Barbijaputa es el seudónimo de la articulista que encontrarás bajo estas líneas. Si decides seguir leyendo darás con artículos y podcasts sobre el único feminismo sensato que existe: el radical.
Pedir perdón al poder
Después del skectch donde Dani Mateo se sonaba los mocos con la bandera de España, y el más que esperable cabreo de la derechona española, a El Intermedio y al propio Mateo les pareció la mejor decisión pedir perdón y retirar el vídeo. Sin embargo, la marca Clínica Baviera le ha rescindido el contrato al cómico, y otras marcas han dejado el programa de la Sexta. Además, el partido España 2000 ha conseguido que se cancelen actuaciones del cómico en funciones que nada tenían que ver ni con banderas ni con El Intermedio.
Esto nos trae a la memoria casos como el de Zapata y el Ayuntamiento de Madrid. Justo cuanto más se pedía perdón y se intentaba poner en contexto aquellos tuits del ahora concejal, más apretaba la derecha, más fuerte eran los ataques, más grande la falsa indignación. Hay muchos más casos en los que la derecha pasa de ladrar a morder cuando se les presta atención, por ejemplo, cuando Carmena pidió perdón el espectáculo de los titiriteros, incluso sin haberlo visto. De nada sirve, porque las protestas de la derecha no son sólo de indignación, son un ejercicio de poder para romperte, para hundirte, para quitarte de en medio. Jamás suelta la presa si notan debilidad, y las disculpas son siempre vistas por ellos como eso: flaqueza.
Esto lo saben muy bien en el Partido Popular, por eso ellos jamás reculan, y tenemos ejemplos para aburrir: Casado y el máster fantasma, Cifuentes y su TFM, Esperanza Aguirre y sus ranas, Rajoy y el M.Rajoy en los papeles de Bárcenas.
Mientras el Tribunal Supremo nos la ha metido a todos hace apenas unos días, el motivo que saca a la derecha de sus casas es una manifestación en Valencia para cancelar una actuación de un cómico por sonarse los mocos en un trozo de trapo. Porque ese trapo, para ellos, no significa lo que realmente es: la insignia de un país donde la Justicia demuestra cada día estar comprada, donde siempre gana la banca y donde siempre pierde la ciudadanía, donde su partido estrella se ha tenido que sentar en bloque en el banquillo de los acusados. Un país donde, quienes más exhiben la rojigualda, son precisamente los que más se suenan los mocos en ella. Y a más grande la bandera, más grande sus vergüenzas. Lo que los amantes del trapo sienten es otra cosa, algo más parecido a lo que siente un hooligan cuando pierde o gana su partido: no tienen por ello ni perjuicio ni beneficio, pero la violencia que les genera que les toquen los colores va más allá de la razón. Y además les da igual que no tenga ningún sentido.
Dicho esto, también es cierto que sorprende que Dani Mateo, que hace tan sólo unas semanas estaba defendiendo a Rober Bodegas por sus chistes racistas contra los gitanos, se retracte por un chiste que verdaderamente no genera violencia contra nadie, ni oprime ni discrimina a nadie por su etnia, orientación sexual o género. ¿En qué se basa el criterio de este hombre (y de su programa) para decidir cuándo sí o cuándo no pedir perdón? ¿Cómo valora cuándo es mejor insistir e insistir sobre que el humor es sólo humor?
Quizás sólo se trate de un criterio económico; desde luego, empresas como la Clínica Baviera tienen más poder adquisitivo y poder de decisión que un puñado de gitanas y antirracistas que denuncian en Twitter que el humor racista, efectivamente, genera racismo y violencia sobre colectivos ya de por sí oprimidos. En aquel caso, nadie vio la necesidad de retractarse o de pedir disculpas, aunque el daño sí fuese real. De hecho, Pantomima Full, el dúo del que forma parte Rober Bodegas, tuvo mucho éxito con un vídeo posterior a la polémica, donde se mofaban de las personas que se habían ofendido. Se mofaban, sin mayores problemas morales o de financiación, de personas antirracistas.
Señores, cuando olvidáis o machacáis a los de abajo, o cuando os arrodilláis ante el poder, no estáis siendo irreverentes o transgresores, sólo sois otra rueda del stablishment. Por mucho que ese stablishment os pase por encima de vez en cuando.
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