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Una investigación desvela la realidad de los perros usados para cazar

El caballo de Nietzsche

29 de septiembre de 2022 17:14 h

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Animales viviendo entre sus propios excrementos, con el agua sucia o congelada, expuestos a las inclemencias del clima y con estereotipias producidas por el cautiverio. Son solo algunas de las situaciones que se encontró el equipo de investigación para hacer visibles las condiciones de vida de los perros usados para cazar.

En España existen 337.326 licencias de caza expedidas, lo que la convierte en la tercera actividad con más federados, a pesar de haber sufrido un descenso del 30% desde 2005. Sin embargo, existen numerosas actividades no federadas mucho más practicadas en los mismos espacios naturales. Según datos del Plan Estadístico Nacional del Ministerio de Cultura y Deporte, el 15,8% de la ciudadanía practicó senderismo, el 15,5% salió a correr, pero sólo el 1,4% de la población española salió a cazar al menos una vez durante el año 2020. “Lo que vemos no son casos aislados ni contrarios a las normativas. Es la realidad cotidiana y legal en que los perros destinados a la caza viven sus miserables vidas”, explica Aïda Gascón, directora de AnimaNaturalis en España.

“Que los colectivos de cazadores y algunos políticos sigan insistiendo que estos animales están suficientemente protegidos por la actual legislación no solo es una falacia, sino una negligencia. Todos los perros sufren por igual, independientemente del uso que se haga de ellos”, expresa.

Solo en Cataluña, más del 60% de los perros abandonados en protectoras proceden de la caza, y la realidad cotidiana de las entidades de protección animal indica que los cazadores son “el colectivo responsable del mayor número de abandonos de perros en España”. Cada año, el abandono de entre 50.000 y 80.000 galgos coincide con el fin de la temporada de caza, una gran parte de los cerca de 285.000 animales que las protectoras recogen cada año.

Al revisar el material recogido durante la investigación, explican, “veterinarios consultados detectaron condiciones insalubres, instalaciones deficientes y peligrosas, excrementos en las zonas de descanso, agua en mal estado y hasta la convivencia con cadáveres en los mismos cheniles. Los perros demostraron movimientos estereotipados producto de la cautividad prolongada, cadenas que limitan el movimiento y desarrollo natural, nerviosismo e irritabilidad, y otras señales de mal estado de salud, como cojeras e intranquilidad”.

Desde AnimaNaturales recuerdan que el Reglamento de Caza vigente en España data de 1970 y en él sólo se hace referencia a los perros en cuanto a la limpieza que debe cumplir el remolque que los transporta, a su correcto control durante las cacerías o a que no deben permanecer atados durante todo el año, sin especificar el tiempo máximo en el que pueden estarlo. Con la entrada en vigor de la nueva Ley de Protección Animal estatal, todos los perros, gatos y hurones, independientemente del fin al que se destinen o del lugar en el que habiten o del que procedan, serían considerados animales de compañía. Esta ley obligaría a microchipar a los perros de caza para controlar mejor su crianza y su tenencia responsable y reducir su abandono. No se impondría la esterilización obligatoria, pero solo se permitiría la cría a criadores registrados. La nueva ley también velaría por garantizarles un habitáculo adecuado, con buenas condiciones higiénico sanitarias y protección frente a las inclemencias metereológicas.

Todos estos avances son imprescindibles para mejorar el estado de los perros explotados en la caza. Sin embargo, todo ello puede decaer con la enmienda presentada por el PSOE para excluirlos de la ley junto a otros perros destinados a actividades laborales, justificándose en que ya gozan de su propio ámbito jurídico. “Si esta enmienda sale adelante, las condiciones miserables en las que viven estos perros se perpetuará”, por lo que AnimaNaturalis pide ayuda para seguir denunciando la realidad de los perros destinados a la caza “y luchar porque sean protegidos como merecen”.

El trabajo ha sido realizado durante los años 2021 y 2022 por el equipo de investigación de AnimaNaturalis junto al fotógrafo Aitor Garmendia, premiado por la World Press Photo en 2021, y activistas anónimos.

Animales viviendo entre sus propios excrementos, con el agua sucia o congelada, expuestos a las inclemencias del clima y con estereotipias producidas por el cautiverio. Son solo algunas de las situaciones que se encontró el equipo de investigación para hacer visibles las condiciones de vida de los perros usados para cazar.