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Europa mira horrorizada lo que se hace en España con galgos, podencos y otros perros usados para cazar
El estupor de nuestros vecinos es una buena noticia. En junio, toda la UE elegirá a sus representantes como diputados al Parlamento Europeo y la Comisión ha propuesto, por primera vez, establecer una normativa común sobre el bienestar y la trazabilidad de perros y gatos durante la cría, el alojamiento y el trato
Un año más, el movimiento animalista internacional se ha movilizado para reclamar el fin de la caza con perros en España. Una actividad que mata a decenas de millones de animales en nuestro país cada año y que es responsable del abandono y maltrato de un incontable número de perros.
Esta vez, las manifestaciones convocadas por la plataforma No a la Caza (NAC) se han llevado a cabo en 48 ciudades en España, un número récord, pero ha destacado, sobre todo, el crecimiento exponencial del respaldo internacional. Han pasado de ser 18 a 28 las ciudades europeas que han participado en las protestas de los últimos dos fines de semana. Y es que nuestros vecinos de Europa “están horrorizados con lo que hacen aquí los cazadores con los perros,” según afirma Cala Lobo, portavoz de la plataforma NAC.
La entidad lleva 14 años luchando por el fin de la caza y su objetivo más inmediato es lograr el fin de la modalidad que implica el uso de galgos, podencos y otras razas caninas. Esta variedad, al igual que la montería, las batidas y las rehalas, ya no existe en ningún otro país de la Unión Europea. “En el resto de Europa no se caza así”. Los perros de los cazadores europeos, dice, “son perros de casa y no los tienen en zulos y búnkeres como aquí, por eso no entienden cómo en España no se pone remedio a la barbaridad que se hace con estos animales”.
De hecho, muchos de los galgos abandonados en España en esta época del año, coincidiendo con el fin de la temporada de caza, son adoptados desde Europa. “Aquí no damos abasto porque es una salvajada,” lamenta Cala. No existen cifras oficiales que muestren el número de abandonos relacionados con la actividad cinegética, pero, según cuenta la activista, “los cazadores actúan con mayor impunidad” después de que estos animales quedasen excluidos de la ley estatal de Bienestar Animal, que entró en vigor el pasado mes de septiembre. “La sensación de las protectoras es que los cazadores cada vez abandonan más y los dejan peor”.
Por eso los europeos están conmocionados, asegura: “No sabes las condiciones en las que llegan estos perros, no solo físicamente, psicológicamente llegan rotos también (...) Como con la tauromaquia, nos ven como bárbaros, no entienden cómo en 2024 sigue siendo legal maltratar y matar salvajemente a los animales”.
El estupor de nuestros vecinos es una buena noticia. En junio, todos los ciudadanos de los países de la Unión Europea elegirán a sus representantes como diputados al Parlamento Europeo y la Comisión ha propuesto, por primera vez, establecer una normativa común sobre el bienestar y la trazabilidad de perros y gatos durante la cría, el alojamiento y el trato en establecimientos de cría, tiendas de animales y refugios. Cala Lobo está segura de que este reglamento no hará una distinción entre los perros de casa y los de caza, como ha pasado en España. “Aquí es donde vendrá el cambio, esta modalidad tiene los días contados”, asegura.
Mientras tanto, es necesario seguir haciendo tareas de divulgación aquí para desmontar las falacias que utilizan los cazadores para justificar sus acciones. “Es una labor y una responsabilidad de todos en cada rincón de España, cada persona que sea animalista, antiespecista, vegana, defensora de los animales… No basta con nuestra acción individual, todas tenemos una responsabilidad colectiva que es didáctica y de divulgación”.
Cada vez son menos las personas que apoyan estas prácticas. Solo un 2% de la población española tiene una licencia de caza vigente y la cifra va en descenso cada año, según muestran las estadísticas más recientes del Ministerio para la Transición Ecológica. “No hay relevo generacional,” asegura Cala, “la gente joven tiene otra mentalidad”.
Aun así, todavía hay mucha gente que cree las mentiras que gracias a los cazadores han ido calando en la sociedad (como que son necesarios para equilibrar el ecosistema, que influyen en la disminución de los accidentes de tráfico, etc.), pero “cuando se les muestra, con la ciencia en la mano, que son los causantes de todos esos problemas y no la solución, ya no les parece bien que se mate animales sólo por diversión”, afirma.
“Tenemos que actuar para seguir desmontando falacia a falacia”. Los cazadores aseguran que la caza es una labor social, que se encargan del ‘control poblacional’, cuando ese es el cometido de los mismos depredadores que ellos persiguen con sus escopetas y rifles. Además, estos animales se reproducen en función del territorio y el alimento disponible, ellos mismos regulan el ecosistema. Las actividades cinegéticas destruyen el equilibrio de la naturaleza.
Según destaca la portavoz de NAC, ningún cazador puede suplir las funciones de un depredador natural porque los lobos, por ejemplo, “se lanzan a correr detrás de una manada de presas y el que se queda detrás es el débil, el enfermo, el cojo”, y a éste es al que apresan para subsistir. ¿Qué animal caza el humano? El vigoroso, el grande, el sano. Como lamenta Cala, “el que tiene la cabeza que mejor queda en su pared”. Esta diferencia, sumada a la presión y al estrés al que someten a los animales, trastoca el desarrollo de esas poblaciones que dicen controlar.
Igualmente, los animales a los que disparan en los cotos han sido criados para este fin, alimentados con pienso y sin el hábito de protegerse en el medio salvaje, no tienen la menor oportunidad de supervivencia.
Eso no es todo. Según un informe de la Unión Nacional de Asociaciones de Caza, citado en la web de la plataforma NAC, el atractivo negocio cinegético ha impulsado la aparición de granjas ilegales que “debido a la demanda existente, acaban colocando en el campo sus ejemplares, con los importantes riesgos que ello acarrea”.
Los responsables del problema son precisamente aquellos que dicen solucionarlo mientras llenan sus bolsillos de dinero, sus paredes de cabezas y las cunetas, de perros malheridos o muertos.
A pesar de todo, estos cazadores tienen un gran poder de influencia. “Muchos de los gestores de los cotos de caza mayor son grandes empresarios, banqueros, ganaderos potentes, aristócratas y nobles”, afirma Cala. Sin ir más lejos, recuerda, el propio rey emérito era cazador: “Teníamos un rey que lo pillaron cazando elefantes, mira lo alto que estoy apuntando”.
Cuando los cazadores afirman que su actividad mueve mucho dinero, es cierto, pero mueve el de muy pocos. “Tienen muchísimo poder y, sobre todo, están muy ligados y con muy buenas influencias dentro del mundo político”, y esto les permite imponer sus intereses fácilmente; por ejemplo, en la redacción de leyes o en la cobertura mediática. Incluso la ex ministra socialista Cristina Narbona admitió, en una entrevista con Jordi Évole, que el lobby que le había puesto en el mayor compromiso de su carrera había sido el cinegético.
Un claro ejemplo de la presión que ejerce este colectivo es la exclusión de los perros de caza de la nueva ley de Bienestar Animal, pero también hay otras cuestiones que pueden pasar más desapercibidas. El pasado domingo 4 de febrero, sin ir más lejos, mientras miles de personas recorrían las calles de decenas de ciudades españolas reclamando el fin de la caza con perros, algunos de los principales medios de comunicación hacían oídos sordos y sus audiencias bien podrían no haberse enterado.
Sin embargo, los tiempos están cambiando y los medios tradicionales ya no son hoy las únicas fuentes de información de actualidad para buena parte de la sociedad, sobre todo, entre las generaciones más jóvenes. “No lo han cubierto algunos de los grandes medios de comunicación, pero es que hemos arrasado en todo lo demás”, celebra Cala. “Nosotras estamos muy contentas con la cobertura que hemos tenido, la repercusión en redes sociales ha sido brutal y a nivel internacional. En la tele o en la radio no habremos salido tanto, pero seguiremos trabajando para que se nos escuche y estoy convencida de que lo conseguiremos.”
Los reporteros europeos que llaman para entrevistar a las portavoces de la plataforma NAC sobre la lucha contra la caza con perros en España, les preguntan: “¿Qué vais a hacer al respecto?”. “Pico pala, pico pala”, les responde Cala. “Es que no nos queda otra, ellos tienen el poder de ir a los colegios, tienen las televisiones, el marketing, tienen el dinero para hacer las campañas que quieran en contra de los animales. Nosotros solo tenemos las redes sociales, nuestro ingenio y nuestro corazón”.
“Cuando pienso que no avanzamos, miro hacia atrás y veo de dónde venimos. Sí que se consiguen cosas, los políticos sí que se fijan, sí que se mueven conciencias y sí que funciona. No podemos desistir porque los animales solo nos tienen a nosotros. Por eso no podemos bajar los brazos”, concluye la activista.
Un año más, el movimiento animalista internacional se ha movilizado para reclamar el fin de la caza con perros en España. Una actividad que mata a decenas de millones de animales en nuestro país cada año y que es responsable del abandono y maltrato de un incontable número de perros.
Esta vez, las manifestaciones convocadas por la plataforma No a la Caza (NAC) se han llevado a cabo en 48 ciudades en España, un número récord, pero ha destacado, sobre todo, el crecimiento exponencial del respaldo internacional. Han pasado de ser 18 a 28 las ciudades europeas que han participado en las protestas de los últimos dos fines de semana. Y es que nuestros vecinos de Europa “están horrorizados con lo que hacen aquí los cazadores con los perros,” según afirma Cala Lobo, portavoz de la plataforma NAC.