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'Si tienes la regla no es mi culpa', caras de asco y otras formas de hacernos sentir mal con nuestra menstruación
Que levanten la mano las mujeres que hayan escuchado alguna vez eso de 'estás de mala leche, ¿tienes la regla?'. Y también las que al levantarse de una silla le han preguntado a su amiga si tienen manchado el pantalón de sangre –porque qué vergüenza-, o las que se van al baño a cambiarse con el tampón escondido en la manga. También las que han aguantado estoicas sin ningunas ganas en su puesto de trabajo, matando a ibuprofenos el dolor menstrual, sonriendo ante los inoportunos comentarios de otros.
Un mandato social implícito nos ha venido diciendo que la regla es algo que es mejor llevar en secreto y dentro de la intimidad del baño. De puertas para fuera, para no incomodar a nadie, mejor disimularla, ocultarla, reservarla a las mujeres y tampoco en cualquier parte: que no salga de casa.
Este viernes se celebrará el Día de la Menstruación y en elDiario.es hemos preguntado a varias mujeres qué estigmas siguen pesando sobre ellas durante la regla, si siguen recibiendo comentarios referentes a su mal humor o sus enfados, o avergonzándose de la regla y sus efectos colaterales.
'Esa cosa que padecéis las mujeres'
Pregunto en un grupo de WhatsApp de amigas si alguna quiere compartir una anécdota menstrual. Responde Aroa, tiene 30 años:
-Mi jefe siempre evita nombrar las palabras 'regla' y 'menstruación'. Lo llama 'esa cosa que padecéis las mujeres' o 'esos días que os dejan fatal'.
En su caso no va tan desencaminado. Aroa sufre importantes dolores y mareos durante el ciclo que en varias ocasiones le han obligado a pedirle permiso para ausentarse del puesto de trabajo. “Para eso es comprensivo conmigo porque a su mujer le sucede algo parecido”.
No habléis de la regla, qué asco
Carolina (nombre ficticio) es una mujer de 24 años que desde hace tiempo está muy concienciada con la salud menstrual, fue la primera de sus amigas en usar la copa y siempre que puede la recomienda. “El otro día una compañera del trabajo me preguntó que cómo se utilizaba, y mientras se lo explicaba (se hierve, te la pones, te la cambias y la lavas con agua…) las demás de la mesa, que eran todas mujeres, ponían caras de asco”.
Alba, madrileña de 27 años, cuenta que su compañero de oficina finge que le dan arcadas cada vez que ella saca un tampón para ir a cambiarse al baño. “A veces se lo lanzo, para fastidiarlo, y él se aparta corriendo como si fuera material corrosivo”. Dice que también es habitual que haga bromas con su humor durante esos días y que atribuya todas sus reacciones a la regla. “Nos reímos, pero está obsesionado. La de 'si tienes la regla no es mi culpa' es mi favorita. ¿Entonces la culpa es mía?”, se pregunta Alba.
Trapicheo de tampones de camino al baño
Aroa también cuenta que se ha fijado en que una de sus compañeras siempre acude al baño con el bolso completo durante los días del periodo. “Para no sacar los tampones allí delante de todo el mundo”, aclara. “A mí, por ejemplo, eso ya me da igual”. Sin embargo para Azucena, opositora burgalesa de 36 años, sacar el tampón, la compresa o la copa de turno delante de otros sigue siendo un mal trago y trata de pasarlo cuanto más discretamente mejor. “Siempre escondo el tampón sujeto en la mano o en la manga de la camiseta, para que no se vea”.
También cuando nos dejamos alguno de estos artículos de higiene menstrual las unas a las otras, nos decimos al oído '¿oye, tienes un tampón?', y después nos lo pasamos por lo bajo palma con palma como si se tratase de un trapicheo con fardos de droga. “Cuando lo haces normal la gente se queda mirando y no me gusta que sepan que estoy con la regla, no sé por qué, pero por eso lo hago con disimulo”, añade Azucena.
“Quería que me tragara la tierra”
La profesora Ana Iniesta recibe a elDiario.es por videoconferencia en una clase con sus alumnas y alumnos de 3º de ESO, todas y todos tienen en torno a 15 años. Les cuesta arrancarse a hablar, pero Lucía rompe el hielo y los demás se animan en cascada. “Ahora ya me da igual, pero recuerdo que en sexto me bajó la regla y manché la silla, quería que me tragara la tierra y lo pasé muy mal”. De fondo se oye a otras chicas admitir que a ellas también les había dado miedo manchar la silla o pedirle a un profesor ir al baño mencionando la regla.
“Recuerdo un día que lo pasé muy mal porque le pedí a un profesor que me dejara ir al baño y no me dejaba. Yo no quería decirle que era por la regla y que tenía que cambiarme, solo le dije que era urgente. Pensé que los chicos no me iban a apoyar en ese momento, sin embargo intervinieron para decirle que me dejara ir, pero no me dejó hasta el final de la clase”. Su maestra Ana añade que “antes era muy raro que una alumna se acercase a pedirte un tampón o una compresa, o a decirte que necesitaba ir al baño porque tiene la regla. Ahora ya lo hacen con total normalidad”.
Aun así, la mayoría de ellas aseguran seguir escuchando comentarios del tipo '¿qué pasa, que tienes la regla?', para ironizar con su mal humor. “Cada vez nos lo dicen menos, nos sentimos bastante cómodas hablando de esto con nuestros compañeros”.
*Si has vivido alguna de estas situaciones u otras relacionadas con el machismo cotidiano y la regla escríbenos a micromachismos@eldiario.es y menciona nuestra cuenta @Micromachismos en Twitter.
Que levanten la mano las mujeres que hayan escuchado alguna vez eso de 'estás de mala leche, ¿tienes la regla?'. Y también las que al levantarse de una silla le han preguntado a su amiga si tienen manchado el pantalón de sangre –porque qué vergüenza-, o las que se van al baño a cambiarse con el tampón escondido en la manga. También las que han aguantado estoicas sin ningunas ganas en su puesto de trabajo, matando a ibuprofenos el dolor menstrual, sonriendo ante los inoportunos comentarios de otros.
Un mandato social implícito nos ha venido diciendo que la regla es algo que es mejor llevar en secreto y dentro de la intimidad del baño. De puertas para fuera, para no incomodar a nadie, mejor disimularla, ocultarla, reservarla a las mujeres y tampoco en cualquier parte: que no salga de casa.