La guerra en Ucrania está demostrando muchas cosas. Muchas que no son objeto de este espacio dedicado a la defensa de los derechos de todos los animales, pero otras que sí lo son. Una de ellas es la necesidad, urgente desde hace tiempo, y ahora más, de replantear a qué dedicamos los recursos naturales finitos de los que podemos disponer para alimentarnos. La guerra en uno de los ‘graneros’ del mundo ha puesto en estado de alerta a todo el planeta y nos ha obligado a preguntarnos de nuevo cómo aprovechar de manera eficiente esos recursos.
Quienes llevamos años defendiendo a los demás animales, tratando de vivir causando el menor daño a los demás, tenemos muchas razones para no comernos a nuestros compañeros de planeta. Y esta guerra nos ha sumado una razón más: la ONU ya alertó de lo que la agricultura animal (la agricultura dedicada a alimentar animales destinados a consumo) suponía en términos de recursos, un derroche de agua y de grano que no era asumible para el mundo, y que implicaba condenar al hambre a cada vez más zonas del globo, aparte de la contaminación y de la emisión de gases de efecto invernadero que supone la ganadería.
Ese derroche de recursos no era defendible antes, y ahora lo es mucho menos. Que en la actual situación la mayor parte de los cultivos del mundo se dediquen a pienso para animales destinados a consumo debería avergonzarnos. La guerra en Ucrania debe ser el punto de inflexión a partir del cual planteemos un cambio de paradigma en nuestra alimentación, igual que se está planteando en otros ámbitos, como el energético.
Al hilo de la situación generada con esta guerra, la organización por la conciencia alimentaria ProVeg International ha hecho una encuesta a empresas de alimentación vegetal de 14 países europeos, entre ellos España. De los resultados se desprende el impacto que el conflicto está teniendo en el sector y la necesidad de tomar medidas para poder superar con éxito esos enormes retos.
Según informa la organización, el mayor reto para las empresas son los precios de las materias primas, especialmente los aceites comestibles, y la disponibilidad y el suministro de aceites. En particular, se ha destacado que el aceite de girasol se está volviendo muy escaso y hay que buscar alternativas rápidamente. No hay que olvidar que Ucrania es el mayor exportador mundial de aceite de girasol.
La encuesta ha mostrado que durante el conflicto en Ucrania muchas empresas basadas en la alimentación vegetal han creado una mayor colaboración con otras marcas para superar los obstáculos generados por la guerra. También se ha visto que se ha creado una colaboración interna más afianzada entre los departamentos de finanzas, producción y logística.
“Es evidente para todo el mundo que la guerra está teniendo un efecto devastador en la vida de muchas personas en Ucrania”, dijo Stephanie Jaczniakowska-McGirr, responsable internacional de Industria alimentaria y Venta al por menor de ProVeg. “La guerra también ha tenido un gran impacto en el sector vegetal, que se enfrenta a desafíos en términos de suministro de ingredientes, aunque sabemos que esto afectará a la industria alimentaria en su conjunto y no solo a las que se dedican al sector vegetal. Aun así, es bueno ver que las empresas están uniendo fuerzas para superar estos retos”, dijo. “Los resultados de la encuesta son de suma importancia ya que nos ayuda a informar mejor a los responsables políticos, con el fin de que la industria alimentaria ‘plant-based’ reciba el apoyo que necesita”.
A la encuesta respondieron un total de 31 empresas europeas de 14 países diferentes entre los días 1 y 20 del pasado mes de abril. Algunas de las conclusiones son: el 61% cree que la crisis acelerará la transición a la energía verde; el mismo porcentaje cree que los precios de las materias primas son más altos y alerta de la escasez de materias primas; el 64% denuncia el aumento de los costes de la energía y el transporte, mismo porcentaje de empresas que alerta de la falta de disponibilidad de transporte y de conductores de camiones; el 59% cree que el aumento de los precios de los ingredientes y de la energía provocará un incremento de los precios de los productos; el 69% afirmó que seguirá siendo difícil contratar trabajadores cualificados para el sector; y el 50% declaró haber trabajado más estrechamente con otras marcas, clientes y personal interno.
Una de las preguntas de la encuesta fue si creían que sus empresas necesitarían ayuda del gobierno de su país en los próximos 3-36 meses para ayudarles a afrontar los retos creados por la invasión rusa de Ucrania. El 25% de las empresas afirmó que necesitaría ayuda gubernamental, mientras que el 29% dijo que podría necesitarla.
En ese escenario, ProVeg plantea tres recomendaciones para mitigar los efectos de la guerra en Ucrania: que la Unión Europea siga impulsando la Estrategia ‘De la granja a la mesa’ para apoyar la producción sostenible, acabar con la desigualdad del IVA que desfavorece las alternativas vegetales a los productos lácteos, y mayor apoyo gubernamental a las empresas de alimentación vegetal.
Sobre la primera de las recomendaciones, la Estrategia ‘De la granja a la mesa’, ProVeg considera que constituye la columna vertebral del sistema alimentario europeo del futuro, sostenible y que proteja la biodiversidad, y por ello trata de asegurarse de que la guerra no conduzca a su dilución. En este sentido, denuncia que la Comisión Europea “ha recibido presiones para que posponga” su aplicación, lo cual ve como un retroceso, ya que considera que la guerra obliga a acelerar la transición hacia una alimentación más vegetal. “Potenciar y apoyar el sector vegetal también es la clave para mejorar la seguridad alimentaria a largo plazo, ya que significa que el grano que actualmente se destina a la alimentación de los animales se destinará directamente al consumo humano, siendo así más eficiente”, argumentó Jaczniakowska-McGirr.
Sobre las alternativas vegetales a los productos lácteos, ProVeg denuncia que su consumo se ve obstaculizado no solo por el restrictivo marco normativo en torno a las prácticas de etiquetado, sino también por las normativas fiscales nacionales de muchos Estados miembros.
“Los gobiernos pueden decidir el nivel del tipo de IVA estándar y aplicar hasta dos tipos de IVA reducidos. Los productos lácteos suelen entrar en el tipo reducido de IVA y, por tanto, reciben una subvención indirecta, lo que significa que las autoridades fiscales renuncian a una parte de los impuestos. En algunos países de la UE, esto hace que se favorezcan fiscalmente los productos lácteos de origen animal frente a sus alternativas de origen vegetal. Lo justo sería acabar con la discriminación del IVA para los productos vegetales y así lo confirman las encuestas a consumidores. En España, el 90,5 % de las personas cree que no es justo que el IVA de las alternativas vegetales a los lácteos sea mayor que el de la leche animal”, asegura la organización.
Con todos estos datos de fondo, 63 organizaciones encabezadas por la Alianza Europea para los Alimentos de Origen Vegetal (EAPF) y el organizador mundial de eventos Bridge2Food han enviado una carta para pedir al principal programa de financiación de la Unión Europea en materia de investigación e innovación, Horizon Europe, dotado con 95.500 millones de euros, que abra líneas de financiación destinadas exclusivamente a los alimentos basados en plantas para hacerlos sostenibles, saludables, sabrosos y asequibles.
“Hemos visto que la demanda de alimentos de origen vegetal entre los consumidores europeos está creciendo al tiempo que su estilo de vida cada vez es más saludable y tienen una mayor conciencia sobre el respeto al medio ambiente”, declara Siska Pottie, Secretaria General de la EAPF. “Pero para poder abastecer al mercado por esta creciente demanda, necesitamos que la UE cree más canales de financiación”, añade.
En concreto, estas organizaciones solicitan a la Comisión Europea que cree, en el marco del programa Horizon Europe 2023-2024: financiación para investigar en la mejora del sabor y la composición de los productos basados en vegetales; financiación para proyectos que reduzcan los costes de los productos de origen vegetal para que puedan competir con los alimentos de origen animal; financiación para la investigación en cultivos destinados específicamente a la alimentación basada en plantas y no a la alimentación de animales, ya que los piensos para animales representan el uso mayoritario de los cultivos en la actualidad y esto está creando un sistema alimentario perjudicial que impacta directamente en nuestro ecosistema; y financiación para alimentos procesados basados en plantas, así como para los alimentos completos, con el fin de apoyar los procesos que permitan una transición a gran escala hacia sistemas alimentarios más sostenibles. Las elecciones de los consumidores se rigen por el sabor, el precio y la comodidad, por lo que es necesario investigar para que las opciones vegetales sean tan deliciosas y asequibles como los productos animales, argumentan.
ProVeg subraya que Horizon Europe es un mecanismo “de vital importancia” para acelerar el cambio hacia dietas basadas en vegetales y cumplir con la Estrategia ‘De la granja a la mesa’ y también con el Plan Europeo Contra el Cáncer.
Durante el programa Horizonte 2020 se financiaron algunos proyectos dedicados a las proteínas de origen vegetal, como el proyecto Smart Protein. Esta iniciativa, financiada por la UE con 9 millones de euros, pretende desarrollar ingredientes y productos proteicos alternativos para el ser humano que tengan un impacto positivo en la bioeconomía, el medio ambiente, la biodiversidad, la nutrición, la seguridad alimentaria y la confianza y aceptación del consumidor. Los resultados de este proyecto y la rapidez de las innovaciones muestran la necesidad de seguir investigando en profundidad sobre los alimentos de origen vegetal, incluyendo el sabor y sus propiedades nutricionales, insiste ProVeg.
La coalición afirma en su carta que la invasión rusa en Ucrania y la consiguiente inseguridad de la cadena de suministro han hecho aún más acuciante la necesidad de que los fondos de investigación de la UE se adapten al sector alimentario basado en plantas. Al financiar la investigación y la innovación de cultivos para su uso en la alimentación de origen vegetal, la UE estará ayudando a contribuir en la seguridad alimentaria y la autonomía estratégica de Europa a largo plazo, insisten los firmantes.
“Gran parte del grano del mundo se cultiva en Rusia y Ucrania, pero la mayor parte se destina a la alimentación de animales para la producción de carne, en lugar de llegar directamente a los platos como alimento de origen vegetal”, dijo el portavoz. “En un momento en el que estos recursos se enfrentan a presiones de precio y disponibilidad, fomentar la transición a dietas basadas en plantas a través de los canales de financiación específicos de Horizon Europe garantizará que una mayor parte del grano que cultivamos se utilice directamente para el consumo humano”.
Podemos seguir dándole vueltas y poniendo excusas. Podemos seguir defendiendo la eliminación de las pajitas de plástico para salvar los océanos mientras masacramos a sus habitantes con una pesca que ya no es sostenible en ninguna de sus formas. Podemos seguir abogando por el ahorro de agua en la ducha mientras derrochamos muchos más litros para producir una hamburguesa de carne animal (a las vegetales hay quien dice que no las podemos llamar hamburguesas). También podemos seguir lamentando la escasez de cereales provocada por la guerra en Ucrania mientras la gran parte de esos cereales se convierte en pienso para alimentar una industria inviable. Pero también podemos aprovechar la situación para cambiar el chip y asumir que tenemos que aprender a vivir de otra forma. No hay alternativa.