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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Kathmandú, capital de los perros callejeros

“Desy quería hacerse amigo de los humanos. Como respuesta le arrojaron agua hirviendo en la piel”, cuenta Basu Parajuli, un trabajador de origen nepalí del centro Kathmandú Animal Treatment (KAT). La violencia de las historias de los perros acogidos por esta organización es visible en sus cuerpos. Una gran quemadura en el costado de Desy responde a este hecho. Lleva dos meses a salvo, pero aún con signos de dolor.

La realidad de los perros callejeros a los pies del Himalaya no pasa desapercibida para nadie. En Kathamandú, capital de Nepal, se puede apreciar cómo malviven en los rincones más inhóspitos. Tratan de subsistir entre montañas de basura que les sirven de comedor y en carreteras convertidas en su hogar. Muchos han sido abandonados y otros directamente nacieron en la calle.

Más de 22.500 perros callejeros habitan en las calles de la capital. En respuesta a esta realidad, han aparecido diferentes organizaciones en defensa de los animales nepalíes.

Una de ellas es el centro KAT. Llevan más de diez años involucrados en esta causa. Las instalaciones se encuentran en el municipio de Budanilkantha (Kathamandú). Los trabajadores y el equipo de voluntarios se dedican a velar por el bienestar animal en la ciudad. Para ello se dedican a la esterilización, la distribución de tratamientos antirrábicos y el control de la natalidad. Además, acogen a los perros en situación más grave.

KAT abrió sus puertas en 2004 y están ampliando el centro para acoger a más animales heridos. “Ahora tenemos 70, pero queremos acoger a 450 perros más”, cuenta Samuel Deva, gerente del proyecto.

Cáncer de transmisión sexual, la última amenaza

Samuel, de origen inglés, tiene 27 años. Lleva seis colaborando con KAT y está finalizando sus estudios en Medicina. Esto le ha permitido indagar en algunos de los problemas que afectan a los animales de Kathmandú.

Su mayor preocupación es el Tumor Venéreo Transmisible (TVT). Es un tipo de cáncer que solo afecta a la población canina y se contagia por medio del contacto sexual. “El 20% de los perros callejeros padecen esta enfermedad, es decir, entre 5.000 y 10.000. Es preocupante”, explica Samuel.

Una forma de prevenirlo es la esterilización, método por el cual apuestan las organizaciones animalistas de la zona. De esta forma los animales duermen más horas, cogen más peso, pasan menos tiempo comiendo basura y no se reproducen. “Cuantos más perros estén esterilizados, más rápido bajará la población y más sanos estarán los que ya han nacido”, asegura el cooperante.

Cada día reciben entre 20 y 50 peticiones de ayuda por parte de algún viandante que se encuentra con un perro en malas condiciones. Aunque prácticamente toda la población necesita tratamiento de algún tipo.

La elevada cifra de perros callejeros está relacionada con la pobreza del país y con los elevados costes de la atención veterinaria. “Si no pueden cubrir sus necesidad básicas mucho menos van a poder cuidar a los perros de la calle”, afirma Samuel. Cuando los animales enferman, suelen ser expulsados de las casas en vez de ser atendidos por un veterinario.

Las estrechas carreteras de la ciudad, de doble sentido, son su principal vía de tránsito. Por eso las colisiones con automóviles son bastante frecuentes. Además, presentan síntomas de inanición, llagas abiertas o problemas cutáneos como la sarna.

La tarea de los voluntarios dentro del proyecto resulta esencial. La mayoría viene de países europeos como Alemania, Francia o Inglaterra. Se encargan del cuidado diario de todos los perros junto con Basu, el único trabajador del centro. Algunos de ellos adoptan a los animales llevándoles a sus países de origen. Así tienen una oportunidad de comenzar una nueva vida, que no sea entre las basuras y residuos del resto de la población.

El asesinato no es la solución

Esta situación de alarma llegó también a oídos del Gobierno, que ha tomado medidas muy polémicas para impedir el aumento de la población.

Según KAT envenenaban a más de 10.000 perros callejeros cada año con un pesticida llamado estricnina. Lo dejaban a modo de trampa en trozos de carne en las zonas más pobladas, lo cual puso también en riesgo a los menores que juegan en las calles.

La muerte mediante este tipo de intoxicación provoca violentas convulsiones que pueden durar hasta nueve horas. Después los cadáveres son arrojados al río, donde se descomponen. De esta forma perjudican a la población que depende del agua del río para cubrir sus necesidades básicas.

KAT ha denunciado reiteradamente esta práctica. No solo por vulnerar la integridad física de los animales sino también por ser un método ineficaz. Sin esterilización, la población no disminuye y la problemática continúa.

La relación con el Gobierno ha mejorado. Ahora se reúnen asiduamente y se muestran más favorables a la esterilización. “Parecen que están más abiertos a escucharnos, con suerte contaremos con su apoyo en los próximos años”, cuenta Samuel.

El propósito de la organización es esterilizar área por área. Pretenden hacerlo con 7500 perros cada año para reducir la población de manera significativa. “Es un objetivo ambicioso, pero si lo conseguimos pronto habrá menos de mil de perros en la ciudad”.

200 muertes anuales por rabia

La salud de los animales resulta importante para toda la ciudadanía. Especialmente los colectivos más vulnerables, como las niñas y niños. Cada año, 16.000 personas son hospitalizadas por mordeduras de perro. La rabia causa 200 muertes humanas cada año en Nepal y normalmente es transmitida por estos animales. Las principales víctimas son menores y ancianos.

Según Samuel esto se debe a que “los niños pasan mucho tiempo corriendo por las calles y las personas mayores suelen ser agresivas con los perros, por lo que estos se defienden”. Han conseguido proporcionar 29.000 vacunas antirrábicas en los últimos 14 años. Cada 28 de septiembre (Día Mundial Contra la Rabia) realizan vacunaciones a gran escala.

Entre tratamientos, rescates y operaciones, también intentan participar de la educación de los más pequeños. Mediante charlas en colegios y orfanatos enseñan cómo prevenir mordeduras, así como valores de respeto hacia los demás animales. El futuro de los perros en Nepal es incierto, pero cada vez más organizaciones están mostrando su apoyo a los proyectos locales su defensa.

“Desy quería hacerse amigo de los humanos. Como respuesta le arrojaron agua hirviendo en la piel”, cuenta Basu Parajuli, un trabajador de origen nepalí del centro Kathmandú Animal Treatment (KAT). La violencia de las historias de los perros acogidos por esta organización es visible en sus cuerpos. Una gran quemadura en el costado de Desy responde a este hecho. Lleva dos meses a salvo, pero aún con signos de dolor.

La realidad de los perros callejeros a los pies del Himalaya no pasa desapercibida para nadie. En Kathamandú, capital de Nepal, se puede apreciar cómo malviven en los rincones más inhóspitos. Tratan de subsistir entre montañas de basura que les sirven de comedor y en carreteras convertidas en su hogar. Muchos han sido abandonados y otros directamente nacieron en la calle.