Otro “caso aislado” más. Otra granja de los horrores, esta vez en Inglaterra, con certificación de “bienestar animal” y que suministraba a una de las mayores multinacionales cárnicas, Tesco.
Una investigación de Igualdad Animal en colaboración con el galardonado fotoperiodista Aitor Garmendia revela “una cadena de abusos, tanto legales como ilegales”, en esta granja con sello de “bienestar animal” Red Tractor. La granja de Devon, Cross Farm -propiedad de WJ Watkins and Son- confina a unos 12.000 cerdos. En las instalaciones de cría, las cerdas gestantes y madres están confinadas en “parideras”, pequeñas jaulas en las que las cerdas no pueden darse la vuelta. Las hembras paren repetidamente lechones destinados al mercado británico de carne de porcino.
A lo largo de seis visitas en octubre de 2023, enero de 2024 y junio de 2024, Igualdad Animal -con el apoyo de Aitor Garmendia- recopiló más de cien horas de metraje revelador, que muestra lechones golpeados y estampados contra muros de hormigón; lechones a los que les cortan el rabo y les “recortan” los dientes sin anestesia; un cochinillo arrojado por los trabajadores al otro lado del cobertizo; lechones muertos por toda la granja (según la documentación, por inanición, enfermedad o aplastamiento); un contenedor lleno de lechones muertos, además de cadáveres putrefactos por el suelo de la nave; madres cerdas en jaulas mostrando comportamientos repetitivos que son signos de angustia psicológica, como morder los barrotes; una cerda que había intentado darse la vuelta dentro de la jaula, quedó atrapada entre los barrotes metálicos y sufrió heridas profundas y sangrantes; madres cerdas con llagas rojas y en carne viva en las patas, así como prolapsos vulvares; y naves en condiciones sucias e insalubres, con telarañas y polvo por todas partes.
Abigail Penny, directora ejecutiva de Igualdad Animal en Reino Unido, asegura que “tras haber visitado Cross Farm personalmente en varias ocasiones, he sido testigo directo del sufrimiento de estos animales. Miré a los ojos a las cerdas madre enjauladas y su profundo dolor permanecerá conmigo para siempre”.
Cross Farm ganó el Premio Nacional de Porcino en 2016 y 2017 y, a principios de este año, Adrian Russell, director de esta granja, optó a un puesto de productor elegido para el Grupo de la Industria Porcina de la Asociación Nacional de Porcino. Aunque no lo consiguió, Russell presume de “haber trabajado durante más de 30 años en el sector porcino”.
No es la primera vez que se denuncia a Cross Farm por sus malas prácticas. En 2017, a raíz de un chivatazo, Igualdad Animal filmó a cerdos encerrados en naves en muy mal estado, con goteras, donde los cerdos estaban cubiertos de purines y obligados a tumbarse sobre sus propios excrementos. El equipo también documentó a dos cerdos con grandes hernias, abandonados en corrales con otros cerdos, y a cerdas preñadas en corrales de hormigón, sin ningún tipo de enriquecimiento. A todos los cerdos se les había cortado la cola.
En marzo de este año, Glass Wall Films también difundió imágenes de Cross Farm. Grabadas a finales de 2023, mostraban lechones muertos y cuerpos en descomposición, cerdos practicando el canibalismo, cerdos enjaulados con heridas sin tratar y condiciones de hacinamiento e inmundicia. A pesar de estos incidentes, la National Pig Association declaró que la granja “cumplía todos los requisitos”.
Igualdad Animal explica que ha contratado al bufete Advocates for Animals para que presente una denuncia formal ante la Dirección General de Comercio. La ONG argumenta que existen varias infracciones legales potenciales en relación con el trato y el sacrificio de lechones, las lesiones aparentemente no tratadas de los cerdos, la presencia de cadáveres de lechones, las disposiciones inadecuadas de protección para las cerdas en las jaulas y las condiciones insalubres en toda la granja.
Abigail Penny subraya que “Cross Farm es reincidente y ha sido el epicentro de varias investigaciones a lo largo de los años. A pesar de ello, hemos supervisado esta granja durante ocho meses y hemos vuelto a descubrir problemas generalizados y continuos. Las autoridades deben intervenir y tomarse en serio nuestras denuncias”.
Taylor Mcleod, abogado de Advocates for Animals, explica que “las posibles infracciones de la legislación sobre bienestar animal que se observan en las imágenes captadas por Igualdad Animal son muy preocupantes. La legislación sobre bienestar animal existe para proteger a los animales del trato que se ve en el vídeo, y las autoridades competentes tienen el deber de garantizar que se cumplen estas leyes. Esperamos que se lleve a cabo una investigación exhaustiva y se realicen los cambios oportunos para garantizar el cumplimiento de las normas de bienestar”.
Alice Brough, de BVM&S MRCVS, veterinaria porcina que trabajó con productores comerciales de cerdos de todo el Reino Unido entre 2015 y 2019, afirma: “El ganadero que aparece en estas imágenes muestra una terrible falta de compasión por los cerdos a su cargo y un flagrante desprecio por las normas claramente establecidas. Por desgracia, no se trata de un incidente aislado. La mayor parte de lo que vemos aquí es habitual en toda la industria. En la cría de cerdos en Reino Unido hay muy pocas cosas aptas para los ojos del público”.
Eva Read, doctoranda de la London School of Economics and Political Science, está de acuerdo con esta valoración. Tras investigar la cría comercial de cerdos en el Reino Unido y estudiar la comunicación vocal de las emociones en una granja porcina de Francia, también está familiarizada con las prácticas habituales de la cría británica. Read sugiere que muchas de las prácticas filmadas por Igualdad Animal son comunes: “Estas imágenes son angustiosas, no porque sean un ejemplo de los horrores extremos pero poco comunes que son posibles en las granjas porcinas del Reino Unido, sino más bien porque son comunes. Estos vídeos muestran cómo es la vida de las cerdas y los lechones, y lo que se ve es bastante normal”.
En 2022, Igualdad Animal y The Animal Law Foundation publicaron un informe inédito sobre el problema de la aplicación de la normativa. A través de solicitudes de libertad de información, descubrieron que una media de menos del 3% de las 290.000 granjas del Reino Unido son inspeccionadas cada año por un organismo regulador, y que el 0,33% de las denuncias conducen a un enjuiciamiento. Su informe también detalla que a casi tres cuartas partes de los cerdos se les corta la cola de forma rutinaria en las granjas, una práctica física y psicológicamente dolorosa que se lleva a cabo, sin anestesia ni analgésicos, para evitar que los cerdos se muerdan la cola. La mordedura de cola se produce cuando los cerdos se estresan y se ve agravada por la falta de espacio y de enriquecimiento.
El problema es que no solo es “bastante normal” en Reino Unido, sino que lo es en toda la industria, porque los cerdos son mercancía, y solo es valiosa en la medida en que se puede obtener beneficio de ella. No es rentable que los animales dispongan de más espacio, no es rentable mantener ese espacio limpio, más allá de la higiene mínima necesaria para no comprometer la salud humana (y ya vemos que a veces ni eso), no es rentable curar a los animales enfermos, no es rentable dejar sus cuerpos intactos porque eso facilita las lesiones y las agresiones provocadas por la ansiedad, no es rentable proporcionarles anestesia para quitarles el dolor si ese dolor no merma su “calidad” como mera pieza de carne, no es rentable dejarlos crecer (crecer no es lo mismo que engordar), no es rentable proporcionarles enriquecimiento ambiental esencial para su correcto desarrollo (total, no se les va a dar tiempo para desarrollarse), no es rentable dejar que las madres cuiden de sus crías como su naturaleza les indica, no es rentable hacer nada que no comporte un beneficio directo.
Esta nueva granja de los horrores no es un caso aislado. Las cifras oficiales demuestran que no hay inspecciones suficientes para garantizar el cumplimiento de la legislación sobre bienestar animal, y sabemos que, además, esa legislación no tiene nada que ver con lo que realmente es el bienestar animal. Parémonos a pensar lo que significan esas palabras dejando a un lado la publicidad de una industria que quiere hacernos pensar que los animales destinados al matadero tienen vidas felices hasta que ese momento les llega sin apenas darse cuenta.
La realidad es que sus cortas vidas son infiernos en la tierra, que la publicidad (seamos realistas, sabemos lo que es la publicidad) nada tiene que ver con el horror de las granjas, los camiones de transporte y los mataderos, y que un sello de bienestar animal puede servir para que el producto final sea más caro o para que lo consumamos con la conciencia algo mas tranquila y con nuestra disonancia cognitiva silenciada, pero nada más. Dentro de ese envase sigue habiendo restos de un animal que solo conoció el sufrimiento antes de llegar a nuestro plato.