Excálibur, donde quiera que estés sabes que los amitos siempre te llevarán en su corazón.
Acabaron contigo gente mala y sin sentimientos. Hicimos todo lo que pudimos y más para salvarte, pero al final no pudo ser.
Mientras te escribo esta carta no paro de llorar, pero estoy muy orgulloso de ti porque has sido un ejemplo para el mundo entero, y no serás olvidado tan fácilmente.
Ahora, desde donde estés, tienes que darle fuerzas a la amita para que se ponga buena, igual que me las has dado a mí para no venirme abajo y seguir luchando.
Aunque ya no estés con nosotros, te prometo que se hará justicia.
DESCANSE EN PAZ
Javier Limón
El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).