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FeijooEco
14 de diciembre de 2024 10:59 h

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Tal vez recuerdes estas frases, tan sonadas, de Alberto Nuñez Feijóo: 

  • “La situación es muy compleja. Ya no estamos hablando de síntomas, sino de hechos claros. Nos dirigimos, todavía con mayor intensidad, a una profundísima crisis económica. Mientras, el Gobierno niega las evidencias y mira hacia otro lado. Todas sus previsiones han sido erradas”.

El discurso anterior es de hace poco más de dos años, de julio de 2022. No fue un pronóstico aislado, ni un calentón. Durante años, hasta hace muy poco, el Partido Popular profetizó un apocalípsis económico que nunca llegó. 

Fue una campaña constante. Contundente. En febrero de 2024, Feijóo aún insistía en que “la economía española es una de las peores” de la Unión Europea. Fue también un discurso muy eficaz, que caló en la sociedad. Aún hoy, en las encuestas, la mayoría de los españoles aseguran que la situación económica de España es “muy mala”. Aún hoy, en esas mismas encuestas, son mayoría los españoles que reconocen que a ellos, personalmente, les va muy bien. Y pese a la evidente contradicción, aún hoy son muchos quienes creen, quienes dicen, que España está en crisis y la economía va fatal.

Ha sido también un éxito apabullante de la propaganda del PP. ¿Qué habrían dicho la mayoría de los medios de comunicación si estos datos económicos los hubiera logrado un gobierno conservador?

Ha tenido que llegar alguien de fuera para certificar una obviedad: que España no solo no está en crisis, sino que –en términos macroeconómicos– vive uno de sus momentos de mayor expansión. Según The Economist, la economía española ha sido la mejor en 2024 de toda la OCDE, un club que incluye a los 34 países más desarrollados del mundo. “Hace doce años España era sinónimo de fracaso. Ya no”, asegura The Economist. “El país está en camino de convertirse en el país desarrollado (o rico) con la mejor economía de 2024, según nuestro análisis”.

The Economist no es un medio bolivariano, o de izquierdas, o siquiera progresista. Esta influyente revista británica es uno de los faros del pensamiento capitalista liberal. Y para llegar a este gran piropo a la economía española, The Economist analizó cinco indicadores: crecimiento del PIB, inflación, bolsa, empleo y déficit público. Ponderando todos ellos, la economía española ha sido la que mejor se ha comportado entre todas las desarrolladas durante 2024. La número 1. 

Los propios indicadores suponen un sesgo. Francamente, creo que son más los ciudadanos afectados en su vida cotidiana por la subida en el precio de la vivienda que por la de la bolsa. The Economist tampoco tiene en cuenta la desigualdad, o cómo la inflación se ha comido el crecimiento de los salarios de muchos trabajadores. Pero tampoco hay que despreciar los datos macroeconómicos. Son cifras que, hace no tanto, nadie podía imaginar.

España es el país que más crece en toda Europa. Cerrará 2024 muy cerca del 3%. Más del triple que la media europea. El doble que la media de la OCDE.



España también es el país europeo, entre los más grandes, cuya economía ha crecido más desde 2019. Hemos salido de la pandemia más fuertes que los demás. Y eso que los datos reales del PIB español –como he explicado en anteriores artículos– probablemente son mayores que los cálculos que hace el INE



España también vive el momento de su historia con más afiliados a la Seguridad Social: más de 21 millones de trabajadores. Y hay otro récord: es la primera vez en que los empleos estables son mayoría frente a los precarios. En este último año se han creado en España tantos nuevos puestos de trabajo como los que suman Francia y Alemania juntas. 



¿Y las empresas españolas? No paran de crecer. El Ibex 35 lleva este año una subida cercana al 17%.

¿Y el aumento de precios? No solo se ha reducido sino que algunos bienes de primera necesidad que subieron mucho –como los alimentos o el aceite de oliva– empiezan a bajar

En cuanto al déficit público, la diferencia entre lo que ingresa y gasta el Estado, también está mucho mejor. Cerrará el año en el 3%. Y así España se convertirá en uno de los países europeos que cumplen con las nuevas reglas fiscales de la UE, algo que todos no pueden decir. Desde hace unas semanas, la prima de riesgo española está por debajo de la francesa. Es inédito algo así. 

Cuando se analizan los datos del PIB con más detalle, las noticias son aún más sorprendentes. Ya no solo exportamos sol y playa. Los servicios de personal muy cualificado –consultoría, ingeniería, telecomunicaciones…– también están disparando al sector exterior. El crecimiento ya no se sustenta en la expansión del ladrillo: ha cambiado el modelo económico español. 

Pero tan sorprendentes como los datos son las recetas que los han hecho posibles. Son totalmente opuestas al catecismo neoliberal.

El empleo no para de crecer, a pesar de que el Gobierno eliminó la temporalidad con la reforma laboral y aplicó las mayores subidas de la historia al salario mínimo. Se suponía que iba a generar más paro, como decía el Banco de España. Pasó justo al revés.

Las cuentas públicas mejoran. La deuda en relación con el PIB se reduce y el déficit baja. Y todo esto, a pesar de que el Gobierno ha aumentado el gasto social y ha blindado el poder adquisitivo de las pensiones. El año que viene subirán un 2,8%. Y las mínimas o las no contributivas –las más bajas– crecerán aún más.  

La guerra de Ucrania disparó la inflación; en España y en medio mundo, por el aumento de los precios de la energía. Pero de todas las economías europeas, España es donde mejor se mitigó esa subida de los precios. Y se logró con una medida totalmente opuesta al recetario liberal: interviniendo el mercado, topando el precio del gas. Esa decisión, que Feijóo despreciaba como “el timo ibérico”, permitió a los españoles pagar la factura de la luz más baja de toda Europa durante dos años. Solo con esa medida, ahorramos 5.000 millones de euros en el precio de la electricidad.

¿Y las empresas? A muchas de ellas, las más grandes, el Gobierno les subió los impuestos. Pero eso no ha impedido una subida histórica en la bolsa, ni tampoco ha hundido sus beneficios. Ni ha evitado que siga llegando capital extranjero, o que aumenten los grandes proyectos de inversión

Hay también dos factores que están impulsando la economía, frente a los mantras racistas y negacionistas. El primero, la apuesta por las renovables: está convirtiendo a España en un país muy atractivo para la industria, porque esta energía limpia es, además, más barata. Y también la inmigración: todos los informes –también The Economist– explican que es una de las claves para entender el crecimiento español. 

Es evidente que hay muchas cosas graves por resolver y a las que el Gobierno aún no ha dado solución. Hay tres problemas que son esenciales: el acceso a la vivienda, el poder adquisitivo de los salarios y el aumento de la desigualdad. No son problemas exclusivamente españoles –como tampoco lo fue la inflación–; está pasando lo mismo en todas las economías de la OCDE. No hay recetas milagro ni tampoco soluciones mágicas para una economía como la española, que vive conectada a las demás. Muchos también querríamos que el Gobierno se atreviera con estos temas mucho más, aunque para eso sería necesario un Parlamento con una mayoría progresista. Algo que no existe hoy. 

Pero la pregunta clave es otra. ¿Qué alternativa propone el PP? Si hay un cambio de Gobierno, ¿qué modelo económico aplicarán?

Parte de esta pregunta quedó respondida ayer, en la Conferencia de Presidentes. Isabel Díaz Ayusó resumió su propuesta muy bien: “El salario mínimo no debería ser igual para un agricultor extremeño que para un empresario de Madrid”, aseguró

Por eso ya no hablan de economía en el PP. Salvo cuando se les escapa.

Lo dejo aquí por hoy. Gracias por leerme. Gracias por tu apoyo a elDiario.es

Un abrazo,

Ignacio Escolar

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