El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
Las campañas publicitarias que incitan a consumir huevos de “gallinas en libertad” o “camperas” contrastan con las deplorables condiciones de miles de gallinas en una explotación en Valencia que, supuestamente, cumple con esos estándares de “bienestar animal”
Los activistas que participaron en el rescate abierto de 39 de esas miles de gallinas recuerdan que el problema no son las jaulas sino la explotación de esos animales como mera mercancía, por lo que piden no consumirlos, “y punto”
La tarde del domingo 23 de junio de 2019 decenas de activistas saltaron la valla de una granja avícola en Sinarcas, Valencia. Ya en el interior, realizaron un rescate abierto, liberando a 39 de las miles de gallinas que encontraron en la nave. Después, documentaron la situación de los animales allí encerrados para, como explica una de las personas que participó, “desvelar las prácticas de la industria del huevo”.
Los rescates abiertos son una práctica relativamente habitual dentro del movimiento antiespecista. A diferencia de las liberaciones realizadas por grupos clandestinos como el Frente de Liberación Animal, estos rescates se caracterizan por realizarse sin ocultar la identidad de los participantes. A los animales rescatados se les procura posteriormente atención veterinaria y una vida libre de explotación. Organizaciones como Animal Liberation Victoria, -fundada por Patty Mark, pionera en este tipo de acciones- o, en el Estado Español, Equanimal o Igualdad Animal, han practicado esta forma de acción directa y desobediencia civil. En el caso que nos ocupa, el rescate se produjo en una explotación 'free range' de la empresa Huevos Guillén.
“El concepto 'Free Range' (gallinas 'camperas') es la idea de que las gallinas viven en un campo, al aire libre”, explican los activistas. En las fotos de las cajas de huevos (como las de Huevos Guillén que se venden en Mercadona), dicen, se ven gallinas disfrutando del sol con un montón de espacio. En el sitio web de la empresa se indica: “Nuestro huevo campero procede de granjas donde las gallinas se mueven libremente y disponen de libre acceso al exterior. Cada gallina cuenta con 4 metros cuadrados de espacio”. “Eso es lo que se vende como 'Free Range' al consumidor, pero no puede estar mas lejos de la realidad”, añaden los activistas.
Huevos Guillén es proveedor de Mercadona, la cadena de supermercados más grande del país. En su página web, aseguran regirse por “el Modelo Europeo de Producción de Huevos, la normativa más estricta del mundo”. Los pilares de dicho modelo, afirman, son “promover la sostenibilidad medioambiental y los más altos niveles de bienestar y salud animal”. Esto contrasta con las declaraciones de quienes participaron en el rescate: “la industria del huevo es cruel en cualquiera de sus variantes: ya sean gallinas criadas en jaula, en suelo o camperas. Todas sufren por problemas derivados de la puesta de huevos, como infecciones o pérdida extrema de plumas y color de cresta. Asimismo, son sacrificadas al decaer su producción, no llegando a un 20% de su esperanza de vida”.
En una noticia de 2018, Huevos Guillén anunciaba haber obtenido el Certificado de Bienestar Animal, otorgado por AENOR (Asociación Española de Normalización y Certificación) conjuntamente con IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria), en todas sus granjas, donde 6 millones de gallinas producen más de 157 millones de docenas de huevos al año. Asimismo, recalcaban el compromiso de la empresa “con las buenas prácticas y la garantía de un elevado estándar en materia de bienestar animal”.
Tras preguntar por las condiciones en que los activistas encontraron a las gallinas al entrar a la granja, los datos vuelven a entrar en conflicto. “La situación de las gallinas en todas las naves era sencillamente deplorable. Hacinadas junto a miles más, la puesta de huevos y la falta de servicios veterinarios efectivos les ha provocado falta extrema de plumas, pérdida total del color de cresta, e infecciones en patas y ojos”, cuentan. De hecho, muchas gallinas no consiguen soportar esas condiciones y mueren, “vimos varios contenedores en los que se encontraban cientos de cadáveres de aves”.
Es innegable que está aumentando la preocupación de los consumidores por el modo de producción de la comida que compran. Muchas personas ven en los huevos de gallinas camperas o criadas en suelo una opción más ética que los tradicionales huevos de gallinas enjauladas en granjas factoría.
Los activistas cuestionan la veracidad de las campañas publicitarias de este tipo de empresas: “En el video corporativo en el sitio de web de Huevos Guillén se ven gallinas en el campo picoteando en el sol y dándose baños de arena […] Luego sale el granjero con las gallinas detrás, diciendo: 'Me gustan las cosas bien hechas y no descanso hasta que las gallinas no tienen diariamente todo lo necesario para su bienestar'. Si eso fuera verdad, que la empresa nos explique por qué vimos un montón de gallinas muertas en el suelo en la entrada de la nave campera si tienen todo lo necesario para su bienestar”.
Las imágenes obtenidas durante el rescate parecen reforzar sus argumentos. En ellas vemos enormes perchas metálicas en las que se hacinan cientos de animales en una nave oscura, algo que posiblemente diste mucho de lo que el consumidor medio entienda por el término “gallina campera”. Y las personas responsables del rescate opinan que, siendo la granja propiedad del proveedor de la mayor cadena de supermercados de España, “demuestra que las prácticas realizadas en esta granja no son casos aislados sino estándares de la industria del huevo”. Además, añaden, “encontramos huevos de gallinas criadas en jaula, en suelo y camperas; todo en una misma explotación. De esta forma pudimos demostrar que todos los huevos conllevan crueldad; incluso los huevos de gallinas camperas”.
Tras el visionado de estas imágenes, fuentes veterinarias consultadas opinan que “las gallinas presentan poco plumaje e incluso ausencia total de plumas en partes de su cuerpo, esto es indicativo de malnutrición que conlleva que sufran hipovitaminosis y carencia de calcio. La falta de éste las expone a que sufran consecuencias físicas graves como osteoporosis, fragilidad ósea que les expone a que sufran fracturas y debilidad muscular. La ausencia de plumas tambión puede ser indicativo de muda forzada, práctica usada para aumentar la producción de huevos, que además de producir deshidratación las expone a enfermedades graves, debido a que en ese estado su sistema inmunitario se vea debilitado”.
Pero, ¿cómo es posible que una empresa que declara regirse por el estricto Modelo Europeo de Producción de Huevos mantenga animales en esas condiciones? Según los responsables del rescate, “la normativa no significa absolutamente nada si no hay nadie para imponer su cumplimiento. […] Si esa empresa se rige por la normativa más estricta del mundo, temo por las condiciones en las que viven los animales en granjas que se rigen por otros modelos 'menos estrictos'”.
Para los activistas, la única alternativa ética a este tipo de prácticas es abandonar el consumo de productos animales. “Aun si esas gallinas realmente vivieran al aire libre -lo que no justifica el consumo de sus huevos de todas maneras, porque las gallinas no existen para servirnos y sus huevos son suyos, no nuestros-, como hemos visto, una empresa puede tener varios tipos de producción de huevos en una sola granja. […] Así que no importa si el consumidor compra huevos camperos o huevos convencionales (de gallinas enjauladas), porque su dinero va todo al mismo bolsillo”.
Desde hace años existe un encendido debate en el seno del movimiento de derechos animales que enfrenta a quienes consideran que las medidas que promueven el bienestar animal son un paso necesario, y a quienes consideran que son simples parches que perpetúan la explotación de los animales. Algunas de las organizaciones partidarias de la implementación de estas medidas bienestaristas se han sumado a la Red No Más Jaulas, una iniciativa ciudadana europea que, según explican en su página web, “reúne a organizaciones de protección animal, agrícolas/ganaderas, políticas y medioambientales bajo un objetivo común, mejorar las vidas de los animales en las granjas de todo el continente mediante la eliminación del uso de jaulas”.
El 16 de Junio de 2017, una de las organizaciones participantes, Igualdad Animal, anunciaba en su página web que “tras conversaciones con el departamento de responsabilidad social corporativa de Igualdad Animal, Huevos Guillén ha anunciado que eliminará las jaulas en su cadena de producción para 2025. Esta decisión afectará a 1.000.000 de gallinas que dejarán de vivir en jaulas tan pronto como 2018, y cada año hasta 2025, cuando 5.000.000 de gallinas dejarán las jaulas cada año”. La organización matizaba que “libre de jaulas no significa libre de maltrato”, en la misma noticia afirmaba que “estas empresas están dando un gran paso hacia la reducción del sufrimiento de las gallinas”.
“Siento vergüenza al saber que una organización llamada 'animalista' promueve y felicita a una empresa como esta. Solo fomenta que la gente se sienta menos culpable y que siga consumiendo un producto que es inherentemente inmoral”, dice la activista con la que hemos contactado y que ha presenciado las condiciones de los animales en el interior de la nave donde se produjo el rescate. En su opinión, el
compromiso de Huevos Guillén de dejar de usar jaulas no es un gran paso en la reducción del sufrimiento animal, “primero porque las gallinas sin jaulas sufren igual, y segundo porque solo hace que la gente siga pensando que hay una buena manera de consumir productos animales (…). No hay una buena manera de explotar a alguien, y punto”.
Javier Moreno, director ejecutivo de Igualdad Animal, afirma: “En Igualdad Animal no promovemos otras formas de explotar a los animales. […] Una de nuestras líneas de trabajo es poner fin al sistema de jaulas en la producción de huevos porque es uno de los sistemas que más sufrimiento genera a los animales. […] El hecho de estar fuera de las jaulas no implica que desaparezca el maltrato, pero sin duda se reduce el sufrimiento extremo que padecen estos animales”.
El modelo de granja que Huevos Guillen se comprometió a implantar en 2025 tras conversaciones con la organización es el mismo que el de las imágenes conseguidas durante el rescate. Sobre esta cuestión, Moreno explica: “Sabemos que libre de jaula no es libre de crueldad, pero mientras trabajamos para sensibilizar a la sociedad no nos podemos olvidar de los animales que están sufriendo ahora mismo cada segundo de su vida en condiciones inhumanas en las granjas. […] Podemos conseguir acabar con los sistemas más crueles y que más maltratan a los animales a la vez que seguimos avanzando en la consideración y protección animal en la sociedad”.
Cuestionado sobre la evidente falta de correspondencia entre la afirmación de que este tipo de prácticas suponen un avance hacia la reducción del sufrimiento y las condiciones en las que vivían las gallinas de la granja, Moreno responde: “Esta es una pregunta que tendrías que hacer a estas empresas, desde luego esas imágenes implican que todavía queda mucho trabajo por hacer y que no son compatibles con esos estándares”.
Cabría preguntarse, entonces, si los acuerdos entre empresas y organizaciones no acaban siendo papel mojado. Contactamos con Huevos Guillén en dos ocasiones para conocer su opinión, pero ninguna de las dos veces conseguimos hablar con ningún responsable que pudiese hacer declaraciones al respecto. La postura de los activistas que realizaron el rescate es clara, concisa, y choca frontalmente con la de Igualdad Animal y el resto de organizaciones que promueven el fin de las jaulas: “No queremos más espacio, queremos liberación animal”.
VÍDEO DEL RESCATE:
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