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Hacer daño

Esta misma mañana, Pedro Sánchez comparece para darle solemnidad a una decisión ya anunciada y que hoy formaliza el Consejo de Ministros: el reconocimiento de Palestina como Estado. Israel recibe el movimiento con palabras gruesas: “Haremos daño a quien nos haga daño”, dice como amenaza general a través de su ministro de Exteriores, que rescata una metáfora de cuando nosotros (y no ellos) hacíamos la guerra santa: “Estamos en el año 2024, se acabaron los días de la Inquisición”. También se acusa de “antisemitismo” y “odio” a Yolanda Díaz por decir que “Palestina será libre desde el río hasta el mar”. Más allá de las palabras, las acciones diplomáticas de Israel se han limitado a llamar a consultas al embajador y a limitar los servicios consulares españoles en Jerusalén.

Pero claro, cuando Israel te dice “haremos daño a quien nos haga daño” es como cuando un acusado de asesinato te dice “ten cuidado conmigo”, aunque sepas que poco puede hacer. No es lo mismo que cuando te lo dice cualquier otra persona. Israel sabe lo que es hacer daño y lo demuestra cada día: el bombardeo de un campamento de refugiados el domingo por la noche ya suma 45 víctimas mortales. La Unión Europea ha decidido dar otro paso diplomático, pero tan leve que ni lo entiendo ni lo sé explicar. Mejor aquí.

La cosa es que, desde hoy, según España, Palestina es un Estado. ¿Hasta qué punto tiene eso valor para un palestino? Le hemos preguntado a tres.

Por cierto, a Pedro Sánchez le ha sonreído la casualidad. Hace unas semanas que Volodímir Zelenski iba a visitar Moncloa pero tuvo que cancelar. Y acudió a la cita pendiente ayer, en vísperas del reconocimiento de Palestina, justo cuando mejor le viene a Pedro Sánchez dejar claro que sigue siendo un socio fiable para los intereses de Occidente a pesar de que dé pasos con Gaza que otros como EEUU no han querido dar. Zelenski además ha defendido también “la existencia de los dos Estados”.

Pero Zelenski no venía a hablar de Gaza, claro, que suficiente tiene. Él deja una foto pero se lleva de España un compromiso de apoyo contra Rusia “durante todo el tiempo que haga falta” y algo más: 1.000 millones de euros más, una cifra sin precedentes, para reforzar al Ejército ucraniano. Eso ha provocado las críticas de sus socios de Gobierno de Sumar. Pero Pedro Sánchez lo tiene claro: la campaña del PSOE para las europeas pasa por su acción internacional.

La ultraderecha, en un momento clave

Las políticas de igualdad y LGTBI, las políticas de cambio climático y subvención agraria, la noción de libertad o justicia, el trato humano a la inmigración… Son temas enormes y hemos llegado a un punto en Europa en el que todo eso puede depender de la ultraderecha. Se acabaron los cordones sanitarios: el PP europeo empieza a tender la mano para contener el impacto de la ola que les viene, con partidos ultra aspirando a primera o segunda fuerza en 18 países. Pero no están tan unidos como parece. Hoy en el podcast, un repaso a las piezas del puzle que viene.

Que no se te pase

  • Obras. Cuando estamos todos mirando, la burocracia funciona mejor. El Ayuntamiento de Madrid certifica que las obras del piso donde vive Isabel Díaz Ayuso fueron ilegales y da dos meses al propietario (su pareja) para que las regularice. Hablamos del piso que se pagó tras el fraude fiscal confeso y que parece conectado al ático superior. Le puede caer una multa de hasta 30.000 euros. Los detalles.
  • Pablo Iglesias e Irene Montero han tenido que revivir en los juzgados el acoso ultra que sufrieron en su casa durante meses. Se está celebrando ahora el juicio por aquel hostigamiento y varios de los implicados han vuelto a increparles en la puerta del tribunal. Todo muy desagradable, pero ellos mismos se han retratado.
  • “Mariconeo”. La prensa italiana recoge hoy un episodio muy decepcionante para los que crean en la bondad progresista del papa Francisco. Durante una reunión a puerta cerrada con obispos, Bergoglio dijo que no iba a permitir el acceso de homosexuales a los seminarios porque “ya hay mucho mariconeo dentro”. Sus defensores dicen que fue una broma.

Todo es política

  • El suicidio es política. Las llamadas de gente de entre 20 y 29 años a teléfono para la prevención del suicidio han crecido un 200% en dos años. Es el tramo de edad que más ha crecido. ¿Puede que sea porque son los que antes se enteran de que el teléfono existe? Puede. ¿Puede que sea porque tienen menos barreras culturales para hablar o pedir ayuda sobre su salud mental? Puede. Pero también son la mayor franja de edad en llamadas que se derivan como urgentes al 112. Por cierto: el teléfono es el 024.
  • La burocracia es política, sobre todo si implica un proceso tan sustancial en lo personal y en lo sistémico como el cambio de sexo que consta en el registro oficial. Nuestra compañera Deva Escobedo ha sido muy generosa compartiendo los tres años de trámites para conseguir que su DNI reflejara su identidad, que fue el (pen)último paso de un largo camino de frustraciones y tensión política.
  • Juntarse para leer es política. A partir de un artículo de El País en el que se preguntan por qué no hay hombres en los clubs de lectura, llego a algunas reflexiones que dicen que los hombres damos por cerrado un libro en el momento en el que terminamos de leerlo. No estoy de acuerdo. No me pasa tampoco con las series y tengo amigos que también las quieren comentar todo el rato. Debe ser otra cosa. En todo caso, aquí algunas ventajas sociales de leer en grupo.

Hasta aquí llegamos por hoy. 

Un abrazo,

Juanlu.

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