Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Israel no da respiro a la población de Gaza mientras se dilatan las negociaciones
Los salarios más altos aportarán una “cuota de solidaridad” para pensiones
Opinión - Por el WhatsApp muere el pez. Por Isaac Rosa

Jane Goodall apoya en Madrid la iniciativa Capital Animal

La doctora Jane Goodall, la más prestigiosa y admirada primatóloga del mundo, leyenda viva y querida, recorrió durante casi dos horas la exposición ‘Animalista. Representación, Violencias y Respuestas’ que Capital Animal muestra en La Casa Encendida hasta el próximo 12 de junio. Sigilosa y concentrada como si caminara sola por la selva, fue contemplando obra tras obra con un interés que revelaba su inaudita vitalidad y una atención que demostraba que la belleza empieza en la mirada y se hace cuerpo a través del cerebro y del corazón. Esa inteligencia y esa empatía que la llevaron a revolucionar la ciencia a través de la observación de chimpancés en África y la llevan ahora a viajar sin descanso por el planeta para salvar sus animales, sus bosques, sus poblaciones empobrecidas o esquilmadas, y la esperanza en el futuro de las nuevas generaciones.

Acompañada por Federico Bogdanowicz, director del Instituto Jane Goodall España, admiró los cuadros más hermosos de la exposición. Sacó su cámara y disparó. Posó ante los gorilas cautivos fotografiados por Amparo Garrido y ante el cuadro ‘Antropocosmos’ del artista Santiago Talavera. Jane Goodall preguntó y comentó. Pero sobre todo, miró. Negó con esos movimientos silenciosos de cabeza que no dan crédito ante la crueldad. Aguantó sin pestañear escenas horrendas captadas por fotógrafos y videoactivistas, y que ella misma había denunciado el día antes en su conferencia en el Casino de Madrid: la cautividad en los zoos, la violencia en los circos, el dolor de los toros, el sufrimiento de los animales en la experimentación, la aberrante cotidianidad de la industria de la carne.

Le preguntamos al final si ‘Animalista’ le había gustado. “Sí”, respondió, “pero no diría que me gusta, diría que es necesaria”. Cuando la despedimos ante la puerta de La Casa Encendida, aquella bella anciana (que podría haber quedado a tomar el té con Marguerite Yourcenar y con Elisabeth Costello) se volvió ante quienes formábamos la subyugada comitiva de Capital Animal, se paró, nos miró, sonrió y nos lazó besos con la mano.

Con quien sí había quedado es con la alcaldesa Manuela Carmena, a quien habló de la importancia de apoyar a Capital Animal para concienciar sobre nuestra responsabilidad con los otros animales. Jane Goodall también pidió ayuda para el Centro de Rescate de Primates Rainfer, cuya supervivencia se ve amenazada por falta de fondos y de ayuda institucional: en Rainfer encuentran refugio chimpancés y otros primates procedentes del maltrato y los abusos de la industria publicitaria, de los circos, del tráfico ilegal, de los caprichos humanos. Y presentó a Manuela su proyecto Roots&Shoots (Raíces&Brotes), que trabaja en la educación medioambiental y la integración poblacional en más de cien países.

Jane Goodall ha sido en Madrid embajadora de lo que en su conferencia en el Casino llamó “una nueva era”. Había empezado disculpándose ante el público que abarrotaba el salón real por no hablar español, y lo compensó saludando en chimpancé: emitió esos sonidos característicos de los monos que, dijo, significaban “soy Jane y estoy muy feliz de estar aquí”. Comenzó entonces una charla apasionante, a la que había sido invitada por National Geographic (revista donde se publicaron sus primeras investigaciones), en la que fue desgranando su mensaje universal al hilo del relato de su ya mítica vida: desde la niña de cuatro años que se llevaba lombrices a dormir en su cama hasta la anciana de ochenta y dos que recorre el mundo para iluminarlo.

Entre aquella niña a la que su madre ayudaba a devolver las lombrices al jardín y esta anciana que hace llorar a las más variadas audiencias y a todas las personas que han visto la liberación de la chimpancé Wounda, cuya propia madre fue asesinada, hay una mujer que cambió el rumbo de la ciencia. Los académicos ingleses de hace cincuenta años miraban con desconfianza a esa joven sin título universitario porque, aunque traía de África investigaciones inéditas sobre chimpancés, no aceptaban que hubiera puesto nombre a cada uno de esos individuos, que para la ciencia habían de ser solo números. Jane Goodall descubrió que los chimpancés fabrican y utilizan herramientas, habilidad que hasta entonces se adjudicaba solo al homo sapiens. Un hallazgo fundamental. Pero su principal aportación consistió en demostrar que los primates son muy semejantes a los humanos, personas también, con sentimientos, relaciones e intereses. Nada volvió a ser lo mismo. La ciencia experimentó una revolución y Jane Goodall, que se espantó ante los experimentos científicos con sus respetados y queridos chimpancés, se convirtió en activista en defensa de los animales, humanos y no humanos, y de sus ecosistemas.

Las activistas de Capital Animal nos sentimos honradas con el apoyo de esta humana ejemplar. En nuestro camino siempre estará su luz.

La doctora Jane Goodall, la más prestigiosa y admirada primatóloga del mundo, leyenda viva y querida, recorrió durante casi dos horas la exposición ‘Animalista. Representación, Violencias y Respuestas’ que Capital Animal muestra en La Casa Encendida hasta el próximo 12 de junio. Sigilosa y concentrada como si caminara sola por la selva, fue contemplando obra tras obra con un interés que revelaba su inaudita vitalidad y una atención que demostraba que la belleza empieza en la mirada y se hace cuerpo a través del cerebro y del corazón. Esa inteligencia y esa empatía que la llevaron a revolucionar la ciencia a través de la observación de chimpancés en África y la llevan ahora a viajar sin descanso por el planeta para salvar sus animales, sus bosques, sus poblaciones empobrecidas o esquilmadas, y la esperanza en el futuro de las nuevas generaciones.

Acompañada por Federico Bogdanowicz, director del Instituto Jane Goodall España, admiró los cuadros más hermosos de la exposición. Sacó su cámara y disparó. Posó ante los gorilas cautivos fotografiados por Amparo Garrido y ante el cuadro ‘Antropocosmos’ del artista Santiago Talavera. Jane Goodall preguntó y comentó. Pero sobre todo, miró. Negó con esos movimientos silenciosos de cabeza que no dan crédito ante la crueldad. Aguantó sin pestañear escenas horrendas captadas por fotógrafos y videoactivistas, y que ella misma había denunciado el día antes en su conferencia en el Casino de Madrid: la cautividad en los zoos, la violencia en los circos, el dolor de los toros, el sufrimiento de los animales en la experimentación, la aberrante cotidianidad de la industria de la carne.