Vivimos en un entorno y en un tiempo en el que el amor y el respeto a los animales se ha convertido en un valor cada vez más relevante. Sin embargo, en la Unión Europea existe una sensibilidad animalista muy superior a la que hay en España. O a la que se transmite desde la realidad española cotidiana. El hecho de que la Ilustración fracasara en su intento de modernización de nuestro país explicaría por qué han sobrevivido determinadas tradiciones de maltrato animal que sí desaparecieron en el resto del continente.
No podemos asistir impasibles a esa subcultura de maltrato animal tan extendida en España, amparada en la tradición –o creada recientemente aun careciendo de ella–, que encontramos en infinidad de festejos populares –unos tres mil– por toda nuestra geografía, centrados en diversas formas de maltratar y/o matar animales como espectáculo público. ¿Es que no sabemos divertirnos sin provocar dolor e incluso sangre?
La gente debería saber que el estereotipo de España en el mundo es el del maltrato animal. Así nos ven desde fuera y eso debería ser motivo de preocupación. Nos hemos acostumbrado a convivir con el maltrato animal, sin comprender que supone un escándalo para el mundo, donde resulta algo absolutamente incomprensible, constituyendo una de las manchas que salpican la llamada Marca España. Si al Gobierno le preocupara la imagen exterior, debería ocuparse de acabar con la tragedia de los galgos abandonados, arrojados a pozos o ahorcados, que se repite anualmente al acabar la temporada de caza y que provoca campañas de boicot a productos españoles en EEUU, por ejemplo.
La apuesta de este Gobierno por blindar la tauromaquia como Patrimonio Cultural puede acabar perjudicando las subvenciones europeas en favor de las dehesas y de la ganadería si se vincula al toro de lidia, por poner otro ejemplo. Debería ser la ética o el respeto a los valores de una sociedad del siglo XXI quien guiara a nuestros gobernantes en este cambio, pero, si no, al menos que lo hagan por interés económico. Pues hace falta un giro copernicano en las políticas públicas de protección animal en nuestro país.
En ese contexto, algunas personas que nos dedicamos a la política, más allá de nuestras siglas, hemos querido comprometernos para intentar que llegue la Ilustración, por fin, a España y que nos pongamos en el lugar que merecen los animales en nuestro tiempo.
El 19 de diciembre de 2007, un grupo de diputados y senadores decidió constituir la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Animales (APDDA). Eran Francisco Garrido y Joan Oms (Los Verdes), Joan Herrera y Jordi Guillot (ICV), Josep Maldonado (CiU), Isabel Salazar (PSOE) y Joan Josep Nuet (IU-EUiA). Llevaban toda la legislatura promoviendo individualmente iniciativas en favor de los animales (como, por ejemplo, por el reconocimiento del Proyecto Gran Simio, que alcanzó una gran proyección mediática), pero la creación en el Senado de una peña taurina les impulsó a crear una asociación no solo antitaurina, sino dedicada en general a la defensa de los derechos de todos los animales. Casi siete años después, somos unos cuarenta parlamentarios y ex parlamentarios de un amplio abanico, de casi todos los grupos, desde el PP a ERC, que tenemos algo en común: nuestro compromiso personal por los animales, más allá de lo que puedan postular nuestros propios partidos.
En la presente legislatura hemos decidido centrarnos en el trabajo político-legislativo, que es nuestra especificidad dentro de las asociaciones de defensa animal, con un doble objetivo: por un lado, exigir la aprobación de una ley marco de protección animal que cubra las lagunas existentes hoy en día en las diversas legislaciones autonómicas, garantizando un mínimo de protección y bienestar animal frente a algunas Comunidades Autónomas que carecen de ley y otras donde se conformaron con un nivel muy laxo; y por otro lado, endurecer las penas por maltrato animal en la reforma del Código Penal.
Traspasado el ecuador de la legislatura, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente ha elaborado un anteproyecto de ley que, aunque se limita exclusivamente a tenencia y compraventa de perros y gatos, de entrada plantea medidas avanzadas (prohibición de venta de estos animales en tiendas, medidas de control para los perros de caza…), que podrían responder a buena parte de la demanda social del movimiento animalista. Sin embargo, la presión del comercio de animales de compañía y del lobby de los cazadores parece haber convencido al Gobierno para que anule esas medidas antes de aprobar el proyecto de ley y remitirlo al Parlamento. Como asociación, será entonces cuando llegue nuestro momento: estamos analizando el anteproyecto y las propuestas y contrapropuestas de los diversos sectores concernidos, y en su momento elaboraremos nuestras aportaciones para ofrecerlas a todos los grupos parlamentarios durante la fase de enmiendas. Ojalá podamos concitar una amplia mayoría en torno a ellas.
Ese es el mismo sistema que hemos empleado durante la larga tramitación del proyecto de ley de reforma del Código Penal, que continúa en fase de enmiendas. Como APDDA, hemos entregado a los grupos parlamentarios el texto y la extensa motivación de 9 enmiendas. Nuestro principal objetivo es que, en los casos más graves, el maltratador de animales ingrese efectivamente en prisión, por lo que proponemos ampliar la pena de uno a tres años, ya que actualmente con condenas inferiores a dos años y sin antecedentes se suele eludir la cárcel, con lo que la sociedad no interioriza la gravedad de los hechos y no se produce la necesaria sensibilización y posterior condena social. Con el maltrato animal deberá pasar como con el delito ecológico: solo cuando el primer empresario pisó la cárcel por haber contaminado, la sociedad supo que el delito ecológico iba en serio.
Por supuesto que hace falta un gran trabajo de sensibilización social, por eso hemos pretendido servir de puente entre el movimiento animalista y las instituciones, programando con cierta frecuencia actos públicos en el Congreso de los Diputados, como el de «Cultura contra el maltrato animal» (en noviembre de 2012, con la participación de Ian Gibson, Ruth Toledano, Nativel Preciado, Anna Mulà, Cristina Narbona y Julio Ortega), el foro «Galgos, España ante el mundo» (en marzo de este año, con Albert Sordé, Sergio García-Valle y representantes de las ONG internacionales SPCA y CREL, y con la proyección del documental ‘Febrero, el miedo de los galgos’, de Irene Blánquez) y el foro «Proyecto Gran Simio: 8 años después» (en junio pasado, con Pedro Pozas, Francisco Garrido y Jordi Guillot; y con Jorge Riechmann presentando el Manifiesto «Reconozcamos a los grandes simios como personas no humanas»).
Pero sin duda el acto más destacable ha sido la I Jornada Parlamentaria de Protección Animal, celebrada en septiembre de 2013 bajo el título «El animal de compañía en España: leyes y gestión», que se centró en la necesidad de implementar una política pública de protección animal y de aprobar una ley estatal, con la participación de Enrique Alonso, Leonardo Anselmi, Anna Mulà, Arancha Sanz, Agnés Dufau y los representantes de varias protectoras. La jornada fue un éxito, con la asistencia de unas 230 personas representando a un centenar de asociaciones de protección animal de casi todas las comunidades autónomas. Las conclusiones de la jornada han motivado diversas iniciativas que estamos promoviendo desde la Asociación: una nueva ley marco de protección animal, la ratificación del Convenio para la Protección de los Animales de Compañía del Consejo de Europa o la reforma del Código Civil para reconocer, como en el Tratado de Lisboa, que los animales no son cosas, sino seres sintientes.
Con el mismo objetivo de promover valores de respeto a los animales, hemos creado un Premio APDDA con el que reconocer a personas y colectivos que se hayan distinguido por su labor en defensa de los animales. Hasta ahora hemos premiado a Magda Oranich, creadora de la primera Comisión de Protección de los Derechos de los Animales de un Colegio de Abogados, el de Barcelona, y a los niños y niñas de El Cuarto Hocico, protectora de animales virtual de la escuela rural de Muel (Zaragoza), con su maestro César Bona. Y hemos tenido el honor de que nuestro primer Premio Internacional APDDA lo haya recogido la primatóloga inglesa Jane Goodall, que ha dedicado su vida al estudio del comportamiento de los chimpancés en África y a educar y promover estilos de vida más sostenibles en todo el planeta.
También hemos promovido, a instancias de la Fundación Darwin, una Proposición No de Ley en la Comisión de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente del Congreso de los Diputados, firmada por todos los grupos salvo el mayoritario, para prohibir el comercio y tenencia de primates entre particulares, así como para permitir la tenencia sólo a instituciones, centros de rescate, refugios u otras entidades expresamente autorizadas y legalmente reconocidas. Lamentablemente aún no se ha incluido en el orden del día para su debate.
Por otra parte, desde la APDDA hemos instado al Gobierno español a que defendiera, en la Reunión del CITES de Bangkok, en marzo de 2013, el freno al comercio de marfil para proteger a los elefantes africanos y la prohibición del comercio internacional del rinoceronte blanco y del oso polar.
Asimismo, han sido infinidad los asuntos denunciados públicamente por los miembros de APDDA a través de preguntas parlamentarias: la colocación de cepos en caballos, las batidas injustificadas de lobos en Asturias, la retransmisión de corridas de toros en horario infantil, los recursos públicos de TVE destinados al fomento de la tauromaquia, la política de subvenciones a circos con animales a pesar de que no se garantice el bienestar animal, la falta de regulación de la tenencia de galgos, el maltrato y muerte de galgos después de la temporada de caza, la necesidad de incluir expresamente la zoofilia como maltrato animal en el Código Penal, la obligación de promover métodos alternativos a la experimentación animal y, más concretamente, lograr el reemplazo, reducción y refinamiento tal y como dispone la directiva europea de 2010, el uso de animales de especies incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial para actuar en espectáculos y en televisión y publicidad...
Para este curso, la APDDA, como siempre con la colaboración desinteresada de la Fundación Franz Weber, además de seguir trabajando para trasladar en forma de iniciativas parlamentarias las conclusiones de las jornadas y foros que hemos realizado, ha organizado la II Jornada Parlamentaria de Protección Animal bajo el título «Violencia de Especie: estrategias educativas para una cultura de paz sin discriminación», que tendrá lugar el 19 de septiembre, viernes, en la Sala Ernest Lluch del Congreso de los Diputados, de 10 de la mañana a 8 de la tarde, abierto a la participación de todas las organizaciones animalistas que lo deseen.
La jornada contará con varias mesas redondas a lo largo del día, en las que se abordará la relación entre la violencia hacia los animales y la violencia interpersonal, y la importancia de la educación para estimular la empatía de los más pequeños, así como el respeto y la no violencia con los animales. En este sentido, también se tratarán los derechos del niño, a partir de la Declaración del Comité de los Derechos del Niño de la ONU del pasado mes de febrero, por la que los menores no deben asistir ni participar en eventos taurinos. En materia educativa, se expondrán como ejemplos la experiencia de los niños “El Cuarto Hocico” de Muel y el estudio científico en el Santuario “Equidad” en Argentina con niños víctimas de violencia y animales recuperados.
Entre los ponentes que van a participar destacan el catedrático de Filosofía Javier de Lucas, el profesor de Derecho Civil Carlos Villagrasa, los abogados Anna Mulà y Agustín Mansilla, las pedagogas Mariví Vaquer y Esperanza Otero, la periodista Alejandra García, así como los profesores César Bona y Chema Lera. Las mesas estarán conducidas por varios diputados y senadores miembros de la APDDA.
Somos conscientes de las dificultades que atravesamos y de la lentitud en que suelen producirse los avances en el mundo parlamentario, pero sabemos que el trabajo que realizamos terminará dando frutos, en esta o en próximas legislaturas, porque la causa es justa y se corresponde con la sensibilidad mayoritaria y creciente en nuestra sociedad del siglo XXI.