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Opinión - ¡Nos comerán! Por Esther Palomera
Sobre este blog

Barbijaputa es el seudónimo de la articulista que encontrarás bajo estas líneas. Si decides seguir leyendo darás con artículos y podcasts sobre el único feminismo sensato que existe: el radical.

Bailaremos sobre vuestra tumba con las tetas bien a la vista

Activistas de Femen en el acto de Falange

Barbijaputa

Mujeres desnudas frente a la caterva, cara a cara con la carcundia más pestilente del país. Mujeres con las tetas a la vista, usándolas como armas, porque saben que sus pechos se ven como pistolas que apuntan a matar. Porque cuando los cuerpos de las mujeres no están en la pantalla de sus móviles y portátiles haciendo piruetas imposibles en películas porno, cuando no están para que ellos los consuman, nuestros cuerpos son una amenaza. Cuando se sienten más cómodos es cuando estamos siendo humilladas por el macho de turno en Pornhub.

Las tetas les dan asco cuando una madre amamanta a su hija en una plaza. Incontables las veces en las que una mujer que daba el pecho a una criatura ha sido expulsada de donde estuviese.

Las tetas les dan miedo cuando su dueña grita o protesta. Odian los pechos femeninos porque son nuestros, porque en su cabeza nos representan, en sus mentes diminutas todo se reduce a nuestro sexo y a nuestras mamas. Ese sexo y esas mamas que han sido censuradas toda la vida, esas que aún prohíben redes modernísimas como Instagram.

Unas mujeres se han desnudado en un sitio que ellos sienten suyo: la calle. Más aún cuando están homenajeando a un asesino que no pagó lo que hizo ni uno solo de sus días. Ahí es más suya que nunca. Porque son muchos, están juntos, son manada. No hay mayor desprestigio para ellos que mujeres rebeldes en un acto que recuerda con cariños a un genocida. Un tipo que, 80 años después de dar un golpe de Estado, tenemos presente en instituciones, en partidos políticos, en discursos, en calles y pueblos con nombres en honor de su sangría.

Y la mayoría de medios de comunicación no destacan lo anterior, no. Escriben y escriben sobre ellas, y plasman fotos de los torsos desnudos en sus diarios y en sus redes. Y cuentan al detalle cada uno de sus movimientos, cuando no habían dicho nada previamente de que en el centro de Madrid se estaba homenajeando al mayor asesino de la historia de nuestro país. Homenaje para él y protesta contra la Memoria Histórica, esa que pretende sacar los cadáveres de la tierra que ellos pisan para cantar el Cara al sol.

Y las que fueron reducidas y apresadas por la policía fueron las mujeres desnudas. Inmovilizadas de tal forma que los franquistas pudieron agredirlas, y los fascistas abusar sexualmente de ellas.

Y mientras el fascismo sigue creciendo y sus defensores embraveciéndose, seguimos hablando de cuerpos de mujeres desnudas. La mayor ofensa de todas. El mayor peligro. Fascistas y no fascistas se unieron, gracias el machismo que los corroe, en las redes sociales y en conversaciones de ascensor: necesitaban poner el foco en los pechos descubiertos de unas mujeres que lo que único que demostraron sin duda es tener ovarios.

El feminismo os seguirá pateando los recuerdos, los homenajes y vuestra forma de vida. Y bailaremos sobre vuestra tumba con las tetas bien a la vista.

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