Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Antirracismo y antiespecismo: ¿nueva alianza o postureo en redes?

Conmemoración de la Resistencia Indígena. Barcelona, 12 de octubre de 2019

Melinda Decker / Gabriela Parada Martínez

3

I can't breathe

“I can't breathe” son las últimas palabras que emitió George Floyd al ser asfixiado hasta la muerte por el policía Derek Chauvin en Mineápolis, Estados Unidos. Palabras que se han hecho eco en el mundo por la oleada de protestas que han suscitado durante el último mes en más de un centenar de ciudades en los Estados Unidos. A pesar de la mediatización de este caso en particular, no es un hecho aislado. La brutalidad policial contra las personas negras o racializadas tiene un largo entramado histórico. Son innumerables las víctimas del racismo estadounidense y estos asesinatos ocurren de forma sistemática.

Un estudio del Washington Post revela que aunque las personas afroestadounidenses son solo un 13% de la población, la tasa de muerte a manos de la policía es el doble que el de la población blanca. Los hispanos también son asesinados a un ritmo desproporcionado.

Por otro lado, un hombre negro tiene 6 veces más posibilidades de ser encarcelado que un hombre blanco y 2,5 veces más que uno latino. Esto explica que, con una tendencia en aumento, la comunidad negra e hispana representen el 60% de la población del complejo industrial carcelario.

En el contexto estadounidense, ni la muerte de George Floyd ni la legítima rabia y lucha antirracista desbordada en las calles son novedad. Obedecen a una tensión histórica que es esencial y constituyente de la nación estadounidense.

No puedo respirar

Las manifestaciones se han extendido por otros países, entre ellos el Estado español. En redes sociales, individualidades y colectivos se sumaron al #blackout del pasado martes 2 de junio, y el tema aún se mantiene vigente aunque ha dejado de ser Trending Topic. Fuera de la virtualidad, se tiene registro de protestas en Madrid, Barcelona, Murcia, Zaragoza, Málaga, Valencia y las Islas Canarias.

Colectivos migrantes de afrodescendientes, personas racializadas y afroespañolas recogieron el testigo de las compañeras al otro lado del Atlántico y volvieron a salir, como lo han hecho antes, contra la brutalidad policial del Estado español, las deportaciones, las muertes en el Mediterráneo, las redadas racistas, el cierre de los CIES (Centros de Internamiento para Extranjeros) y el maltrato y abuso a menores no acompañados dentro de los centros tutelados. Realidades cotidianas de quienes se aventuran a cruzar la Fortaleza Europea o nacen en ella con códigos culturales o fenotipos no blancos.

Al margen de toda importancia, personas euroblancas, ajenas a estos colectivos, hasta ahora aparentemente indiferentes ante el racismo, se han pronunciado por primera vez y enérgicamente contra él. No es posible cuantificar la indiferencia, ni se tiene un registro de la actividad política de quienes recientemente rechazan el abuso policial como clara manifestación del racismo institucional; sin embargo, varias compañeras compartieron sus impresiones y dudas sobre la trascendencia de este fenómeno una vez pasado el boom mediático:

“No puedo evitar mostrarme escéptica y preguntarme si esta indignación globalizada es tan solo una moda, si es hipocresía o ha venido para quedarse definitivamente. Y me lo pregunto porque vivimos en la sociedad de las tendencias. Algo se hace viral y tendemos a sumarnos, ignorando, en este caso, las significaciones políticas ligadas a la lucha antirracista”, comparte la comunicadora afrofeminista Desirée Bela-Lobedde.

¿Hipocresía? ¿Oportunismo? ¿Tendencia? Las mismas preguntas nos hacemos nosotras sobre el posicionamiento público mostrado por organizaciones e individualidades que se visibilizan como parte del movimiento por la defensa de los animales.

Este interrogante será respondido en el futuro. Y para ese futuro es necesaria una crítica del presente que justamente guarda relación con los comentarios vertidos a raíz del asesinato de George Floyd y la campaña internacional contra el racismo.

All lives matter

Evidentemente, todas las vidas importan. Evidentemente, para las personas antirracistas antiespecistas las vidas de los animales no humanos importan. Pese a ello, el movimiento #blacklivesmatter es lo suficientemente importante en sí mismo como para desplazar el foco de las vidas negras por las vidas de los animales no humanos.

Si bien es verdad que las vidas y muertes de los animales no humanos reciben muy poca atención social, y eso es algo que muchas personas queremos cambiar, es desafortunado instrumentalizar el lema y el movimiento #blacklivesmatter para los fines antiespecistas, especialmente cuando no se ha demostrado un compromiso real con la lucha antirracista.

Imagina que, ante la muerte de una mujer en manos de su agresor, el comentario de un hombre cis hetero fuese que miles de animales mueren en los mataderos y que eso también es agresión y asesinato. ¿Te parece apropiado? ¿Lo harías? ¿Qué clase de respuesta recibirías ante ese comentario?

Esta generalización o intento de universalizar el derecho a la vida en este contexto elimina la especificidad del grupo oprimido que está en cuestión (las personas negras y racializadas), que reciben violencia estructural de una manera diferenciada a como la viven las personas blancas.

En el caso de los animales no humanos se intenta ampliar la consideración de este otro grupo oprimido, pero se hace a costa de invisibilizar o sacar del foco a las personas negras o racializadas y las opresiones concretas que experimentan.

La cabeza de un cerdo en las manifestaciones por la muerte de George Floyd

Una fotografía donde aparece una persona negra sosteniendo la cabeza de un cerdo en una manifestación en Mineápolis levantó múltiples críticas por parte del movimiento internacional en defensa de los animales.

Cuando entendemos el carácter estructural de un sistema de opresión, nos queda claro que todos los códigos culturales están atravesados por ese sistema, en este caso el especismo.

Los cerdos han sido utilizados como sinónimo de suciedad, corrupción, consumismo, bajeza, etc, y por eso mismo como representación de la policía, quien hemos podido constatar que muchas veces encarna actitudes ruines y deplorables.

Resistirse a hacer uso de paralelismos entre cerdo y policía o cerdo y consumista juega un papel importante al momento de desarticular estos códigos y construir nuevas formas de ver, imaginar, representar a los animales no humanos.

Coincidimos; pero señalar que una persona negra en una manifestación haga uso de este código cultural y “no hacerlo cuando los supremacistas blancos utilizan a los animales como armas contra la comunidad negra” es racismo, tal cual lo señalaría le activista Christopher Sebastian McJetters en una de sus publicaciones en redes sociales.

Mientras el movimiento señalaba esto, era totalmente indiferente ante el hecho de que para reducir estas manifestaciones se utilizaron perros, incluso habiendo registro gráfico de ello. Tampoco suscitó indignación por parte del movimiento de defensa animal que en las protestas en Texas por la muerte de George Floyd la policía utilizara caballos y una manifestante fuese arrollada por la policía montada.

Especismo en un mismo marco, pero ¿a quién decidimos señalar?, ¿qué se viraliza y qué se mantiene en la penumbra?, ¿por qué decidieron señalar como opresor a la persona negra que sostenía la cabeza del cerdo y decidieron guardar silencio sobre los animales no humanos utilizados por la policía para acallar las protestas?, ¿realmente se puede negar un sesgo racial, incluso al momento de criticar y señalar el especismo?, ¿no era oportuno señalar que la policía, además de racista, es especista e instrumentaliza y explota caballos y perros para violentar los derechos humanos de las personas negras?

No hay una selección objetiva sobre a quién y en qué contexto señalar el especismo. De igual forma, tampoco hay una selección objetiva sobre ante qué acto de violencia racista posicionarse; resulta mucho más sencillo encararlo si ocurre a miles de kilómetros de nuestro contexto. Es sencillo posicionarse mirando hacia el país que mojan las aguas del Atlántico norte y permanecer pasivo ante las miles de muertes en el Mediterráneo o las que ocurren aquí mismo, en condiciones similares, en nuestras calles y en nuestros barrios.

Supremacismo moral

En este contexto, nuevamente se hizo presente la dinámica de señalar el especismo desde una superioridad moral. Entiéndase esto de una manera tan básica como: “Yo soy mejor que tú porque no consumo animales”; en este caso, “yo soy mejor que tú porque no utilizo sus cuerpos como pancarta en una manifestación”.

¿Y qué ocurre cuando este supremacismo moral lo encarna una persona blanca y lo esgrime contra una persona negra? ¿Sobre qué escenario se realiza este ejercicio? Sobre una organización-mundo abismalmente desigual, en todos los aspectos, entre personas blancas y personas racializadas. Este pedestal moral donde se colocan solo reafirma el supremacismo blanco del que parecen renegar enardecidamente en estos últimos días.

No se trata de ser condescendiente ante el especismo de las personas negras o racializadas, como ya argumentamos en otra ocasión, se trata de “centrarse en una ética animal y reconocer el propio lugar de enunciación como un lugar no exento de privilegios”.

Para construir alianzas fuera de la fugacidad de las redes sociales es indispensable pensar estrategias, y ver en el silencio y en el estar fuera de foco una posibilidad de acción política.

Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Etiquetas
stats