Barbijaputa es el seudónimo de la articulista que encontrarás bajo estas líneas. Si decides seguir leyendo darás con artículos y podcasts sobre el único feminismo sensato que existe: el radical.
Por qué la cadena perpetua no soluciona las violaciones y los feminicidios
Once minutos ha sido el tiempo que se ha dedicado a la violencia que sufrimos las mujeres por parte de los hombres, ya sea violencia económica, física, sexual, etc. Once minutos de las más de dos horas que duró el debate para el que, para más INRI, todos los partidos habían enviado a una mujer. Ni por esas se consigue darle relevancia política a un problema cuyas soluciones parten de la política misma.
Rocío Monasterio (Vox), como toda solución a esta lacra -que se cierne únicamente sobre las mujeres, el 51% de la población- propuso, como siempre cadena perpetua para -atención- “maltratadores”, “asesinos” y “violadores”. La parte de los maltratadores me ha sorprendido, han ampliado mucho el espectro de posibles condenados.
En Vox saben perfectamente que esto no es una solución a nada. Es punitivo y es vengativo, pero no arregla el problema. Lo saben pero hacen como si no, porque son conscientes de que defender las medidas que sí servirían no contentaría a su masa de votantes, misóginos y activos antifeministas. Y están encantados de darles a esta masa discursos vacíos de soluciones pero llenos de gasolina que aviven sus antorchas.
Por qué la cadena perpetua no soluciona ni el maltrato ni las violaciones ni los feminicidios.
Para empezar, y dejando a un lado lo inhumano del planteamiento, la prisión no previene la violencia contra las mujeres. Es una medida a posteriori. Una vez ya asesinadas, ya violadas. Decía Monasterio que ella quiere un país en el que no tener miedo de que a la salida del metro haya un violador. Pues bien, ese miedo seguiría ahí con su propuesta de cadena perpetua, ya que sólo después de violar se sacaría al agresor de la sociedad.
Los violadores no nacen violadores, llegan a serlo. Y si llegan a serlo es gracias al patriarcado, ese sistema que Vox no sólo no nombra, sino que niega que exista. Aunque llegase a condenarse a cadena perpetua a todos los violadores habidos o por haber, el patriarcado seguiría generándolos.
Si no se ataja el problema de raíz no hay solución posible para el machismo, que es el motor necesario para que los hombres usen y maten a las mujeres como si fueran de su propiedad. Negar, como hace Vox, que el machismo está detrás de la violencia contra las mujeres es dar tantos pasos atrás que asusta. Y asusta mucho. Pero las mujeres no hemos llegado hasta aquí para frenar en seco ante una mancha de reaccionarios misóginos que añoran los tiempos de los que aún no nos hemos repuesto. El feminismo ha venido para quedarse y seguir avanzando. Las “progres” creemos en el progreso, en caminar hacia el futuro, no en “conservar” lo que ya tenemos. Y si no hubiera existido ni existiese ese feminismo que tanto demonizan, Rocío Monasterio hubiera estado este jueves en su casa cuidando de sus hijos y pidiéndole permiso a su marido para abrirse una cuenta en el banco, en vez de hablando de política en televisión. Y es de ser muy ignorante, o muy despreciable, usar las victorias de la lucha de las mujeres para arrojar piedras sobre ellas.
¿Qué solución tiene entonces el machismo?
Si aceptamos que un violador no nace violador, sino que llega a serlo, la solución pasa por acabar con el sistema que les enseña que las mujeres somos ciudadanas de segunda, que somos de su propiedad (en el pasado lo fuimos, y se nos pasaban de padres a maridos como otro muebles más, gracias al feminismo en este país ya no es así).
Nadie dice que no haya que legislar contra la violencia machista, de hecho, el feminismo sale a la calle constantemente por este motivo. Hay que legislar, por ejemplo, para que las violaciones sean consideradas, siempre, agresiones violentas. Pero no hay que perder de vista el foco del problema: la educación. El machismo es un problema cultural, educacional, y como tal, hay que atajarlo desde donde nace. Este sistema maleduca a niños que luego serán hombres violadores, maltratadores y feminicidas. Ningún niño nace con un gen machista que les hace matar o violar cuando son mayores, al igual que nosotras. Si el problema es educacional, si la lacra está en lo cultural, que nos separa a hombres y mujeres con mensajes diferentes desde que nacemos, no hace falta ser Einstein para entender que la solución pasa por ahí mismo: la educación.
¿De qué nos serviría meter a diez hombres en la cárcel hasta su muerte si detrás de ellos vendrán veinte? En Vox saben que no serviría de nada. Y también saben que el miedo a la cárcel e incluso a la pena de muerte no disuade a un agresor, es algo que respaldan todos los estudios realizados en esta materia.
Y hay algo más. En el caso de que Vox consiguiera legislar algún día, no sólo pondría la pena de muerte, también legislaría contra las consecuciones del feminismo: como la Ley Integral de Violencia de Género, por ejemplo. Si no les gustó la sentencia de 'la manada', es fácil apostar a que legislarán de forma que algo así no pueda repetirse. Y es que debió ser un varapalo: una chica que no lloró ni peleó ni dijo no mandó a la cárcel a cinco españoles, entre ellos dos miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado. En Vox estarían de luto aquel día. No es para menos, fue una victoria del feminismo y ellos lo sabían.
Por lo que cabe preguntarse: ¿Qué violadores acabarían con esa hipotética cadena perpetua de Vox si son famosos precisamente por defender que hay una ingente cantidad de mujeres que denuncian en falso? ¿Qué agresores machistas acabarían condenados si sólo creen a las mujeres que son agredidas por extranjeros?
Y ante todo, ¿por qué negarse tan insistentemente a educar desde pequeños a los niños y las niñas? No sólo negarse, es que ponen piedras en ese camino. Como en Andalucía, donde proponen que las actividades sobre valores éticos, sociales o sexuales necesiten un permiso de los padres. Es decir, condenan a los niños y niñas con padres machistas y reaccionarios a tener menos posibilidades que sus compañeros en profundizar en materias tan básicas. Con todo lo que eso conlleva para ellos y para la sociedad del futuro. Esto es Vox, frenar el avance, frenar el progreso, frenar el feminismo.
Pero cómo aplauden sus fanáticos cuando escuchan “cadena perpetua”. Sus más bajos instintos arden con esta frase, pero no les gusta nada hablar de reinserción, de trabajar con los presos desde las instituciones para que entiendan la motivación real de sus actos, para que aprendan a convivir en un mundo igualitario. Olvidan que la cárcel en España tiene carácter de reinserción, y no pelean para que así sea, sino para que no lo sea nunca.
Este es sólo uno de los motivos por el que sería una buenísima noticia que Vox se hundiera en su propia bajeza moral. El cambio climático y la clase obrera son otros dos temas en los que no tienen ningún interés: ahora mismo están demasiado centrados en generar violencia contra los niños migrantes y en desplegar banderas gigantes. Como dijo Umberto Eco: “A los que carecen de una identidad social cualquiera, el Ur-Fascismo les dice que su único privilegio es el más vulgar de todos, haber nacido en el mismo país”.
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Once minutos ha sido el tiempo que se ha dedicado a la violencia que sufrimos las mujeres por parte de los hombres, ya sea violencia económica, física, sexual, etc. Once minutos de las más de dos horas que duró el debate para el que, para más INRI, todos los partidos habían enviado a una mujer. Ni por esas se consigue darle relevancia política a un problema cuyas soluciones parten de la política misma.
Rocío Monasterio (Vox), como toda solución a esta lacra -que se cierne únicamente sobre las mujeres, el 51% de la población- propuso, como siempre cadena perpetua para -atención- “maltratadores”, “asesinos” y “violadores”. La parte de los maltratadores me ha sorprendido, han ampliado mucho el espectro de posibles condenados.