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¿Maltrato animal en el Zoo Aquarium de Madrid?

Proyecto Gran Simio ha tenido conocimiento de la Operación 404, una investigación enfocada en la cautividad de animales a través de la que la organización internacional Sea Shepherd Conservation Society ha investigado delfinarios en muchos lugares del mundo. Entre ellos el Zoo Aquarium de Madrid, donde descubrieron que dos delfinas, Lala y Guarina, presentan lesiones cutáneas y el resto sufre graves problemas oculares. Sea Shepherd ha aportado pruebas fotográficas y de vídeo de todo ello. Lala tiene úlceras dermatológicas en forma de cráter y Guarina, una gran úlcera en la boca, con pérdida de piel en el extremo superior de ambas mandíbulas. Los otros siete delfines del Zoo Aquarium de Madrid permanecen con los ojos medio cerrados, posiblemente por reacción al cloro e incluso por conjuntivitis.

Todo ello ha sido explicado por el veterinario malagueño Agustín González tras estudiar las pruebas presentadas por Sea Shepherd. Su informe se ha incorporado a la denuncia que Proyecto Gran Simio ha interpuesto frente al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA), al considerar que se está cometiendo un presunto delito de maltrato animal, recogido en el artículo 337 del Código Penal, y se está incumpliendo la Ley 31/2003 sobre conservación silvestre en los parques zoológicos. En el informe veterinario se señala también que, a pesar de sufrir las patologías mencionadas, se obliga a los delfines a seguir trabajando en cada espectáculo, sin tener la opción de ser ubicados en una zona tranquila y limpia hasta su recuperación.

Según González, especialista en cetáceos, estos delfines están sometidos a un gran sufrimiento a causa de sus patologías, ya que los mamíferos tienen muchas terminaciones nerviosas en la dermis, en la epidermis y en los ojos. Sus patologías, por tanto, son muy dolorosas, máxime si las úlceras ocupan una zona extensa, como es el caso de Lala. Por su parte, la mandíbula es una zona de sensibilidad especial, ya que los delfines la utilizan constantemente para tener sensaciones táctiles, por lo que las lesiones de ese tamaño e importancia son especialmente dolorosas. Toda lesión ocular es también sin duda molesta y dolorosa.

Sin embargo, la respuesta de Zoo Aquarium de Madrid, que ha tenido conocimiento del informe, es increíblemente sorprendente y osada, restando importancia a las lesiones de Lala: “En algunos momentos, es más apreciable un problema crónico que presenta en su piel y que puede ser más o menos llamativo según la época, pero la participación de Lala en los entrenamientos es muy positiva para ella y para todo el grupo familiar, una parte muy importante de su actividad física”. El Zoo realizó estas declaraciones en diciembre, en un post de Facebook. Sobre las patologías de los ojos y la herida ulcerosa muy desarrollada en el hocico, no responden.

Para Proyecto Gran Simio y el veterinario Agustín González esta respuesta no solo confirma la enfermedad de Lala sino también el hecho de que, en lugar de apartarla de los espectáculos hasta que se reponga, la siguen utilizando en lo que llaman “actividad física”, que no es sino la obligación de realizar una actividad ajena a su comportamiento como especie y en contra de su voluntad.

Los espectáculos circenses con cetáceos y otras especies deberían estar prohibidos en los zoológicos, tal y como recomienda el Manual Guía para la aplicación de la Ley de zoológicos publicado por el Ministerio de Medio Ambiente y la Fundación Biodiversidad. Los zoológicos no deben consentir la utilización de animales en espectáculos o exhibiciones de carácter circense, ni en otras actividades que se encuentren claramente alejadas de las tareas educativas, como hacerse fotografías con ellos. El informe que ha realizado este veterinario confirma lo que avalan numerosos estudios: que la privación de libertad causa ansiedad y estrés en los cetáceos, a lo que se suma que estos animales están obligados a someterse a ejercicios de trabajo duro a cambio de alimento e incluso a pasar periodos de privación de comida hasta que realizan el ejercicio indicado por deseo del instructor.

Como confirma González, la esperanza de vida de un delfín cautivo es cuatro veces menor que la de un delfín salvaje, especialmente en casos como este, donde se ven obligados a trabajar en condiciones de enfermedad. ¿Acaso esto no es maltrato animal? La capacidad de sentir y sufrir, tanto física como emocionalmente no es inherente al ser humano, está presente en todos los vertebrados, ya que tienen capacidad para sufrir tanto estimulaciones positivas (placer, alegría) como estimulaciones negativas (dolor, miedo, tristeza, estrés).

Marta Tafalla, doctora en filosofía y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, afirma en su libro Ecoanimal, publicado recientemente: “Cuando se enjaula a un animal, se le impide realizar la forma de vivir propia de su especie y desplegar sus conductas naturales. Los animales no son objetos: son historias, son redes de relaciones, formas de vivir. Por eso las jaulas no solo encierran , sino que rompen vidas. Rompen aquello que pretendíamos apreciar. En toda jaula y en todo acuario hay formas de vidas mutiladas a las que no se les permite expresarse como lo que son, a las que no se les permite ser ellas mismas”.

Si les obligamos a realizar espectáculos que no son comportamientos de su especie y a ello le sumamos, como pasa con Guarina, que tiene una gran úlcera con pérdida de piel en la boca que afecta dolorosamente al cartílago mesorrostral, como señala el informe veterinario, podemos encontrarnos ante un presunto delito de maltrato animal y, desde luego, al incumplimiento de la Ley de zoológicos, donde debe primar en todo momento el bienestar y la salud de los animales cautivos.

Todos los zoológicos y en especial los delfinarios y orcarios en nuestro país, deben tomar ejemplo del Zoológico de Barcelona, donde se ha podido prohibir el espectáculo con delfines y se está buscando un lugar adecuado de retiro para ellos. El pleno del Ayuntamiento de esa ciudad aprobó también este pasado mes de mayo la iniciativa ciudadana propuesta por la plataforma ZOOXXI para la reconversión del zoológico en centro de protección y rescate. Debería llevarse a santuarios a todas aquellas especies que no puedan ser reintroducidas en su medio, quedando sólo para especies autóctonas. Pero todo ello ha podido hacerse en Barcelona porque su zoológico es de titularidad municipal. En el caso de los zoológicos privados, como Zoo Aquarium de Madrid, la única manera de luchar contra sus espectáculos circenses es la no asistencia a los mismos.

Proyecto Gran Simio solicita también a los representantes políticos electos, tanto municipales como europeos, que lleven en sus agendas el endurecimiento al maltrato animal y la prohibición de espectáculos circenses que utilizan animales de cualquier especie en zoológicos, circos, eventos populares, películas o anuncios. El avance de la sociedad civil lleva consigo no solo el respeto y la igualdad de los propios humanos, sino el respeto con dignidad del resto de los seres vivos que conviven en nuestro planeta.

Proyecto Gran Simio ha tenido conocimiento de la Operación 404, una investigación enfocada en la cautividad de animales a través de la que la organización internacional Sea Shepherd Conservation Society ha investigado delfinarios en muchos lugares del mundo. Entre ellos el Zoo Aquarium de Madrid, donde descubrieron que dos delfinas, Lala y Guarina, presentan lesiones cutáneas y el resto sufre graves problemas oculares. Sea Shepherd ha aportado pruebas fotográficas y de vídeo de todo ello. Lala tiene úlceras dermatológicas en forma de cráter y Guarina, una gran úlcera en la boca, con pérdida de piel en el extremo superior de ambas mandíbulas. Los otros siete delfines del Zoo Aquarium de Madrid permanecen con los ojos medio cerrados, posiblemente por reacción al cloro e incluso por conjuntivitis.

Todo ello ha sido explicado por el veterinario malagueño Agustín González tras estudiar las pruebas presentadas por Sea Shepherd. Su informe se ha incorporado a la denuncia que Proyecto Gran Simio ha interpuesto frente al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (SEPRONA), al considerar que se está cometiendo un presunto delito de maltrato animal, recogido en el artículo 337 del Código Penal, y se está incumpliendo la Ley 31/2003 sobre conservación silvestre en los parques zoológicos. En el informe veterinario se señala también que, a pesar de sufrir las patologías mencionadas, se obliga a los delfines a seguir trabajando en cada espectáculo, sin tener la opción de ser ubicados en una zona tranquila y limpia hasta su recuperación.