¿Pero qué delirio surrealista viene a ponernos encima de la mesa Alberto Núñez Feijóo, precisamente él, el que mejor encarna la iconografía del macizo de la raza, el que atesora en sus venas la sangre heredada de don Pelayo e incluso la vertida en las Navas de Tolosa, cuando nos comunica que hace algunos meses tuvo a bien estudiar con sumo cuidado una posible amnistía a los traidores independentistas, o que incluso como consecuencia de su conocida bonhomía, estaría dispuesto a conceder el indulto a ese señor con cuernos y rabo, representante de la malignidad que quiere destrozar España, terrorista que era, ahora ya no estamos seguros, tanto como sicario del odiado Vladimir Putin y que responde al nombre de Carles Puigdemont, vade retro, aquí huele a azufre? Refrendamos el dicho: en casa estamos todos locos, menos la abuela, que está en el manicomio.
Sería interesante saber qué dirán hoy en el cuarto de estar de sus casas tantas familias que se han dejado bíceps y tríceps de brazos y piernas, catarros por la fresca, marcha por aquí, banderón por allá, en las manifestaciones convocadas por ese mismo señor para protestar contra el malhadado Sánchez, ese ser venenoso que quiere, mediante una ley votada en las Cortes y vigilada por todas las instancias jurídicas del país, incluso europeas, legalidad a tope, llegar al mismo lugar que este mentiroso de traca que se llama Alberto Núñez Feijóo. ¿Una ley de amnistía así aprobada sería más indigna que un gracioso indulto salido del porque a mí me da la gana de los adentros de este buen señor? ¿Qué patochada es ésta, con qué desvergüenza intentan tratarnos desde el PP los mismos señores que con una mano llevan recursos a todos los estamentos inimaginables, de acá y acullá, para perjudicar ese proceso, al tiempo que le acarician las mejillas al malévolo prófugo con un estamos dispuestos a indultarte? ¿Para qué tanto grito, tanta marcha, tanta crispación, tanta insidia, tanto insulto y tanto daño a la convivencia, si al final estamos en la misma vaina? Porque no nos engañemos, para las gentes del común, indulto y amnistía se mueven dentro del mismo marco.
A cada día que pasa se agranda el misterio Núñez Feijóo. Qué hace aquí este señor, se pregunta uno. Ni sabemos para qué vino ni para qué hace lo que hace. ¿Qué sentido tiene que en mitad de una campaña electoral nada fácil nos tropecemos con este desaguisado, indultos, sí, indultos, no, ahora no se dan las circunstancias? Pues entonces, alma de cántaro, para qué estamos hablando de ello. Y dudamos, además, de que los actos del Tsunami sean terrorismo como nos indica nuestro guía García Castellón. A no ser, como apuntan unos y otros, que Puigdemont haya sembrado el pánico en Génova, con su enigmático mensaje de “todo se sabrá”. Es lícita la sospecha porque la concatenación de hechos es manifiesta. Uno amenaza y el otro, a continuación, canta la Traviata. Así que a estas alturas del partido, lógicamente y visto lo visto, ya empezamos a dudar de los términos en los que se produjo aquella reunión del mes de agosto entre unos dirigentes del PP, enviados por el mismísimo Feijóo, unos, y por el mismísimo Puigdemont otros, que el ogro oficial del PP, su portavoz Miguel Tellado, trató de desactivar con un displicente “café entre concejales”. ¡Qué raros estos modestos ediles, que incluso hablaron de temas tan enjundiosos como amnistías o indultos! Y si trataron de estas cosas de mayores, parece lícito suponer que también abordarían otros asuntos de similar o parecida enjundia. De alianzas y préstamos de votos, por ejemplo, que ya se sabe que hay muchos temas -en materia económica o laboral- que les acercan más que los separan. Convendría que el respetable los conociera, no vaya a ser que pasado mañana nos encontremos con otra nueva sorpresa. ¿Quizá ofertas más concretas a cambio de votos? Porque lo evidente es que el bueno de Feijóo sólo podría indultar si estuviera mandando en la Moncloa. ¿Y cómo se llega a dicho palacio? Exacto. Un, dos, tres, responda otra vez: precio por mis votos. Repetimos: “Todo se sabrá”. Y añadimos: ojalá.
Sumemos al pasmo en el que nos ha sumido tamaña maniobra cuando sabemos los pactos a sangre que tiene Feijóo con la ultraderecha, tan alejada de cualquier complacencia con el enemigo independentista, sólo interesa saber cuánto debería durar su permanencia en cárceles remotas. ¿A qué parte estamos engañando? Lleva razón Abascal en sulfurarse. “Gigantesca estafa política”, ha dicho. Vaya socios, vaya amigos. Y es que el actual PP es pura contradicción andante, un bamboleo perpetuo entre la derecha dizque moderada y la ultramontana, sin que la dirección, Núñez Feijóo, en definitiva, sepa cuál de las dos almas vender. Para entretenernos, necesitamos momentos lúdicos, nos gustaría saber qué opina Isabel Díaz-Ayuso en la intimidad de su cuarto de estar, que no en público, ante la posibilidad de indultos y de entablar conversaciones con Junts. ¿Contenta, feliz, sonriente la reina del vermú? Tantas confianzas con el enemigo las ha contado en público, se supone que de acuerdo con el jefe, el connotado dirigente de su partido, Elías Bendodo.
Las mismas indecisiones marcan la actitud del PP ante las duras protestas de los agricultores, encantados de azuzar a los miles de tractoristas contra La Moncloa, o contra Ferraz si se tercia, pero con cuidado, mucho cuidado, no nos muerdan el pastel las gentes de Vox. Veremos, por cierto, hasta cuándo tenemos encendido este conflicto contra Bruselas, primero, y contra todo lo que se menea, después. A lo que íbamos, el PP es, ahora mismo, y al Ojo no le importa repetirlo una y otra vez, un partido desnortado, sin objetivos y sin líneas políticas nítidas y reconocibles frente a los muy graves problemas a los que nos enfrentamos. Ni para un lado ni para otro, ni subimos ni bajamos. Vamos a gastar mucha tinta con este descalzaperros del falso indulto que nos hemos montado, vaya usted a saber para qué, y los nervios ante los resultados en Galicia.
Con todo, no parece posible que estos tiras y aflojas vayan a conmover a Puigdemont y ni siquiera a Junqueras. En un día muy tonto tendrían que pillarles para pensar que gozarían de mejor futuro con PP-Vox, que con Sánchez y sus aliados. De vuelta a la realidad, aún estamos en ese no de Junts al texto de la amnistía. Escribíamos ayer que harían bien en La Moncloa en decir basta. Y si rompen desde Waterloo, un sufrimiento, la vida es dura, pero usted a mí no me tumba el Gobierno. Porque vamos a ver, ¿quieren hacernos creer que si Junts se escapa, podría irse a una moción de censura contra Sánchez con PP y Vox? La bobada da risa, que no miedo. Lluís Llach se ha ido de Junts porque Puigdemont es un pactista traidor. Imaginen a la muchachada independentista si se arrejuntan con Abascal. O imagínense al aguerrido ejército de Vox pactando con Puigdemont.
¿Y qué me dicen, queridos amigos, del espectáculo de Podemos y Sumar, llamadas a la policía, despachos abiertos, expedientes por los suelos? ¿Es ésta la izquierda que queremos, la que necesitamos, la que debe unir a las gentes más desfavorecidas de la sociedad, a la más necesitada de cambios urgentes? Por lo pronto, proceso delirante en Galicia, ahora apoyamos a esta señora y a este partido y mañana a esta otra candidata y su lista correspondiente, votos tirados a la basura. ¿Qué lleva a un político que quería asaltar los cielos a desperdiciar así la única fuerza real de sus supuestos votantes?
Y antes de irnos, dejemos por escrito, para que conste en acta, nuestra solidaridad con el compañero Carlos Sosa. Hartos, estamos hartos de decisiones judiciales incomprensibles.
Adenda. El sábado encontraron el cadáver de Hind Rajab, una niña de cinco años, en el barrio de Tel Al Hawa, en Gaza. Estaba dentro de un coche, rodeada de los cadáveres de sus cuatro primos y de su tío. Cerca, en otro vehículo calcinado, dos sanitarios muertos que intentaron ir a salvarla. El 29 de enero había pedido ayuda por teléfono a la Media Luna Roja. “Tengo miedo. Avisad a alguien para que me recoja, por favor. Se está haciendo de noche y me da miedo la oscuridad”. También pudo hablar un momento con su madre: “Mamá, no me dejes sola, tengo hambre, tengo sed y estoy herida”. La conversación se cortó. Han encontrado su cadáver doce días después.
¿Pero qué delirio surrealista viene a ponernos encima de la mesa Alberto Núñez Feijóo, precisamente él, el que mejor encarna la iconografía del macizo de la raza, el que atesora en sus venas la sangre heredada de don Pelayo e incluso la vertida en las Navas de Tolosa, cuando nos comunica que hace algunos meses tuvo a bien estudiar con sumo cuidado una posible amnistía a los traidores independentistas, o que incluso como consecuencia de su conocida bonhomía, estaría dispuesto a conceder el indulto a ese señor con cuernos y rabo, representante de la malignidad que quiere destrozar España, terrorista que era, ahora ya no estamos seguros, tanto como sicario del odiado Vladimir Putin y que responde al nombre de Carles Puigdemont, vade retro, aquí huele a azufre? Refrendamos el dicho: en casa estamos todos locos, menos la abuela, que está en el manicomio.
Sería interesante saber qué dirán hoy en el cuarto de estar de sus casas tantas familias que se han dejado bíceps y tríceps de brazos y piernas, catarros por la fresca, marcha por aquí, banderón por allá, en las manifestaciones convocadas por ese mismo señor para protestar contra el malhadado Sánchez, ese ser venenoso que quiere, mediante una ley votada en las Cortes y vigilada por todas las instancias jurídicas del país, incluso europeas, legalidad a tope, llegar al mismo lugar que este mentiroso de traca que se llama Alberto Núñez Feijóo. ¿Una ley de amnistía así aprobada sería más indigna que un gracioso indulto salido del porque a mí me da la gana de los adentros de este buen señor? ¿Qué patochada es ésta, con qué desvergüenza intentan tratarnos desde el PP los mismos señores que con una mano llevan recursos a todos los estamentos inimaginables, de acá y acullá, para perjudicar ese proceso, al tiempo que le acarician las mejillas al malévolo prófugo con un estamos dispuestos a indultarte? ¿Para qué tanto grito, tanta marcha, tanta crispación, tanta insidia, tanto insulto y tanto daño a la convivencia, si al final estamos en la misma vaina? Porque no nos engañemos, para las gentes del común, indulto y amnistía se mueven dentro del mismo marco.