El día mundial de la leche vegetal
Hay muchos motivos para este cambio generalizado en los hábitos de consumo: alergias e intolerancias, problemas de piel, búsqueda de alternativas más saludables, mayor conciencia ecológica y respeto hacia los animales.
Este verano, por primera vez, se celebró el 'World Plant Milk Day', Día Mundial de la Leche Vegetal. Promovido por la asociación ProVeg International, organizadora de las ferias VeggieWorld que ya se celebran por todo el mundo, la fecha elegida para la conmemoración fue el 22 de agosto.
El objetivo de esta campaña, y de la asociación ProVeg, es precisamente informar y difundir alternativas vegetales, más sostenibles, más éticas e igual de deliciosas.
En países como Reino Unido o Polonia, la campaña tuvo un gran impacto mediático. Medios como el Huffington Post y BBC radio se hicieron eco de la iniciativa.
Para celebrar el día mundial, ProVeg lanzó un reto en el que, durante 7 días, los participantes probaban a eliminar los lácteos de su alimentación. Cristina Rodrigo, representante de la asociación en nuestro país, nos lo cuenta:+
“Aquí en España no tuvimos tanto impacto mediático, pero más de 1.000 personas participaron en el reto. Creemos que es la primera vez que se realiza un desafío así, que consista en abandonar solo un tipo de alimento de origen animal”.
Durante toda la semana, los participantes recibieron a diario información práctica y consejos para sustituir la leche, los yogures, los helados, las salsas o los quesos, sin perder textura y sabor.
“A la gente le ha resultado muy útil. Se han apuntado vegetarianos que querían dejar de consumir leche, pero también gente que come de todo y quiere abandonar los lácteos. Creemos que es una buena forma de fomentar las alternativas vegetales a los productos de origen animal. Porque la gente, al tratarse de un solo tipo de alimento, se agobia menos”, declara Cristina.
Para todos los gustos
Aunque pueda parecer una moda, el hecho es que la leche vegetal ha sido un alimento habitual en muchas culturas desde tiempos inmemoriales. La horchata de chufa, por ejemplo, ya se producía en Valencia hace dos siglos, cuando los árabes trasladaron su cultivo desde la región de Chuf, en Sudán, a tierras levantinas.
Pero hay muchísimas otras variedades de leche vegetal, y todo indica que han venido para quedarse.
Están las que provienen de frutos secos, como la almendra o avellana, las derivadas de cereales como la de arroz o avena, las de semillas como el alpiste y las de leguminosas como la soja o, más recientemente, el guisante.
Como no podía ser de otra manera, las grandes multinacionales de alimentación se han apresurado a integrar estas bebidas en su surtido, creando en ocasiones productos con mucho margen y poca sustancia. Una vez más, es importante informarse, ya que tanto el sabor como las cualidades nutricionales y el contenido proteico de cada una de ellas es diferente.
El dietista-nutricionista Aitor Sánchez, divulgador y autor del blog Mi dieta cojea, explica en este vídeo qué aspectos conviene tener en cuenta a la hora de elegir la mejor opción de leche vegetal.
El sector lácteo se revuelve
A pesar de contar con las subvenciones, las grandes campañas publicitarias y la presión de su lobby, la industria láctea ha entrado en pánico, y se trata de un fenómeno global.
Una muestra de ello fue la denuncia presentada en Reino Unido contra una campaña publicitaria de la asociación Go Vegan World. Los ganaderos presentaron una demanda ante la ASA Advertising Standards Authority, la asociación que regula la publicidad en ese país, alegando que se trataba de publicidad engañosa.
El titular reza: “La leche (obtenida de forma) humana es un mito. No la compres”. El cuerpo del texto añade: “Me hice vegano el día que visité una granja. Las madres, todavía sangrando tras el parto, buscaban y llamaban frenéticamente a sus bebés. Sus hijas, recién salidas del vientre de sus madres, pero separadas de ellas, temblaban y lloraban, mamando de tetinas de plástico, sin poder hacerlo de las ubres maternas. Todo porque los humanos les quitan su leche. Sus hijos son llevados al matadero para carne y ellas mismas lo serán a los 6 años. Su esperanza de vida natural sería de 25 años. Yo no podía seguir siendo cómplice. ¿Tú puedes?”.
Tras estudiar las objeciones de los ganaderos, la ASA declaró: “Si bien el lenguaje empleado para expresar el anuncio es emotivo y contundente, entendemos que es un hecho que los terneros se separan de sus madres muy pronto tras su nacimiento”.
Finalmente, se ha desestimado la denuncia, declarando el anuncio como veraz.
Cuestión de terminología
Aunque en España la RAE incluye bajo el término “leche” la acepción proveniente de las plantas, en EEUU la industria de los lácteos ataca por el flanco de la terminología. Alegan que la palabra milk no debería usarse para ningún producto que no salga de un animal.
Recientemente, un grupo de 25 congresistas enviaron un escrito a la US Food and Drug Administration en el que les presionaban para tomar medidas drásticas contra aquellos productores de leche vegetal que promocionen sus productos como “leche”.
Una polémica que esconde mucho más que la mera discusión terminológica, y que recuerda a otras similares, vividas en nuestro país. Una ruidosa cortina de humo para tratar de mantener intactos los privilegios de una de las industrias más poderosas del planeta.
Otra crisis que perjudica a los animales
Parece evidente que, también en España, las imágenes bucólicas de vacas pastando en verdes prados son algo del pasado. Muchas granjas han desaparecido por una crisis de causas complejas, una de las cuales es el descenso del consumo en favor de alternativas más sostenibles.
Los datos muestran que se está produciendo una caída progresiva en el número de granjas, pero, las que quedan, aumentan el número de vacas y la explotación a la que se somete a cada una de ellas.
“Mientras una vaca gallega media producía poco más de 5.000 kilos de leche anuales a mediados de los ochenta, esa cifra supera hoy ampliamente los 8.000. De idéntica manera, el número de reses por establo se ha multiplicado por cuatro y la superficie útil de las granjas se ha triplicado”. X.R. Alvite, La Voz de Galicia.
Una tendencia que ya se ha producido en otros países. Tan solo hace una década, había 21.000 granjas lecheras en Inglaterra, Escocia y Gales. Los analistas prevén que habrá menos de 5.000 para 2026. Menos granjas, pero más individuos y más explotados.
David Dobbin, presidente de la asociación de productores de lácteos Dairy UK, habla de una “bomba de relojería demográfica”, al ser especialmente la gente joven la que rechaza los productos de origen animal.
Las nuevas generaciones han crecido teniendo acceso a la realidad de esta industria a través de internet, por lo que prefieren alternativas libres de crueldad.
¿Es el guisante la leche del futuro?
Neil Renninger y Adam Lowry son dos emprendedores que trabajan en Silicon Valley. Antes de crear Ripple, la leche de guisantes amarillos que quiere revolucionar el mercado, Adam desarrollaba productos de limpieza sostenibles y Neil colaboraba en la creación de un compuesto anti-malaria, empleado en millones de tratamientos en todo el mundo.
Ambos científicos están seguros de que la crisis alimentaria global solo se puede combatir con alimentos ricos en nutrientes, sostenibles y absolutamente deliciosos.
De esa convicción nació Ripple. Esta bebida vegetal contiene tanta proteína como la leche de vaca (8 veces más que la leche de almendra) y un 50% más de calcio. Pero -y esto es importante para el público no concienciado- Ripple es tan cremosa y suave como la leche tradicional.
“Lo que hicimos fue usar tecnología para crear comida realmente buena”, explicaba Lowry en una entrevista en Bloomberg. “El mundo ya ha reconocido que necesitamos comer más alimentos vegetales”. Así, dedicieron buscar alternativas mejores, especialmente en lo que se refiere a los lácteos, más ricas en proteínas, menos aguadas y más sabrosas.
Utilizando la tecnología, los dos amigos comenzaron a experimentar extrayendo proteína de diferentes plantas que tienen una cantidad notable de biomoléculas. “La mayoría de ellas sabían fatal” explica Renninger. Entonces, la pareja lo intentó con los guisantes amarillos, que no son caros de producir y cuyo gusto no es muy intenso. El resultado fue una bebida que tenía un toque al sabor de la leche en polvo y una textura suave y cremosa.
Pero había otro aspecto que también les preocupaba mucho: el impacto medioambiental de los lácteos es enorme, no solo por la contaminación de la propia ganadería, sino por todos los procesos por los que tiene que pasar la leche hasta su consumo.
“El sistema alimentario representa el 20% de las emisiones de carbono mundiales, y los lácteos suponen un cuarto de eso”, dice Renninger. “El impacto es masivo. Más que la carne roja, más que el pollo, los lácteos son el mayor contribuyente a las emisiones en lo que a volumen se refiere. Ese aspecto picó mi gusanillo sostenible”.
Según su investigación, cada botella de Ripple de aproximadamente 1,5 litros (48 onzas), hecha 100% de material reciclado post consumo, representa un ahorro de 1,58 kg de emisiones de dióxido de carbono y 3.500 litros de agua, frente a la leche de vaca.
La mala noticia es que parece que tendremos que esperar un poco hasta que esta variedad llegue a nuestras estanterías. Hasta entonces, seguiremos informándonos y disfrutando con las muchísimas alternativas que nos ofrece el mundo vegetal.