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El pueblo en el que los vecinos ahorran en la factura de la luz gracias al autoconsumo colectivo

Instalación fotovoltaica en régimen de autoconsumo colectivo en El Realengo (Crevillente, Alicante).

Sara Acosta

El Realengo (Crevillente, Alicante) —

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Es día de noviembre con solazo en El Realengo. En esta pedanía de 300 habitantes del municipio de Crevillente (Alicante), los vecinos tienen descuento en la factura de la luz solo por estar a medio kilómetro de una instalación fotovoltaica. Cuanto más sol, mayor es la cantidad de energía que generan los 300 paneles instalados sobre una marquesina gigante situada a la entrada del pueblo. “Es genial, es limpio, aunque mi marido dice que de todas formas la electricidad está carísima”, comenta Luisa, que dejó la ciudad para venirse a este lugar mínimo, mientras señala las placas. “Mira, también tenemos dos aparcamientos para recargar coches eléctricos”.

Esta pedanía ha sido pionera. Aquí empezó a funcionar en septiembre de 2021 una de las primeras comunidades energéticas del país, en un proyecto piloto financiado por la Unión Europea, avalado por el IDAE y promovido por la cooperativa Enercoop. La idea era buscar un modelo económico que desarrollara las renovables haciendo más partícipe a la gente. Sería mediante autoconsumo colectivo, es decir, convertir a los habitantes de este pueblecito en productores de electricidad renovable, la cual generarían desde una instalación comunitaria, y de cuyos ahorros podrían beneficiarse por estar situada a menos de 500 metros de sus casas. Esa distancia es la que permitía la ley en ese momento, ahora, el Gobierno ha anunciado que la aumentará a 2.000 metros.

“El problema es que la transición energética está siendo muy asimétrica, hay una barrera económica evidente; o tienes 8.000 euros para poner placas solares en una casa individual, o si optas por hacerlo en una comunidad de vecinos tienes que convencer a mucha gente; la comunidad energética busca modelos económicos para todos, también para los consumidores vulnerables que no pueden pagar”, comenta Joaquín Mas, director general de Enercoop.

En este caso, se trata de un modelo de reparto solidario, que aplica diferentes coeficientes de participación según el consumo de cada hogar. No es lo mismo quien pasa todo el día en casa que quien están todo el día fuera.

El municipio de Crevillente era un buen lugar donde poner a prueba este sistema, al tener algo distinto de la mayoría: la distribución de electricidad depende solo de esta cooperativa local, de la que prácticamente todos los habitantes son socios. Estamos hablando de 30.000 personas. “La cooperativa nació en 1925 por la necesidad de electrificar la industria textil; Crevillente era uno de los principales fabricantes de alfombras; a las compañías eléctricas no les interesaba este lugar, así que los empresarios la promovieron”, explica Mas.

Fina, también vecina de El Realengo, es otra de las personas que se beneficia de este proyecto, es socia de la cooperativa y por lo tanto puede descontarse en su factura parte del excedente producido por la instalación solar del pueblo. Está contenta, pero dice que el año pasado se notaba más. “A lo mejor ahorras 20 o 30 euros, pero es que está muy caro”. Y aquí entra el problemón energético que ha traído la invasión de Rusia en Ucrania. “Con esta situación nos hemos dado cuenta de nuestra vulnerabilidad, introducir la producción de energía a escala de ciudad nos hace menos vulnerables. Europa no es viable sin energía y la única vía son las renovables, las tenemos en cantidad suficiente”, dice con convicción Joaquín Mas de Enercoop.

“Con la invasión de Rusia en Ucrania nos hemos dado cuenta de nuestra vulnerabilidad; la producción de energía a escala de ciudad nos hace menos vulnerables, la única vía son las renovables, las tenemos en cantidad suficiente

Joaquín Mas, director general de la cooperativa Enercoop

En general hace tanto calor en El Realengo que la conserje del ayuntamiento, que prefiere no dar su nombre, tiene en su casa dos aparatos de aire acondicionado. Así que ella apenas nota el ahorro, pero también opina que la instalación ayuda. “Y estoy muy contenta con la cooperativa, te trata muy bien, si no pagas un mes pues te espera, pero con Iberdrola uy, te cortan la luz como no pagues”.

El cálculo que hace la cooperativa es que 65 familias ahorran entre un 15% y un 20% en el recibo y que la instalación cubre más o menos el 50% del consumo. El resto lo compra a la red.

La instalación de El Realengo ha sido el primer paso, pero el objetivo es convertir todo el municipio de Crevillente en una comunidad energética, usando las cubiertas de edificios públicos y también privados. La cooperativa aspira a utilizar 21 espacios; por el momento ha ocupado cuatro en el casco urbano: el campo de fútbol, el centro de personas mayores, el polideportivo y el centro de Semana Santa. Las primeras facturas tendrán descuento a partir de 2023 y solo con estos puntos de producción se alcanza a 900 personas que vivan en un radio de 500 metros, pues el cambio a 1.000 metros y el anuncio de ampliar la distancia a 2.000 metros ha sido posterior a toda la tramitación. “Aumentar la distancia claro que ayuda, es multiplicar el número de consumidores que pueden beneficiarse. Lo idóneo sería pasar de 500 a 5.000”, matiza Mas.

Pero solo con las cubiertas de los edificios no será suficiente, incide este directivo. Por eso se va a desarrollar una planta fotovoltaica pegada al municipio. No funcionará en régimen de autoconsumo colectivo, pues estará más lejos de dos kilómetros, pero inyectará más electricidad de origen renovable en la red. “Será una energía producida de forma muy cercana, lo cual también es un beneficio”.

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