago de 95 euros por cada gramo por kilómetro que exceda la media.
Aunque este límite varía según el peso de la flota de cada fabricante, y por lo tanto no es el mismo para todas las compañías, el 95% de la flota europea deberá ajustarse a este tope durante 2020. Y la cosa se pone aún más exigente en 2021, pues ese año toda la flota europea, sin excepción, deberá emitir por debajo de este techo.
La consultora británica Jato, especializada en el sector de la automoción, cifra en 33.600 millones de euros las multas a las que se enfrenta la industria en Europa. “La situación es bastante desconcertante”, explicaba esta firma en su nota de análisis publicada a principios de 2019. “Cuando se observa los fabricantes que operan en Europa, excepto los más pequeños, solo cuatro de 18 experimentaron una mejora respecto al año pasado [en referencia a 2018]”. Por compañías, la más expuesta a las sanciones en Europa es Volkswagen, según las cifras de Jato, con 9.190 millones de euros.
“Para nosotros, la nueva ley significa asegurar la entrada de más coches eléctricos en el mercado, pues los constructores solo podrán respetar la nueva regulación si incluyen autos de cero emisiones en sus flotas”, explica por su parte desde Bruselas Julia Poliscanova, directora de Movilidad Limpia de la organización Transport and Environment.
En opinión de esta investigadora, invertir en coches de cero emisiones es ahora indispensable porque los fabricantes no han hecho lo suficiente en estos años para asegurar flotas más eficientes, aunque quemaran combustibles fósiles. “El coche eléctrico no era el único camino. Aunque no supusiera un objetivo climático, los límites se podrían haber respetado con otro tipo de vehículo, pero hoy tenemos emisiones tan altas por el engaño de los fabricantes en sus emisiones y porque estos han elegido el camino de ganar más dinero vendiendo SUV, que producen mucho más CO. Así es imposible”.
Según la consultora Jato, además del aumento de ventas de todoterrenos urbanos –uno de cada tres vehículos nuevos en Europa es uno de estos SUV–, el aumento de emisiones se debe a la caída drástica de las ventas de coches diésel, cuya tecnología se considera menos nociva para el cambio climático que la gasolina porque, aunque suelta partículas dañinas para la salud, emite menos CO.
Sin embargo, según los últimos datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente, las emisiones de CO de los coches diésel están ya muy igualadas a los autos de gasolina: 121,5 gramos de CO por kilómetro frente a 123,4 gramos, respectivamente. En su último informe, publicado a mediados de 2019, este organismo concluía: “La diferencia de 1,9 gramos fue en 2018 la más baja observada en los últimos cinco años”.
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