El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.
'Mastín', una novela juvenil solidaria con los animales sin hogar
La periodista Melisa Tuya, autora del reconocido blog de protección animal
En busca de una segunda oportunidad
, publica
Mastín
, una novela que durante un año apareció semanalmente por entregas
Sus protagonistas –un adolescente, una mujer joven y varios perros: un pitbull, un galgo y un mastín– son reflejo de la realidad social y familiar del siglo XXI y de la situación de las protectoras de los animales sin hogar
La novela ha sido ilustrada por la dibujante María Gago
En 2015, el blog de protección animal de la periodista Melisa Tuya, En busca de una segunda oportunidad, que yo seguía con interés desde hacía muchos años, dio súbitamente un giro estilístico. Hasta ese momento, había tratado cada semana asuntos relacionados con los distintos aspectos, tanto enriquecedores como problemáticos, de la convivencia con los animales no humanos.
A partir de entonces, comenzó una auténtica novela por entregas al más puro estilo de los folletines decimonónicos. De un viernes a otro, durante más de un año, las semanas se hicieron demasiado largas y los capítulos demasiado cortos para saciar la curiosidad de saber qué iba a ocurrir con Martín, con la chica del galgo y con su entorno.
Alrededor de la relación cambiante entre un adolescente y una joven que ya está más cerca de los treinta que de los veinte, la autora, Melisa Tuya, compone una filigrana que es reflejo de la realidad cotidiana de una familia madrileña del siglo XXI: una familia monoparental compuesta por la madre viuda (que está pensando en rehacer su vida de pareja), un chico de diecisiete años (que, como apunta María Gonzalez en su prólogo, está en “esa época cambiante en la que el mundo te queda tan grande y tan pequeño al mismo tiempo”), la presencia imborrable del padre fallecido y Logan, el perro pitbull.
A lo largo del relato nos iremos enterando de cómo funciona una protectora de animales y de las dificultades a las que se enfrenta, de la diferente visión de los animales desde la óptica de los habitantes de una ciudad y la de los del pueblo donde aquellos pasan sus vacaciones, y de tantas otras cosas que no desvelaremos para no quitar el placer de leer esta novela.
Varios perros aparecen en sus páginas: el mencionado pitbull, de manera protagonista, un galgo y un mastín. No es casual, no son las únicas razas víctimas del maltrato en España, pero sí las que lo representan, cada una a su manera y con su particular problemática, en el imaginario (y no tan imaginario) colectivo.
Cuatro años después de la última entrega, Melisa ha revisado y pulido la narración, que volverá a ver la luz como un libro, maravillosamente ilustrado por María Gago (@Akirandthekoi en Twitter e Instagram). Para su publicación se ha lanzado un Verkami solidario que afortunadamente ha alcanzado ya su primer objetivo (la publicación), pero que sigue abierto porque todos los beneficios irán para la Fundación Amigos del Perro, una de cuyas voluntarias, María González, escribe uno de los dos inspiradores prólogos con los que cuenta el libro. El otro prólogo ha estado a cargo de Javier Ruiz, autor de los libros De cómo los animales viven y mueren y De cómo tu perro cambió mi vida (y otros relatos sobre animales), así como del blog Doblando tentáculos.
Confieso que no puedo ser imparcial con este proyecto: la novela me gustó mucho y el fin al que se destinarán todos los beneficios es más que suficiente para que nos asomemos al mundo de Mastín y de la chica del galgo. Y confío en que Melisa Tuya, estimulada por el éxito que seguramente tendrá este libro, se anime a contarnos qué ha pasado con Martín y Mal unos años después...
Sobre este blog
El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.