Ivan Miró (Barcelona, 1975) es sociólogo, investigador y docente en economía cooperativa y movimientos sociales. Socio de la cooperativa ‘La Ciutat Invisible’ de Barcelona y dinamizador del ‘Projecte Barri Cooperatiu’, este sábado por la mañana dará una conferencia en las jornadas que el grupo EHBildu organiza en Bilbao para analizar otros modelos de gestión para la ciudad. Su tesis es que el cooperativismo puede ser una manera de hacer frente a los efectos más devastadores de la crisis y crear empleo a nivel local, “una forma de crear un mercado social donde la economía esté al servició de las personas y no al contrario”. Sus argumentos están en los proyectos que impulsa, que ya han convencido a miles de catalanes.
Pregunta: ¿Podría explicarme en qué consiste su alternativa?
Respuesta: Desde 2009 llevamos impulsando el proyecto barrio cooperativo en diferentes fases. Una de las primeras estrategias ha sido la recuperación de la memoria de nuestros distritos sobre el tema. En Barcelona el cooperativismo obrero histórico fue una alternativa económica muy importante hasta 1939, donde las clases trabajadoras autogestionaban el consumo de bienes y alimentos y con los fondos que adquirían también hacían políticas sociales autogestionadas.
P: ¿Creen que aquel movimiento se puede trasladar a la actualidad?
R: La idea es hacer ver que ya ha habido ejemplos prácticos en nuestras sociedades donde la cooperación social ha tenido un peso importante y esto demuestra que es posible hacer otra economía. La 2º fase ha sido hacer una campaña de comunicación para dar a conocer el cooperativismo en institutos, universidades, asociaciones de vecinos, bibliotecas de barrio y etc. Y tenemos una última línea de actuación de apoyo a nuevos proyectos cooperativos de trabajo.
P: ¿Obtienen resultados?
R: Ahora mismo hay muchas dificultades de financiación, pero hay proyectos que están saliendo adelante. Por ejemplo, los grupos de consumo ecológico hace años que llevan funcionando en Cataluña. Se están creando también muchas cooperativas en el sector de las nuevas tecnologías donde hay mucha gente que viene del mundo del Software libre y ya está acostumbrada a esta forma de trabajo y colaboración. También hay otras iniciativas como el cooperativismo de energías verdes o el de crédito colectivo.
P: ¿En qué consiste el concepto de crédito colectivo?
R: Es una cooperativa de crédito donde se capta capital de ahorradores éticos, que quieren que sus ahorros sirvan para financiar proyectos sociales. Este dinero se destina a financiar proyectos de economía social y solidaria.
P: ¿Tiene éxito?
R: Ha crecido mucho durante los últimos dos años por la situación de crisis económica, el descrédito de la banca convencional capitalista y los mensajes de movimientos sociales como el 15M, por ejemplo. La gente se está cuestionando a qué se destina su dinero.
P: Al hablar de cooperativismo en Euskadi automáticamente se piensa en la Corporación Mondragón. ¿Cuál es la diferencia entre estas empresas y lo que ustedes proponen?
R: Nosotros defendemos un modelo de cooperativismo distinto, Mondragón juega un papel muy importante en la generación de puestos de trabajo y por eso entre otras cosas el paro es más bajo aquí, pero nosotros apostamos por un modelo donde la participación de todos los socios sea mayor y con un enraizamiento comunitario más fuerte. Creemos que el cooperativismo es mucho más que una empresa que únicamente mira por su crecimiento económico.
P: ¿Un cooperativismo que mire más allá de sí mismo?
R: Sí, eso es. Ahora con la crisis tenemos muchos ejemplos de cooperación social que van más allá de crear una empresa colectiva. Hay gente que se une para parar desahucios, hay huertos urbanos, se están impulsando proyectos culturales locales. Y es un movimiento que se da tanto en los barrios como en las redes sociales con fenómenos como el ‘crowdfunding’. El nuevo cooperativismo debe estar trabajando codo a codo, no pensar tanto en grandes estructuras de grupos sino en proyectos de intercooperación.
P: ¿Puede darse una convivencia entre esta concepción del mercado y el capitalismo?
R: A mi me gustaría que el cooperativismo cada vez le quitara más espacio. ¡Ojalá el modelo hegemónico fuera la economía social y solidaria! Ahora bien, de momento no lo es y tampoco hay unas políticas públicas ni urbanas que apuesten claramente por el cooperativismo.
P: ¿No percibís apoyo de los poderes públicos para generar empleo con estas iniciativas?
R: Ahora mismo en Cataluña tenemos un Gobierno de derecha-liberal y su política no es apoyar a la economía cooperativa de una forma real. Por ejemplo, en la República había leyes mucho más avanzadas que la que quiere cambiar ahora CIU. Desde algunas administraciones locales sí que están apoyándonos un poco más, pero sólo porque tienen el problema de los parados encima de la mesa.
P: En este sentido, ¿cómo ve a ciudades como Bilbao o Barcelona?
R: Lo que yo creo es que las ciudades deben cambiar su modelo económico. Durante los últimos años se ha mercantilizado la vida urbana de una forma en la que la ciudadanía no ha tenido ni participación ni beneficios. Estas ciudades de grandes marcas, como la marca Bilbao o la marca Barcelona, de grandes museos e infraestructuras han apostado por construirse de espaldas a los ciudadanos.
P: Con la crisis que vivimos, ¿han notado un mayor acercamiento hacia el cooperativismo?
R: En Cataluña tenemos la ‘Xarxa d'economia solidària’, que tiene una comisión de trabajo territorial donde se suman algunas de esas iniciativas de los barrios. En octubre del año pasado celebraron la primera feria de economía solidaria de Cataluña, fue un evento al que acudieron miles de personas y sé que en Madrid y Aragón también se están organizando varias ferias similares, lo que da una idea de que existe mucho interés al respecto. Yo creo que son un modelo muy interesante que ofrece a la gente información sobre la economía social que se está desarrollando a su alrededor.