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Gracias den por no ser cerceta en Doñana

Es terrible contemplar en toda su crudeza cómo unos cuantos políticos pueden arruinar lugares emblemáticos de la Humanidad. A veces hay que ponerse pomposos y un tanto cursis, y con Doñana y el PP (Vox es pura comparsa, el matón que acompaña al señorito) ya hemos llegado a ese punto. Es absolutamente inconcebible, como bien señala el mismísimo presidente del Consejo de Participación del Espacio Natural de Doñana, el biólogo Miguel Delibes, “…que adultos se obstinen y cierren los ojos a la realidad”. La barbaridad de Moreno Bonilla y Núñez Feijóo, máximo responsable del destrozo, que apoyó con firmeza, ya ha recibido las críticas feroces de políticos, científicos, ecologistas y hasta en Bruselas se han llevado las manos a la cabeza y amenazan con destapar la caja de los truenos. Y de las sanciones, no lo olvidemos. Este diario ha dado extraordinaria información, incluido un exhaustivo papel sobre el asunto, por lo que abundar en los datos se antoja superfluo.

Pero sería un error tratar esta aberración como una disputa política más. En absoluto. Los temas que afectan al medio ambiente, al cambio climático, hay que abordarlos con otra mentalidad ajena al cortoplacismo que caracteriza la actividad de los partidos, una elección tras otra y el populismo siempre acechando para arrebatar unos cuantos votos. Conviene que todos levantemos la cabeza y miremos un poco más allá, ese lugar del futuro donde vivirán, si es que pueden, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Así que vayamos a lo mollar y entendamos, o al menos intentemos hacerlo, dónde está el busilis de este extravío ecológico de la derecha más cernícala, encarnada en sus representantes del PP. ¿Quieren añadir a Abascal y sus huestes? Sea, pues, el PP y Vox.

La cosa está clara: estos nuevos liberales beben los vientos del pensamiento -de alguna manera habrá que denominar a ese racimo de estupideces- que nos llega desde las cloacas intelectuales del trumpismo, a las que añadir las variantes de Bolsonaro y otros preclaros ejemplos de mentes vacías. Negacionistas de todo, presumen de ello, pero en realidad de lo que reniegan es únicamente de aquellas cosas que puedan perjudicar sus obscenos ingresos multimillonarios, armados, además, con las tablas de la ley dictadas por la estulticia de sus conocidos santones, intelectuales analfabetos y falsos científicos fiados a la magia, que no al conocimiento. Se oponen a trabajar a favor del medio ambiente por cuestiones ideológicas y monetarias, no sólo de coyuntura política. Son asesinos de la naturaleza porque su fanatismo les impide desarrollar un mero pensamiento lógico. 

Y estos salvajes -¿de qué otra manera podemos denominar a quienes talan millones de árboles sin control alguno, esquilman los océanos y desprecian todos los indicadores científicos que avisan de un peligro medioambiental que ya sufrimos?- los tenemos entre nosotros, conviviendo en nuestros centros educativos y en nuestros parlamentos. Decíamos salvajes y permitan al Ojo, tan demagogo y panfletario como siempre, recordarles que así llamamos en su momento a aquellos talibanes afganos que volaron con dinamita en marzo de 2001 los budas de Bamiyan. ¿Es un exceso utilizar el mismo adjetivo para quienes quieren destruir un Parque natural como el onubense, cuajado de una única y riquísima vida vegetal y animal?

Recuerden aquella escena de Trump en La Casa Blanca cuando ante los documentos científicos que le presentaron sus asesores sobre el problema del CO2, el estrafalario presidente se limitó a responder “no me lo creo”, frase digna de pasar a los anales de algún récord Guinness que exista por ahí de ignorancia absoluta y cretinismo visceral. ¿Pero acaso encuentran ustedes alguna diferencia de peso con la reina del vermú madrileña, la inefable Isabel Díaz Ayuso, PP muy PP, que despreció la lucha contra el cambio climático porque “favorece el comunismo”? ¿O con ese insigne fatuo que es el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, Vox muy Vox, pidiendo a los jóvenes que no demonicen las emisiones de CO2? 

Lo peor de este envite de Doñana, tan grave, tan desesperanzador, es que sitúa al PP y a su líder, Alberto Núñez Feijóo, en esa zona ideológica de la derecha que coincide con lo más reaccionario del hemisferio occidental, desde Trump, perdón por la insistencia, a Meloni o similares, y aleja al primer partido de la oposición en España de una derecha algo más inteligente, madura y acorde con los valores de una sociedad moderna y civilizada. De cabeza al oscurantismo de los fanáticos, allá donde es muy fácil entrar pero mucho más difícil salir. Ha tenido Feijóo muchas ocasiones de mostrarse como una persona nueva y menos ridícula que su antecesor, el pimpollo Casado, tan frenético como ignorante y bobón, pero pierde todas las ocasiones que se le presentan, ahogado por la rudeza de la extrema derecha de Vox, muy reforzada por la presidenta madrileña, en tantas ocasiones difícil de distinguir de una Marie Le Pen o una Giorgia Meloni, tan ultras como ella. Mala senda ha elegido Feijóo para presumir de moderado. 

Y no nos olvidamos, no. ¿Cómo silenciar el cristo entre Sumar y Podemos? El tiempo avanza y desde las filas moradas, contemplemos el panorama a vista de dron, se siguen forzando las cosas hasta límites difíciles de revertir. Menos mal que Sánchez, con los ministros de Podemos sentados en la mesa de Gobierno, pongan ustedes el cascabel a ese gato, ha entendido que la vivienda era un problema de primera magnitud, y al tiempo que ha cerrado con sus socios la ley correspondiente, ha hecho algún anuncio interesante de poner en circulación más vivienda social. ¿Electoralismo? Pues bienvenido sea si sirve para evitar esa sangría que comía la vida a muchas familias y a muchos jóvenes con ánimo de formarlas. 

Por cierto, ¿recuerdan ustedes que hace mucho, muchísimo tiempo, Ramón Tamames protagonizaba en nombre de Vox una moción de censura contra Sánchez? Tanta huella dejó que años parece que han pasado desde aquella bufonada.

Adenda. Quiere Moreno Bonilla asfixiar Doñana, pero tiene tiempo de hacer cuestión de estado de una chanza televisiva sobre la Virgen del Rocío. ¿Saben en el PP qué significa libertad de expresión en un Estado laico? Tengan cuidado con tanta vergonzante beatería y no le fuercen las costuras al Ojo, que se pone a contar chistes de vírgenes, curas y monjas y no acaba. El señor Moreno Bonilla y todo su gobierno pueden formar un extraordinario orfeón de meapilas, pero el presidente de la Junta de Andalucía, puro Estado constitucional, jamás debe fungir de militante chupacirios.

Es terrible contemplar en toda su crudeza cómo unos cuantos políticos pueden arruinar lugares emblemáticos de la Humanidad. A veces hay que ponerse pomposos y un tanto cursis, y con Doñana y el PP (Vox es pura comparsa, el matón que acompaña al señorito) ya hemos llegado a ese punto. Es absolutamente inconcebible, como bien señala el mismísimo presidente del Consejo de Participación del Espacio Natural de Doñana, el biólogo Miguel Delibes, “…que adultos se obstinen y cierren los ojos a la realidad”. La barbaridad de Moreno Bonilla y Núñez Feijóo, máximo responsable del destrozo, que apoyó con firmeza, ya ha recibido las críticas feroces de políticos, científicos, ecologistas y hasta en Bruselas se han llevado las manos a la cabeza y amenazan con destapar la caja de los truenos. Y de las sanciones, no lo olvidemos. Este diario ha dado extraordinaria información, incluido un exhaustivo papel sobre el asunto, por lo que abundar en los datos se antoja superfluo.

Pero sería un error tratar esta aberración como una disputa política más. En absoluto. Los temas que afectan al medio ambiente, al cambio climático, hay que abordarlos con otra mentalidad ajena al cortoplacismo que caracteriza la actividad de los partidos, una elección tras otra y el populismo siempre acechando para arrebatar unos cuantos votos. Conviene que todos levantemos la cabeza y miremos un poco más allá, ese lugar del futuro donde vivirán, si es que pueden, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Así que vayamos a lo mollar y entendamos, o al menos intentemos hacerlo, dónde está el busilis de este extravío ecológico de la derecha más cernícala, encarnada en sus representantes del PP. ¿Quieren añadir a Abascal y sus huestes? Sea, pues, el PP y Vox.