La fotógrafa Estela de Castro vio un día por televisión que el último hospital pediátrico sirio había sido bombardeado. Cuenta que se quedó bloqueada durante horas, casi enferma, y que tomó la decisión de hacer algo para cambiar las cosas. Llamó a su amigo Juan Cañamero, también fotógrafo, y de la impotencia, la pena y la indignación de ambos, pero también de su fuerza y su esperanza, nació el proyecto PHES: Fotografía Española Solidaria.
“Pensé que lo mejor que podía hacer era utilizar la fotografía, mi mayor arma para luchar contra la barbarie, la injusticia, la violencia y la indiferencia de los que nos gobiernan”, dice Estela de Castro. Retratista de 95 grandes maestros de la fotografía española a través de su proyecto Fotógrafos, pidió a la mayoría de ellos su colaboración. Consiguió la donación de 80 fotografías, que se exponen hasta el 27 de abril en el Centro Universitario de Artes TAI de Madrid, donde están a la venta a un precio mucho más bajo que en el mercado habitual. La gran mayoría de las fotos vendidas irán acompañadas además por el retrato que Estela de Castro hizo a su autor.
Están los mejores: Colita, Joan Colom, Ouka Leele, María Espeus, Leopoldo Pomés, Joan Fontcuberta, Amparo Garrido, Sofía Moro, Alberto García Álix, Manuel Outumuro, Gervasio Sánchez, Javier Vallhonrat… También los desaparecidos Ricard Terré, Agustí Centelles, Nicolás Muller, Oriol Maspons, Rafael Sanz Lobato y Fernando Gordillo. Y está el mejor de los objetivos: el arte de la fotografía como intermediario, un colectivo de artistas contribuyendo al bien común y el compromiso con quienes sufren la violencia y la guerra. (Aquí puede verse la lista completa de fotógrafos que participan en PHES: Fotografía Española Solidaria).
Los fondos recaudados con la venta de las fotografías (algunas muy conocidas y emblemáticas) irán íntegramente destinados a ayudar a cuatro ONG’s: Proyecto Elea, un grupo de voluntarios de todo el mundo que se han unido para trabajar en asociación con los residentes del campo de refugiados Eleonas, en Atenas (Grecia); Sohram-Casra, con base en Turquía, que atiende a víctimas de guerra y tortura, y desde hace seis años ayuda a centenares de refugiados sirios; Jugend Rettet (Rescate Juvenil en el Mediterráneo), ONG alemana que proporciona ayuda humanitaria dando soporte en el mar; e Il Gattaro d´Aleppo, un santuario para gatos y perros rescatados de la guerra en esa ciudad de Siria (puede seguirse en Facebook).
El hombre-gato de Alepo
“Una semana después de haber visto las imágenes de aquellos bebés y sus incubadoras entre cascotes y polvo”, cuenta Estela, “bombardearon en Alepo el santuario de animales creado por Mohamed Alaa Aljaleel. Mataron a un montón de gatos y perros, y también a varias personas. Su propia casa quedó destruida. Me impresionó lo que hacía este señor en un país devastado por la guerra”.
Cuando hace seis años comenzó la guerra en Siria, Mohamed Alaa decidió quedarse en Alepo para cuidar a todos aquellos que se van quedando atrás, a los más débiles, a los discapacitados, a los que ni siquiera pueden huir, a los animales. Este hombre que trabajaba como electricista y era conductor de ambulancias ha rescatado de entre los escombros de las bombras a cientos de personas, entre ellas muchos niños y niñas, y a decenas de animales que en el pasado también tuvieron un hogar. Con las donaciones que recibe de todo el mundo, compra vehículos para trasladar a los heridos a los pocos hospitales que quedan, consigue ropa y juguetes para los niños, crea escuelas, lleva agua potable allá donde se necesita, se ocupa de los huérfanos. Y mantiene ese santuario donde da refugio a los animales: 'The House Cats of Ernesto'.
Estela de Castro decidió incluir entre las cuatro seleccionadas la ONG Il Gattaro de Aleppo porque “si las personas están olvidadas en una guerra, de los animales ni se habla”. Para Estela, que asegura que su “familia” son también gatos y perros, era esencial compensar ese olvido ayudando a una de las pocas personas que siguen trabajando en Siria para ayudar a los demás. Sobre todo, a quienes más lo necesitan: Mohamed Alaa ha creado también en el santuario un parque infantil donde los niños y niñas pueden evadirse de su horror cotidiano jugando con los perros, acariciando a los gatos, cuidando a esos animales abandonados y heridos. En ese contexto de violencia extrema, Alaa trata de enseñarles que las personas y los animales merecen respeto, y se esfuerza por fomentar en ellos el amor y la compasión.
Por su trabajo en Alepo, miles de personas en todo el mundo piden para Mohamed Alaa Aljaleel el Premio Nobel de la Paz.
El zoo de Alepo
En los últimos días, Alaa está haciendo un llamamiento desesperado. En las ruinas de lo que un día fue el zoológico de Alepo (Aalim al-Sahar / El Mundo Mágico era, como en un trágico sarcasmo, su nombre) quedan algunos animales abandonados, desnutridos, enjaulados: dos tigres, dos osos y varios monos.
El dueño del zoo recurrió a Alaa, que ha empezado a visitar a los animales, a llevarles el poco alimento que puede conseguirles y a pedir para ellos ayuda internacional; la más urgente, una ayuda económica que permita alimentarlos. El objetivo último es salvarlos trasladándolos a Turquía pero las organizaciones de protección animal encuentran dificultades casi insalvables para intervenir en una zona en guerra.
Una vez más, solo Alaa parece compadecerse de esos animales. Solo Alaa trata de evitar que sufran una espantosa y lenta agonía. Solo Alaa está con ellos, a su lado. Como lleva seis años al lado de los gatos y los perros de Alepo. Al lado de los niños atacados en Siria con bombas y con armas químicas.