Hace cosa de un par de meses, el cantante Bryan Adams tenía un concierto programado en Illescas. El lugar: la plaza de toros. Sabiendo que este artista es vegano por los animales y que hace gala de ello, un antropólogo y activista toledano llamado Tano Ros logró contactar con él y le comunicó eso que él desconocía. No solo se acabó desplazando el concierto a otro lugar, libre de sangre de tortura, sino que el asunto saltó además a los medios de comunicación, de tal forma que puso de manifiesto la connivencia entre los espectáculos taurinos y otros espectáculos, y cómo no es inocente celebrar conciertos u otras actividades lúdicas en esos lugares donde se sanean las arcas de empresas que no solo trafican con la vida de los toros, sino que además blanquean su espectáculo, anacrónico y cruel.
Unas semanas después, siguiendo el ejemplo de Bryan Adams, algunos artistas que estaban programados en el festival DarkMad de Leganés se negaron a tocar en lo que llaman La Cubierta, que es un lugar donde periódicamente torturan y asesinan toros.
En Murcia, la galería de arte Two Art Gallery dedica una muestra a artistas que han representado la figura del gato. Eva Hernández, directora de la galería, hizo que, al mismo tiempo que se comercializan esas obras, las personas que visiten la sala sean conscientes de las necesidades de las protectoras. A través de la propia sala de exposiciones consiguen la adopción de varios gatos y allí mismo tramitan su adopción.
Mi amiga Mamen, vegana y activista por los animales y voluntaria en una protectora, cada vez que pasa por un restaurante que exhibe esa insultante pegatina que dice ‘Perros No’, pasa y pregunta al encargado el porqué de esa decisión, y le comenta que es algo absurdo y que no tiene sentido en un país avanzado.
Óscar se lanzó a un espacio en el bosque y construyó su propio santuario, que defiende dedicándole todas las horas de su vida.
Desde hace décadas, el cantante vegano y activista por los derechos de los animales Morrisey no permite que en sus conciertos se comercialice con carne de ningún animal. No tiene sentido estar diciendo meat is murder mientras el público saborea, en forma de perrito caliente, la sangre de un animal asesinado por la industria cárnica. Además, en sus últimos conciertos ha proyectado sin pudor imágenes de mataderos en plena matanza de cerdos o vacas. Es un espectáculo, pero desde esas imágenes intenta inocular a todos el espanto que él siente por la existencia de esta industria.
En Villarrobledo, Albacete, todos los días desde hace ya casi diez años, un profesor de dibujo jubilado llamado Paco Catalán lanza al mundo a través de las redes sociales una viñeta en la que denuncia el maltrato animal, transcendiendo con sus lápices todas las fronteras y llegando a comunicar de una manera clara y precisa su grito, que clama por un mundo más justo. En la actualidad lo siguen miles de personas de todas partes y sus viñetas se han convertido en una seña de identidad del movimiento animalista.
Eva hace pintadas por la calle de su ciudad y pega carteles sencillos que ella misma costea, carteles que dicen ‘Comer Animales es Cruel, Injusto e Innecesario’. Una vez se encontró en la calle a Icíar Bollaín y le preguntó, “¿cómo es posible que estés haciendo una película como Maixabel, que habla de reconciliación y perdón, o le dediques otra a un olivo trasplantado de lugar, y seas capaz de obviar los millones de animales que viven en permanente agonía y son asesinados para esos embutidos que alegremente vendes con tu anuncio navideño?”. Lo mismo hizo, pero escribiéndole una carta, un año antes, a Isabel Coixet.
Un actor llamado Dani Rovira pasó de anunciar lonchas de pavo Campofrío a abrir los ojos junto a su entonces pareja y también actriz, Clara Lago, y montar una fundación para ayudar a los animales y sumar sinergias en la lucha por varias causas relacionadas, promoviendo el veganismo como la respuesta más sensata ante los males de este mundo.
Cuando Ignacio va a cualquier restaurante que no sea vegano, siempre saca la conversación con el camarero o el encargado, para que introduzcan la opción vegana en la carta. Y todo ello dando datos de hasta qué punto el veganismo es ya una realidad en todo el mundo y lo que ganarían ellos al incluirla y visibilizarla.
Lola nos enseñó hace ya años que no podemos entrar en ningún bar o restaurante en los que se exhiben fotografías u otros objetos de corridas de toros, tan típicos en Madrid. Es absolutamente lógico que ninguna persona que lucha por los derechos de los animales sea neutra ante la representación de esas torturas. No solo no hay que entrar, hay que hacerles ver el porqué.
Cuando uno se encuentra en una tienda o un bar decorado con animales disecados, recomiendo hacer lo que me enseñó mi amigo Juan Carlos. Vas y pides cosas, pero cuando vas a pagar te vuelves y les dices que lo sientes, que, ante la falta de respeto que por la vida de otros seres muestran en ese lugar, no puedes llevarte eso. Todo con mucho respeto.
Hace tan solo unos días, el popular actor Carlos Iglesias hizo una entrevista en uno de los periódicos más leídos y cargó sin miedo contra las fiestas populares en las que humillan y torturan a animales.
Desde hace años, Rosa se hizo vegana y utiliza todas las redes sociales para promover el veganismo, creando memes, historias y todo tipo de ganchos para provocar la reflexión en las personas que la siguen.
Por su parte, Álvaro Vargas, que fue concursante de Gran Hermano, aprovechó la fama que le dio ese escaparate para hablar de nutrición, y desde entonces fomenta día a día hábitos saludables, que implican una dieta que no necesita de ningún tipo de producto proveniente de ningún animal. Ha creado incluso su propia marca de complementos vitamínicos.
Mi cantante favorita es Billie Eilish. Tiene veinte años y más de cien millones de seguidores en Instagram. Estuvo en Berlín y descubrió un chocolate vegano que le fascinó. Compró la receta y lanzó su propia marca, promoviendo esencialmente la no necesidad de utilizar leche de origen animal para hacer que un chocolate sea delicioso.
Otras artistas, como Nathalie Portman, Pamela Anderson, Paul McCartney o Brad Pitt, siempre intentan dejar claro en las entrevistas la importancia del veganismo en sus vidas y lo esencial que es para un verdadero cambio en el mundo.
Maialen, una concursante de ese programa de televisión llamado Operación Triunfo, no se corta un pelo y lanza pestes contra la tauromaquia y sus seguidores. Sabe que está siendo grabada y que esa opinión va en contra de la asepsia política de esos programas de aturdimiento general, que se le cerrarán puertas, pero no le importa.
Mi amiga Lourdes, que es feminista de raíz y por eso es vegana por los animales, se enfrenta a muchas de sus compañeras feministas cada vez que piden igualdad y les recuerda que las vacas son madres, que las cerdas son mujeres, que el feminismo y la igualdad que reclama no se puede quedar en el umbral de nuestra especie y debe atravesar esa barrera antropocéntrica y patriarcal, y expandirla al resto de especies de nuestro mundo. El verdadero feminismo quiere cambiar el mundo y ni Lourdes, ni yo, ni ninguna otra persona animalista podemos entender cómo paran la línea de justicia en el ser humano.
Alberto Peláez es una atleta de élite español que siempre que corre en una competición lleva una camiseta que reza ‘No como animales’.
En mi pueblo de Almería, Níjar, Marisa, como otras miles y miles, casi todas mujeres en tantas ciudades y pueblos, recorre todos los días las colonias felinas y poco a poco ha logrado controlarlas y hacer que el drama constante que había con tantas camadas y tantos animales abandonados se reduzca al máximo. Es una más de esas locas de los gatos que son verdaderas heroínas en las que debemos mirarnos si queremos avanzar en este mundo.
En Almería, una señora sola, Lola, durante años y sin apenas ayuda, con su ínfima pensión y el apoyo ocasional de algunas personas, logró mantener colonias sanas por el barrio de Pescadería. Ella ahora está ingresada y dos chicas jóvenes, sacrificando su tiempo y su dinero, han cogido el testigo y han formado el grupo 'Los Gatos de Lola', siguiendo su estela de protección y cuidado.
Miguel Ángel y Rosa tienen desde hace tiempo una maravillosa afición en el verano: arrancan los carteles que anuncian corridas de toros de todos los lugares públicos en los que suelen estar pegados. Si los ven en un bar, con mucho respeto hablan con el dueño para decirle que es mejor para el mundo no fomentar esa vergüenza nacional, y muchas veces logran retirarlos. Desde hace años, las empresas taurinas, con la connivencia de las autoridades de muchos pueblos y ciudades, cuelgan estos carteles en soportes rígidos de cartón, que ilegalmente amarran con bridas a las farolas. Quitarlos debería ser una obligación, e incluso denunciarlos por invasión inapropiada del espacio público. Miguel Angel y Rosa han puesto de moda el lema ‘Cartel taurino en el contenedor azul de cartón está divino’.
Karen vino a trabajar hace treinta años a Puertollano. Es profesora de inglés en una academia y se enfrentó sola a recoger perros abandonados en esa zona llena de cazadores sin escrúpulos. Hoy tiene un refugio con el que logra sacar del infierno a cientos de perros y colocarlos en buenas familias de varios países de Europa.
Andrés, desde más de una década, fotografía a los perros de las protectoras a través de su marca Fotopets de una manera profesional y consigue unas imágenes que ayudan mucho a la búsqueda de adoptantes.
Laura va cada año al mercado que hay aquí cerca, en el que venden en bolsas caracoles que han recogido a escasos metros de allí, y los compra y los devuelve a los parajes donde vuelven a tener una nueva oportunidad.
Joaquin Phoenix recibe el Oscar a mejor actor y lanza desde el estrado con más audiencia del mundo un discurso absolutamente radical para llamar la atención sobre el sufrimiento de los animales de las granjas.
Jorge discute sin parar con las personas de su colectivo LGTBI por lo cerrado de su discurso y por cómo la mayoría de las personas que luchan en esa causa se olvidan del resto de las causas. Ser marica, ser trans, ser diferente debería implicarnos, hacernos comprender y luchar por todas las causas que intentan cambiar un mundo que hunde su raíz en un esquema heteropatriarcal asesino. Jorge tiene la teoría de que todas las causas realmente son las mismas, que el mal es el mismo cuerpo que tiene un sinfín de rostros, de cabezas, como esos dragones contra los que luchaba Mazinguer Zeta, con muchos cuellos, pero con la misma raíz.
Un premio Nobel de Literatura J.M. Coetzee, posiblemente el escritor vivo más importante del mundo, desde hace años no da conferencias en las que no saque a relucir el drama animal. No se mueve si no es por esa causa, para la que además creó su alter ego, Elisabeth Costello, maravillosa anciana que entre todos sus discursos siempre hace sobresalir el de la injusticia para con los animales de esta sociedad, esa anciana que escribió Las vidas de los animales, una biblia para cualquier persona que quiere que este mundo sea mejor para todos y todas las especies.
María varias veces a la semana llama a su Ayuntamiento para decir que es su obligación implantar el CER para ayudar a las colonias felinas. No tiene pereza en reclamarlo y lo hará hasta que lo consiga.
Maria Jesús, Patricia, Lucía, Anaís, María y otras chicas de mi pueblo han creado una asociación para intentar mantener las colonias de gatos que resisten allí a pesar de las ordenanzas obsoletas y de la inoperancia institucional.
Rodrigo empezó hace tiempo a promover que no podemos atravesar las carreteras de nuestro país como si fueran morgues en las que los animales acaban triturados como si fuesen simples papeles. No podemos normalizar esa imagen, convivir con esos cadáveres, pues nos acabamos insensibilizando a todo y es injusto para todos.
Mi hermana Mariló es profesora de Primaria y, entre todas las enseñanzas que difunde, nadie puede impedirle promover el amor y el respeto por todos los animales. En su casa, su familia la componen, con ella, cuatro perros rescatados de situaciones de absoluta crueldad.
Cada vez que mi amiga Laura va a un restaurante y aparece en la carta el foie, le recuerda al camarero que dicho alimento está generado a base de una crueldad extrema y que ya está prohibido en varios países.
Muchos días, Fiona lanza en redes sociales vídeos en los que se ve el comportamiento que no conocíamos de muchos animales, vídeos en los que se puede apreciar cómo interactúan con otras especies, y en los que se ve que tienen los mismos sentimientos que tenemos los humanos.
Luisa está acostumbrado a coger en su barrio las cacas que encuentra de otros perros.
Este verano de calor infernal, miles y miles de personas han puesto agua en sus ventanas para ayudar a los pájaros. Ante unas instituciones y un sistema injusto, miles y miles de personas planifican su propia estrategia para no sucumbir en la desesperanza.
La deriva del mundo es atroz y la situación de los animales, a pesar de los avances que podemos ir viendo en diferentes partes del planeta, en general sigue empeorando. El consumo voraz, que es el motor de este engranaje capitalista neoliberal en el que obligatoriamente estamos inmersos como sociedad, está siendo una verdadera debacle para el medioambiente y, por ende, para todos los animales, tanto los salvajes, como los esclavizados por la industria para el consumo o el divertimento, así como, también, para los animales de nuestras familias. Ahora mismo podemos dividirnos claramente en dos: los que aún son capaces de tener esperanza y los que ya, con la evidencia y los datos en la mano, sabemos y sentimos que no la hay.
En nuestro país los partidos generalistas minimizan la causa animal o la criminalizan, como ocurre con ese partido de la extrema derecha fomentado por empresarios corruptos y medios de comunicación obscenos. Los animales no entran apenas en campaña y, con una ley electoral que anula todo tipo de minorías, un partido como Pacma no tiene ninguna opción. Ante la falta de una estrategia general amplia; ante una Ley de Bienestar Animal que no mira a las granjas y que incluso se arrodilla ante los cazadores; ante un Gobierno regido por un partido que ha blindado la tauromaquia y la caza, lo único que nos queda es actuar de una manera individual, asumir que cada persona, en nuestro entorno, podemos ayudar a que otras personas abran los ojos ante el drama que los medios ocultan, ante la mentira generalizada a la hora de abordar la verdad animal y cómo el poder no tiene ni quiere usar sus herramientas para hacer un mundo en el que la relación entre los humanos y el resto de los animales sea la adecuada.
No es que debamos dejar de soñar con una lucha colectiva, sino que posiblemente lo más efectivo que podemos hacer es planificar nuestra propia lucha individual, medrar poco a poco en nuestros espacios, con nuestros amigos, nuestras familias, nuestro entorno en general, no ser nunca neutros ni complacientes con cualquier acción de maltrato o que consideremos injusta, y combatirlas con la fuerza de entender que cada persona somos un mundo inmenso y, ya que su estructura nos impide luchar en plenas condiciones de manera organizada, empezar a asumir al máximo nuestro papel como células individuales en lucha contra un mal común.