En un día conmovedor para la Argentina y el mundo, elDiarioAR publica un blog sobre la vida, la muerte y las despedidas a Diego Maradona.
Un decreto de amor desesperado
Un detalle, un preciosismo histórico, desnuda la huella de Alberto Fernández en el decreto-poema con que el gobierno argentino declaró tres días de duelo nacional para despedir a Diego Armando Maradona, una pausa para que se celebre el ritual de compartir la tristeza.
En la primera línea del segundo párrafo de los considerandos aparece el apodo “Pelusa”, un registro del primer Maradona, el de “Los Cebollitas”, el de Argentino Juniors, el equipo donde debutó el mejor jugador de futbol de todos los tiempos, ese incómodo mito llamado Diego Armando. Lo de “Pelusa” fue un guiño de Fernández, más como hincha de Argentinos que como presidente.
Una microhistoria, arrebatada, rodeó el decreto del duelo que en sus tres páginas, lejos de la hechura jurídica y fría, transita la sensibilidad, un decreto de amor desesperado.
Todavía en shock, Fernández -que suspendió su agenda oficial- se lo pidió a Vilma Ibarra, la secretaria de Legal y Técnica, un rato después de conocer la noticia y le hizo una indicación puntual.
- Que trasmita lo que es Diego, lo que significa Diego -, le dijo.
Es, dijo Fernández, en presente; en presente continuo de Maradona.
Ibarra reunió a su equipo y, contra reloj, comenzó una redacción trabajosa y difícil en su oficina de la planta baja de la Casa Rosada.
A las horas tuvo un primer borrador y se lo llevó a Fernández que lo revisó en su despacho, hizo unos retoques, incorporó alguna línea, y le dio el OK. Fue el texto final, una enumeración sensible de las magias de Maradona, un breviario correcto que genera empatía y nostalgia, extraña virtud de un decreto.
A las 20, el texto se publicó en el Boletín Oficial con la firma del presidente, el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y el ministro de Deportes, Matías Lammens. A esa hora, ya se había despejado el ingreso principal a Casa Rosada, que está en obra desde hace años, para prepararlo para la despedida.
Es en los considerandos, no en la parte normativa, donde el texto oficial se despoja del corset oficial. Son 633 palabras, que se eslabonan para recodar que Diego Armando Maradona, popularmente llamado “Pelusa”, o simplemente Diego, nació el 30 de octubre de 1960 en VIlla FIorito, que menciona a Los Cebollitas, a Boca, que decreta que fue el autor del mejor gol de la historia del fútbol -el que le hizo en México '86 a Inglaterra, el segundo, el del desparramo, el gol absoluto- de su inigualable destreza futbolística, del llanto (y su puteada en mute, bien vocalizada para que se entienda) por TV en Italia '90, del Nápoli y del Barca, de esa marca que hizo que decir Argentina sea como celebrar, remitir, recordar a Maradona.
Un decreto inusual, quizá irrepetible. Como Maradona.
Un detalle, un preciosismo histórico, desnuda la huella de Alberto Fernández en el decreto-poema con que el gobierno argentino declaró tres días de duelo nacional para despedir a Diego Armando Maradona, una pausa para que se celebre el ritual de compartir la tristeza.
En la primera línea del segundo párrafo de los considerandos aparece el apodo “Pelusa”, un registro del primer Maradona, el de “Los Cebollitas”, el de Argentino Juniors, el equipo donde debutó el mejor jugador de futbol de todos los tiempos, ese incómodo mito llamado Diego Armando. Lo de “Pelusa” fue un guiño de Fernández, más como hincha de Argentinos que como presidente.