Mirad hacia dentro antes de escupir para fuera

Las personas invitadas al programa especial Carne Cruda sobre salvamento marítimo, contaban ayer que el acoso contra su labor, contra quienes curran allí y contra las propias ONG se ha multiplicado desde que se ha activado el discurso de miedo y del odio.

Sobre las personas migrantes que rescatan en el mar les dicen cosas como “¿por qué no les habéis pasado por encima (con la lancha)?”. El problema es que no sólo lo tienen que leer en redes, también lo escuchan en los muelles.

De lo único que se libran las ONG de rescate es de tener en contra también a masas de individuos autoproclamados de izquierdas que los culpan de haber cabreado a los fascistas con tanto rescate y tanto migrante.

Sí lo hacen, sin embargo, con las feministas. Y es curioso que tantísimos hombres que se dicen preocupados por la lucha de clases y por el bien común, ataquen con tanta fiereza a un movimiento en concreto de la izquierda: el feminismo.

Parece como si estuvieran un poquito jubilosos de creer que llevaban razón cuando rechazaban el feminismo. Un “os lo dije” que llevaban años deseando gritar y ahora han inventado su oportunidad.

Me llama la atención que siendo el racismo y el antifeminismo dos enormes bazas que Vox ha usado para crecer, estos “izquierdistas” crean que es nuestra lucha la culpable de su auge. Como si, además, Vox se nutriera de votantes de izquierdas a mansalva. Como si fuera posible volver a un rojo de derechas a base de hablar de lenguaje inclusivo o de manifestarse contra la violencia machista.

Obviamente empatizan con el señor cabreado que vota a Vox. Y cuando ven a un votante de ultraderecha, un votante de política vieja y olor a franquismo, de repente ya no es un enemigo, es sólo un “pobre diablo que no ha podido con tanta tontería, claro”. Y para muchas, vuelve a aparecer en nuestra mente eso de que nada se parece más a un machista de derechas que un machista de izquierdas. Parece obvio que se entienden mejor de lo que pueden admitir.

Por supuesto no sólo el 'comumacho' es el que culpa al feminismo del auge del fascismo cañí. También los llamados “moderados” y “centristas”, que no saben ni lo que son, y que nunca han entendido muy bien qué implica eso de ser moderados. Esos que se limitan a no acercarse mucho ni a unos ni a otras, pero que “moderado” les suena bien, les suena a decente, a comedido... en resumen: todo lo contrario a un radical. Y eso les gusta. Eso y Albert Rivera, porque es un señor que mira qué bien planchadas lleva siempre las camisas. Y qué blancas. Quieren ser como él.

Esos también nos culpan a nosotras del auge del franquismo que padece España. Sólo que, en su caso, no tienen ni que disimular su euforia. A lo mejor no les viene exactamente bien que partidos tan a la derecha de su falsa moderación ganen tanto terreno, pero piensan que es un aviso a navegantas muy necesario en este país invadido por la “ideología de género”. A ver si así nos relajamos las locas y las feminazis. Y si para ello hay que pactar en Andalucía con ellos, pues se pacta. Lo importante es coger sillas moderadas en una comunidad de salvajes y vagos. Y tras tener esta reflexión tan “comedida”, se siguen creyendo de centro. Siguen creyendo que el centro existe.

Tanto el comumacho, como el “moderado”, como el franquista, tienen un nexo muy fuerte en común, y creo que es más urgente que los dos primeros hagan un ejercicio de autoinspección sobre esa unión antes de seguir culpando a luchas legítimas del ascenso del enemigo. A mí al menos me preocuparía muchísimo empatizar con el voto de los que quieren a los migrantes en el mar y a las mujeres pariendo obligatoriamente. Creo que no dormiría tranquila si en algún momento me encontrara a mí misma justificando el voto de los que acosan en redes a mis compañeras o a las ONG de salvamento marítimo.

Mirad hacia dentro antes de escupir para fuera.

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