Según el lobby peletero, en Galicia se “producen” unas 615.000 pieles de visón americano al año, es decir, cientos de miles de animales gaseados por su piel para satisfacer una demanda que apenas encuentra interés en el propio territorio español.
En esta comunidad permanecerían operativas 25 granjas, que albergan a los mustélidos en condiciones que sorprenderían al gran público. Para prevenirlo, los grupos de presión siempre han sido muy cuidadosos en mostrar la realidad de su negocio, vetando la presencia de periodistas, construyendo altos muros alrededor de sus naves y amenazando a todo aquel que intente realizar un video o una simple fotografía de la terrible vida de estos pequeños animales.
Sin embargo, en los últimos años, investigaciones de ONG como Igualdad Animal y Tu Abrigo Su Vida han destapado la realidad de una industria que sobrevive gracias al favor de los gobernantes. Instituciones como el Ministerio de Agricultura o la Xunta de Galicia han hecho más para mantener abiertas las granjas de visones que cualquier campaña de greenwashing de la patronal.
La aparición de la Covid-19 ha supuesto un desafío internacional para el mundo científico y para todo el sistema capitalista. Con millones de muertos y otros tantos casos de contagio en el planeta, las granjas peleteras no han sido ajenas al reto y, gracias a estudios realizados en un tiempo récord, hemos sabido cómo el visón puede ser contagiado por los humanos y viceversa.
Tenemos bombas pandémicas por decenas en España y las condiciones de cautividad de estos pequeños animales hacen que cada granja se convierta en un potencial reservorio de potenciales mutaciones víricas.
Esta capacidad de contagio conlleva para los animales una mala prensa que allana el camino para medidas de matanza masiva, como sucedió en Dinamarca con 17 millones de mustélidos y también en España, cuando en una granja de la provincia de Teruel se mató a más de 100.000 con la excusa de evitar contagios. En otros casos, la opacidad de las administraciones públicas es vergonzosa: al momento de escribir este texto el 56% de las granjas de Galicia había notificado casos de Covid-19, pero no se explica nunca cuál es el final de los animales, seguramente para evitar una reacción social negativa contra este negocio cruel.
Ahora te preguntarás que ha hecho la patronal. NADA. No le hace falta salir en los medios de comunicación al paso de las noticias negativas sobre sus granjas porque los poderes públicos son su mejor paraguas. Las consejerías de las diferentes comunidades autónomas ya se encargan de contarnos que los brotes están controladísimos y que los protocolos preventivos funcionan. ¿Cómo van a funcionar cuando hay casos en más de la mitad de las explotaciones?
En respuesta a la desinformación, la Fundación Franz Weber y Tu Abrigo Su Vida impulsan desde 2020 una intensa campaña para reclamar la clausura de las granjas y un plan de reconversión que posibilite crear puestos de trabajo dignos y seguros, avanzando hacia sectores que no torturen animales para obtener ingresos. El informe 'Visones 360' es un buen ejemplo de esta labor, detallando la respuesta que ha ofrecido cada país a la crisis peletera, la vida de mierda de estos pobres animales y el efecto que ello implica sobre el planeta.
Vacunas para el visón antes que para los países en desarrollo
La reacción del lobby peletero a la capacidad del visón americano de transmitirnos el SARS-CoV-2 ha sido sorprendente: anunciar la vacunación de los animales en granjas, en lo que parece un evidente intento de calmar los ánimos y de seguir vendiendo pieles de animales como si ello no tuviera otros impactos: crueldad animal, contaminación ambiental, daños en la biodiversidad…
De este modo, comenzando por Rusia y Finlandia, los pequeños mamíferos recibirán antes una dosis de la vacuna que millones de personas residentes en países en vías de desarrollo.
La medida es obscena, se mire por donde se mire, porque no procura la salud de los animales sino el bienestar de una industria que hace dinero matándolos por su piel para que una minoría compre abrigos confeccionados con sus lomos.
Vacunarán visones para despellejarlos a los pocos meses. Indecencia propia de quienes consideran que el pelaje de un ser vivo es algo digno de llevar encima, cuando existen tejidos y propuestas de vestimenta libres de crueldad y con un impacto ecológico mucho menor que su manufactura.
¿La Ley que acabará con las granjas?
El pasado 6 de Octubre se presentó en Madrid el Anteproyecto de Ley de Protección Animal. Si bien no es la primera vez que se intenta trasladar un texto de estas características a las Cortes Generales, en esta ocasión el documento incluye un apartado que podría clausurar definitivamente las granjas peleteras.
Así, el artículo 39.5 señala que “se prohíbe la cría de animales silvestres alóctonos, tanto terrestres como marinos, así como comerciar con aquéllos, incluido el caso de explotación de sus pieles o subproductos (…)”, lo que abre esa puerta a la abolición.
Con muchos trámites por delante, el Anteproyecto promete abrir un debate sobre la pervivencia de la peletería. Debate, por cierto, que se ha cerrado en numerosos países, que ya han adoptado el fin de esta industria violenta con amplias mayorías parlamentarias.