El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
Una máquina más de la fábrica: el sufrimiento invisible en la industria porcina española
Igualdad Animal hace pública su investigación 'Encerradas' sobre granjas porcinas en España. Más de dos millones de cerdas son tratadas como máquinas de producir, encerradas durante gran parte de su vida, incluida la maternidad, en jaulas donde no pueden darse la vuelta ni desarrollar ningún comportamiento natural
14 de octubre de 202306:00 h
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«Olvidemos que el cerdo es un animal. Tratémoslo como a cualquier otra máquina de la fábrica», Hog Farm Management, revista de la industria porcina.
Esta frase refleja a la perfección la lógica que impera en la industria ganadera: obtener el máximo beneficio al mínimo coste. Cuando aplicamos esta lógica a animales que son tratados y vistos como mercancía, que no tienen ninguna posibilidad de defenderse y que están literalmente atrapados en este sistema, el resultado es una vida miserable, una existencia donde el sufrimiento es el principal protagonista.
La investigación 'Encerradas', llevada a cabo recientemente por Igualdad Animal en granjas porcinas de España, revela esta visión de los animales como unas piezas más de la fábrica.
En este caso, más de dos millones de cerdas que son tratadas como máquinas de producir. Encerradas durante gran parte de su vida en jaulas en las que ni pueden darse la vuelta, ni desarrollar ningún comportamiento natural.
Las jaulas de gestación son un triste testimonio de cómo se priva a las cerdas de sus necesidades más básicas. En estas jaulas individuales son inseminadas artificialmente, y estarán en ellas hasta cuatro semanas una vez confirmado el embarazo.
Después de pasar por las jaulas de gestación, las cerdas son llevadas a las jaulas parideras, donde el espacio es tan limitado que no pueden ni darse la vuelta.
Además, los animales ahora son más grandes por la selección genética, así que las jaulas diseñadas hace años son aún peores para el bienestar animal. Hay imágenes en esta investigación que hablan por sí solas.
Las jaulas estresan a las cerdas porque no les permiten alejarse para defecar ni tumbarse sobre superficies frescas, impidiendo su termorregulación.
Mantenerlas enjauladas afecta a los músculos y reduce la capacidad cardiovascular y la fuerza ósea. Además, la incapacidad de moverse les provoca callosidades.
En condiciones de libertad, las cerdas son animales a quienes les gusta explorar el entorno, y mantenerlas en estas jaulas les llega a causar estrés crónico.
Existen multitud de estudios que analizan las consecuencias negativas para las cerdas del estar encerradas en estas jaulas, pero sólo hace falta mirarlas a los ojos en las fotografías de esta investigación para ver y sentir su tristeza.
Es algo que no solemos hacer: mirar a los ojos a los animales que están atrapados en estas factorías llamadas granjas. Ese momento de reconocernos en el otro y sentir, o al menos comprender, su sufrimiento.
Esta investigación nos reta a eso, a mirar a los ojos a estas cerdas que están enjauladas, que no pueden cuidar de sus crías, que incluso ven cómo se mueren a su lado sin poder hacer nada.
La imagen de una jaula paridera, por sí misma, debería ser suficiente para plantearnos qué clase de mundo queremos construir. Debería ser suficiente para cuestionar nuestra relación con los animales con los que compartimos este planeta.
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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
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