Escribo y borro. Feminismo y antiespecismo. Escribo y borro. Estoy muy lejos de mi zona de confort. Soy periodista en Euskal Herria y llevo más de 26 años escribiendo en euskara. No puedo evitar sentirme un poco fuera de lugar, aquí, en este rincón al que me ha traído Ruth Toledano, de la mano, y con mucho cariño. Vuelvo a escribir y vuelvo a borrar. Feminismo y antiespecismo. ¿Qué puedo aportar? Soy feminista, soy antiespecista. Elegí el 8 de Marzo de 2005 para hacerme vegana. Lo que entonces era una intuición y una vivencia personal, se ha convertido en aprendizaje colectivo. Pero yo no soy una académica. Yo no soy una experta en teoría feminista o antiespecista. Ya lo he dicho, solo soy periodista. Mi trabajo es, precisamente, ser altavoz de otras historias, no de la mía. Pero aquí estoy. Escribo y borro. Escribo e intento no borrar. Y siento, finalmente, que lo más honesto que puedo hacer es hablaros un poco de mí.
Volvamos a esa primera fecha. 8 de Marzo de 2005. Primer día siendo oficialmente vegana. En diciembre de 2004, me uní al colectivo Denok Animaliak, de Iruñea. Hasta entonces, yo era una vegetariana que sentía que debía dejar los lácteos y los huevos. Nada más. Recuerdo que no me gustaba la leche de soja y recuerdo que nadie sabía de qué hablábamos cuando empezamos a hablar de antiespecismo. Organizábamos sesiones de cine para mostrar Earthlings, repartíamos folletos en la calle y usábamos una y mil veces en nuestras charlas aquel cartel que equiparaba racismo, especismo y sexismo. Lo hacíamos sin mala intención; pero lo hacíamos, también, sin ningún tipo de reflexión. Más allá del cartel, poco o nada hablábamos de esas ni de otras opresiones.
Soy muy consciente de aquellos errores, de todo lo que hice mal. Y agradezco, de corazón, haber tenido la oportunidad de tejer redes que me han ayudado a aprender y desaprender, a comprender mis situaciones de privilegio y a darme cuenta, sobre todo, de la importancia que tiene mirar alrededor, mirar, siempre, más allá. Denok Animaliak desapareció e Iruñea sigue siendo especista, pero en Iruñea y su comarca, ahora mismo, también está en marcha un proceso –Erein– que tiene como objetivo tejer redes entre las personas antiespecistas, crear un nuevo colectivo que las una. ¡Y qué importantes son esas redes! ¡Qué importantes esos referentes!
Askekintza de Donostia fue uno de los primeros para mí; sin duda, el más importante. Porque puso sobre la mesa la necesidad de trabajar desde lo local, teniendo en cuenta al resto de movimientos sociales, y haciendo todo eso, además, en nuestra propia lengua, en euskara. Muchos otros colectivos acompañan ahora a Askekintza en el camino hacia la liberación animal y, en general, la apuesta es la misma o parecida: grupos locales que evidencian la dimensión política del movimiento por la liberación animal, a través de su empeño por tejer redes con otros movimientos sociales. Eso a mí me lo ha enseñado el feminismo.
Miremos a los márgenes. Cuestionemos el centro que dicta las normas. Sin olvidar que, muchas veces, por muy antiespecistas y feministas que seamos, ese centro somos nosotras. Porque Laura Fernández me enseñó que no es lo mismo decir que todes somos animales siendo blanca o negra; Daniela Cladera me habló de decolonizar el veganismo, y me puso de pie frente a mi propio racismo; ese que, como el machismo, viene de serie con el capitalismo que no cesa; Marta Gómez y muchas otras mujeres autista me enseñaron el verdadero sentido de la palabra cuidar. Y, gracias a que cuenta con esas mujeres autistas o antiespecistas, el movimiento feminista, y este mundo, son un poco mejores.
Esas mujeres, y otras muchas, son las que cada día trabajan y viven el antiespecismo y el feminismo. Me han ayudado, me han enseñado, me han cogido de la mano cuando lo he necesitado, y gracias a todas ellas sigo aquí. Ya termino. Dejadme decir solo una cosa más: que en esta mierda de sistema capitalista que convierte a los animales no humanos en mano de obra y mercancía, en este día a día lleno de anuncios que nos venden cuerpos muertos de animales que sentían, hay un lugar donde me siento libre y segura: mi familia de Nor. Me cuidan y siguen luchando por mí. Eskerrik asko!
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