A ver si hoy acumulamos buenas noticias. Vamos al lío.
Por dónde va el día
Oportunidad para la paz
Las pistas de ayer no eran falsas. Que Volodímir Zelenski dijera que Ucrania asume que no podrá entrar nunca en la OTAN era en efecto un paso en público para desbloquear una nueva fase de lo que se habla en privado: Putin y Kiev están más cerca de alcanzar un acuerdo, al menos un alto el fuego, algo que nos acerque a la paz.
Según ha publicado el Financial Times, para esa paz Ucrania tendría, además de renunciar a la OTAN, aceptar “límites” en sus fuerzas armadas, declararse neutral (aquí explicamos lo que significa) y no aceptar armamento occidental, entre otra decena de puntos. No conviene engañarse: en realidad de lo que estamos hablando es de definir los términos de la derrota de Ucrania en una fórmula que permita a Rusia salir del avispero económico del que tampoco puede salir ganando.
Lo increíble es que mientras se producen estas negociaciones, Putin no afloja el yugo sobre la población civil. Rusia ha bombardeado un teatro de Mariúpol donde se refugiaban cientos de civiles, según las autoridades locales.
Este es el teatro en una imagen satélite:
Fíjate bien, a ambos lados del edificio con techo rojo hay una inscripción en el suelo para ser leída desde el aire. Lo que pone es: дети. Significa “niños” en ruso. Un aviso ignorado por el Ejército de Putin. Es solo uno de los ataques que nos deja el diario de guerra.
- Las guerras del siglo XXI permiten que los líderes implicados se hagan selfies en zonas de combate y videoconferencias con el Congreso de EEUU. Es lo que ha hecho Zelenski, que ha puesto en pie a los congresistas americanos. Biden ha calificado a Putin de “criminal de guerra”. La Corte Internacional de Justicia ha ordenado a Rusia suspender sus operaciones militares en Ucrania.
- Vente de viaje en el yate de los oligarcas. Nuestro equipo de datos ha seguido el rastro a barcos de lujo propiedad de ciudadanos rusos. Muchos de ellos ya han cambiado puertos como Barcelona por otros por ejemplo en Montenegro, para evitar las sanciones económicas.
Bulos y batallas culturales
A lo mejor te ha llegado alguno de los muchos vídeos, tuits y artículos que circulan sobre ese gasto de 20.000 millones de euros “en chiringuitos feministas” que ha aprobado el Ministerio de Igualdad.
Hoy en el podcast cogemos ese ejemplo para analizar la nueva estrategia de la derecha, que no es atacar la izquierda en sus errores sino en aquello de lo que presume. Eso sí, con trampas y medias verdades.
Que no se te pase
- Lo que nos faltaba. La industria alimentaria avisa de problemas de desabastecimiento por el paro de los transportistas, que no es generalizado pero sí distorsiona los flujos de reparto habituales.
- Rosalía estrena nuevo disco y es radicalmente diferente al que le dio el éxito en 2018. Nuestra compañera Mónica Zas se zambulle en el nuevo universo de la artista para explicarnos por qué.
Cosas que no sabía
- No conocía el término 'silovik', que viene a significar en ruso “hombres fuertes”. Se usa para referirse a toda una generación de políticos, altos funcionarios y empresarios del sector público que comenzaron su carrera, como Putin, medrando en los servicios de inteligencia de la URSS. Algunos de ellos son el círculo de confianza del presidente.
- No conocía la tradición albanesa del 'verore'. Cada uno de marzo, los jóvenes entrelazan dos cuerdas finas, una roja y una blanca, para hacerse una pulsera de verano. Verore viene de la palabra verano. Hay que ponérsela hasta que veas la primera golondrina del año y entonces dejarla colgada en un árbol, para que la usen en su nido. Se lo he visto a Joaquín.
- No conocía la historia de Larissa Swirsky. Fue una espía ucraniana afincada en Andalucía, desde donde primero trabajó con los nazis y luego contra ellos. Vigilaba movimientos en el Estrecho. Swirsky, a la que apodaban en Cádiz ‘la rusa’, tiene su tumba en el cementerio de Sevilla. Se estrena un documental sobre ella.
Mañana nos leemos de nuevo.
Un abrazo,
Juanlu.