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Barbijaputa es el seudónimo de la articulista que encontrarás bajo estas líneas. Si decides seguir leyendo darás con artículos y podcasts sobre el único feminismo sensato que existe: el radical.

Trolls de los siglos XVIII y XIX

Barbijaputa

El lunes escribí un artículo donde hablé de una de las mofas del machirulado ilustrado hacia las feministas:

Ya en 1792, cuando Mary Wollstonecraft escribió su "Vindicación de los derechos de la mujer", el machirulado ilustrado no solo se mofó de ella por plantear que las mujeres, como los hombres, tenían derecho a la educación, sino que escribieron (escribió, concretamente, Thomas Taylor) una sátira como respuesta, llamada "Vindicación de los derechos de las bestias". En su línea de pensamiento, si las mujeres debían tener derechos, ¿por qué no los animales?

Hoy os traigo, amigas, un compendio del very very best del machirulado con el que se topó la primera y la segunda ola del feminismo. Para que, quien no lo conozca en profundidad, sepa cómo fue el machista medio, intelectual o no, y constate que no ha variado absolutamente nada con respecto al actual: y tanto sus chistes, mofas, viñetas y hasta memes de hoy son una copia de las prácticas de entonces. Incluso sin estos haber conocido qué decían aquellos.

Es imposible no empezar por el filósofo Jean-Jacques Rousseau, figura vital de la Ilustración que sigue enamorando a muchos políticos de izquierdas de hoy. Rousseau fue de uno de los machistas más recalcitrantes con los que se toparon las feministas francesas de la primera ola. Esta parte de su pensamiento no nos la enseñaron en el colegio ni en el instituto, porque al final a los hombres se le mide por sus éxitos, no por sus meteduras de pata o sus prejuicios. La parte negativa en ellos siempre está justificada, ya sea diciendo que son “hijos de su tiempo” o directamente invisibilizándolas y aquí no ha pasado nada.

Una de sus reflexiones machistas (que luego usaron muchos más usándolo como argumento de autoridad porque fue el gran Rousseau quien la pensó) fue que niñas y niños debían educarse por separado, ya que las mujeres estaban para hacer más fácil la vida de los hombres, y para nada más. Basado en eso, tanto él como sus sucesores se opusieron a que las mujeres tuvieran derechos. Con la declaración del Hombre y del Ciudadano, las francesas que habían estado en las marchas de Versalles codo a codo con sus compañeros levantando la Revolución, se encontraron con que, a pesar de la Declaración, estaba escrita en un aparente masculino genérico, no las incluía a ellas. Los derechos escritos por hombres se referían únicamente a los hombres. No era masculino genérico, era simplemente masculino.

La excusa de ser “hijos de su tiempo” se usa para los ilustrados de la misma forma que se usa para los machistas de hoy, pero no se sostiene si pensamos en esos otro autores y filósofos que sí se posicionaron con las feministas de la primera ola, como el feminista John Stuart Mill, con una amplia obra donde reflexiona sobre la tomadura de pelo que es negarse a la independencia de las mujeres, y donde denuncia constantemente el talante machista de sus congéneres.

Todo machista es susceptible aún hoy de ser excusado con lo de ser “hijo de su tiempo”. Pues, a ver, señores, ya en el siglo XVIII le daban ustedes vergüenza a los de su propio sexo.

Pero sigamos. Los memes machistas de hoy. Esos dibujos, gráficas, incluso gifs que muestran a las feministas como seres violentos, cuyos cuerpos no encajan para nada en la normatividad patriarcal. Nada nuevo con respecto a las viñetas de la época de las sufragistas.

Aquí sólo una muestra de los resultados que arroja Google al buscar “peace at last + suffragists”. Paz al fin. Donde se representa a supuestas sufragistas amordazadas, con las lenguas apuntaladas y clavadas a estacas. Esto es lo que publicaban los viñetistas de la época. Lo que harían con ellas, vamos. De hecho, hubo otra moda, directamente se llamaba así “Lo que yo haría con las sufragistas”:

Así eran vistas las defensoras del voto femenino por el machirulado de la época. El machirulo de hoy, que se cree muy diferente al de antaño y repite eso de “las feministas de antes sí que peleaban por cosas importantes”, es el mismo que antes reía las gracias a esas viñetas. El machista medio actual no ve a las feministas de diferente forma a entonces. Y sus memes y dibujos son exactamente iguales, vean estas dos ilustraciones, con dos siglos de diferencia.

Las feministas somos personas con físicos no normativos que ponen en peligro a la familia tradicional, y hemos creado una guerra de sexos que incluye a las madres (con físicos sí normativos).

Pensadores, ilustradores, escritores, políticos machistas de la época, reverberan también en sus homólogos de hoy.

El filósofo Arthur Schopehauer defendía que “las mujeres son criaturas de ideas cortas y cabellos largos”. Napoleón y Mussolini, como buenos dictadores, no opinaban nada bueno de nosotras tampoco, al igual que los dictadores (o los dictadores wannabe) de nuestra era. Virginia Woolf dijo sobre ellos “Por eso, tanto Napoleón como Mussolini insisten tan marcadamente en la inferioridad de las mujeres, ya que si ellas no fueran inferiores, ellos cesarían de agrandarse”. Los textos de la época que menospreciaban a las mujeres, en ocasiones, son difícilmente distinguibles de lo que hoy en día escriben los afamados y aplaudidísimos literatos cipotudos.

Hay demasiadas similitudes entre entonces y ahora. Nos extenderíamos demasiado, pero no podía cerrar este artículo sin recordar Los Cuadernos de Quejas (su página en wikipedia es bastante completa) eran unos registros donde según qué ciudadano podía exponer una queja. Las mujeres aprovecharon para hacer sus reclamaciones tales como:

ser instruidas, poseer empleos, no para usurpar la autoridad de los hombres, sino para ser más estimadas; para que tengamos medios de vivir al amparo del infortunio (...). Os suplicamos, Señor, que establezcáis escuelas gratuitas en las que podamos aprender los principios de nuestra lengua, la religión y la moral (...) Pedimos salir de la ignorancia, dar a nuestros hijos una educación acabada y razonable para formar siervos dignos de serviros”.

Pues bien, entre los escritos de las mujeres, que se veían de nuevo excluidas tras la Revolución, colaban textos de machistas haciéndose pasar por mujeres, con parodias sobre sus reclamaciones. Exactamente igual pasa hoy en redes sociales, son incalculables las cuentas creadas en Twitter, Facebook, etc. que se hacen pasar por mujeres para hacer reclamaciones “feministas” absurdas, intentando que los despistados duden de la legitimidad del feminismo. Obviamente muchos quieren creer estas parodias y las viralizan.

No hay ninguna originalidad en los mensajes, los discursos ni las ilustraciones. Son copias y copias, pero en vez de a lápiz ahora se hacen con photoshop. En vez de manuscritos son textos digitales. En vez de panfletos en papel se lanzan bulos en whatsapp.

Y no. No son hijos de su tiempo, son simplemente eternos peterpanes, hijos sanos del patriarcado, misóginos felices de serlo. Pero como ya pasó en los siglos XVIII, XIX y XX, el feminismo les pasa por encima una y otra vez, y sigue avanzando y conquistando derechos, cuestionando la violencia socialmente aceptada y visibilizando las opresiones. Y realmente no importa que los de siempre no quieran verlo, la partida la estamos ganando de igual forma.

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