Un tigre de Tailandia, un leopardo de Zimbabue, un rinoceronte blanco de Angola, un lobo de Alaska, un cocodrilo de Tanzania, un oso polar de Canadá o un guepardo de Namibia forman parte, al parecer, de la enorme colección de Marcial Gómez Sequeira, que cuenta en total con más de 1.250 animales cazados y disecados y que pretendía exhibir en un museo.
En una entrevista el pasado mes de octubre comentaba la intencionalidad de mostrar sus “trofeos”, es decir, a esos más de 1.250 animales de más de 420 especies diferentes que ha asesinado a lo largo de su vida, en un museo dedicado a la caza, que sería el más grande del mundo.
“Se me ocurrió contactar con Guillermo Fernández. Es un primo lejano mío (…) Le encantó mucho la idea y se nos ocurrió llevar mis trofeos de caza y convertirlo en un museo en Extremadura. Él me ayudó mucho, le gustó mucho la idea desde el primer momento”, señalaba Marcial en esa entrevista.
Con esta amarga noticia de la intención de Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, de inaugurar el museo de los horrores en el Cuartel de Caballería, un edificio del siglo XVIII en el corazón de Olivenza, Badajoz, amanecíamos unos días después. A las pocas horas, las redes sociales se inundaban de la indignación y el rechazo de muchas personas que compartían dicha entrevista, donde se informaba de que el acuerdo entre la Junta de Extremadura, el Ayuntamiento de Olivenza y el propietario de la colección ya estaba firmado desde marzo, y se animaba a pedir responsabilidades a los dirigentes políticos por haber tomado una decisión tan importante de espaldas a la ciudadanía.
De la indignación a la acción
En los últimos años, las redes sociales se han convertido en una de las herramientas más poderosas para la protesta y la denuncia social. La velocidad con la que viaja la información ha permitido que miles de personas se expresen con libertad. En muchos casos, las redes sociales han ayudado a que la sociedad se organice de forma novedosa e imprevista; a crear una resistencia que, en algunos casos, ha significado un cambio en la percepción de algunas realidades o incluso ha propiciado cambios legales, en muchos casos en el ámbito local pero también en el regional y estatal.
Hay muchas causas de justicia social abanderadas a través de las redes sociales y esta vez no ha sido diferente; la noticia se extendió como la pólvora en muy pocas horas. La movilización en menos de 24 horas era tal, que muchas personas, entidades y asociaciones afines al movimiento a favor de los derechos animales alentaban una protesta exigiendo a las administraciones la no apertura del museo de los horrores.
Esos mismos días se viralizaba una recogida de firmas en la plataforma Change.org en contra del museo, alcanzando más de 50.000 firmantes en apenas un día y haciéndose visible en los perfiles de los usuarios a una velocidad impactantemente rápida. La petición fijaba el objetivo: “que la presión sobre el Gobierno de Extremadura y de su presidente, el socialista Guillermo Fernández Vara, sea tan grande que deba recapacitar sobre la instalación de este Museo de los Horrores”. “Nos jugamos el futuro de la humanidad y deberíamos concienciar a toda la población en el cuidado de la tierra, de la naturaleza y de sus seres vivos, nuestros políticos pretendan gastarse millones de euros para que este rico empresario pueda alardear de sus trofeos”.
“Nuestro país no debería rendir homenaje o hacer negocios con alguien que se jacta de haber matado a más de 1.250 animales, o a alguien que presume de haber eludido 'la mayor cantidad de impuestos legalmente permitida' - con su venta de Sanitas. Por este negocio se le impuso una pena de dos meses de arresto mayor y una multa de 260.000 euros y otro pago de 287.000 a Hacienda”, añadía la petición, informando sobre el perfil del propietario de esos animales para hacer reflexionar a la clase política sobre su alianza con él.
En paralelo, diferentes asociaciones y entidades se organizaban en una manifestación convocada de urgencia frente al Ayuntamiento de Olivenza y donde se organizaban coches para que las personas que no pudieran asistir por falta de medios lo hiciesen y que fuese así la convocatoria con mayor asistencia posible. El llamamiento era tal que en menos de dos horas había más de 200 respuestas de las personas que tenían intención de asistir. Dicha manifestación estaba organizada por varios colectivos locales animalistas, como asociaciones protectoras y en contra de la caza, y respaldada y coorganizada por Mérida y Badajoz Animal Save, dos grupos de la organización internacional The Save Movement. En ella, exponían un manifiesto unificado donde reivindicaban “que no se vanaglorie la actividad de la caza como necesaria, ni como imagen de Extremadura ni de España. Que no se trate a los animales como trofeos de exposición, sino como lo que son: seres con capacidad de sentir y sufrir. Que acabe el ocultismo que desde años hemos sufrido sobre las inversiones públicas en festejos, ferias y exposiciones que impliquen maltrato animal y muerte”.
Toda esta movilización fue organizada y estructurada y posible gracias a un grupo de Whatsapp y un evento en Facebook. El abanderamiento de la lucha se llevaba desde redes sociales cada día. Sin descanso. Desde muchas cuentas y perfiles en dichas redes se animaba a utilizar hashtags y a contactar directamente por mensaje directo con Guillermo Fernández Vara y Manuel González Andrade, el alcalde de Olivenza, para hacer presión y que la convocatoria de manifestación, pasados unos días de la noticia, no cayese en el olvido.
Solo tres días después de iniciarse el revuelo, aún incesante, el alcalde de Olivenza utilizaba también una red social, Facebook, para decir que el proyecto en cuestión “no puede representarnos y no tendrá cabida en ningún edificio público municipal” ya que el impulsor es alguien que “se vanagloria de ser franquista, de haber matado más de 420 especies de animales, algunas de ellas en peligro de extinción, al tiempo que quita importancia a delitos fiscales”. “La Junta de Extremadura comparte el malestar generado por esta situación”, añadía.
Aunque no satisfacía a los colectivos animalistas que pedían garantías de que el museo no abriría en ningún municipio, la manifestación fue desconvocada. Posteriormente, el presidente de la Junta hacía unas declaraciones precisando que respetaba la decisión del alcalde.
Desde todos los colectivos antiespecistas y por los derechos de los animales es importante que, tras lo ocurrido en este caso, reflexionemos sobre nuestra manera de hacer activismo. Frenar la apertura museo ha sido posible gracias a la enorme presión en redes sociales de muchos colectivos unidos y personas afines, teniendo un mensaje claro y contundente, repitiendo y compartiendo al unísono el mismo manifiesto y teniendo presente a qué personas había que pedirles explicaciones.
Sin nuestras voces unificadas jamás hubiésemos podido llegar a este punto. Sabemos que es una victoria a medias, que no tenemos que sacar nuestros ojos de encima de las decisiones de la clase política, ya que pueden estar en contra de lo que la ciudadanía reclama. Aun así, podemos respirar más tranquilos sabiendo que, por el momento y debido a todo el revuelo causado, no se van a aventurar a sacar esta propuesta de nuevo, al menos a corto plazo.
Es necesario que tengamos toda esta información en cuenta para futuras acciones similares, como frenar las obras del macromatadero de Zafra, en la misma comunidad autónoma en la que se ha frenado este museo de la caza. En la era de la información no podemos conformarnos con salir a las calles; tenemos que salir en los medios, hacer presión en redes sociales, utilizar todas y todos el mismo mensaje y el mismo manifiesto, no conformarnos con la mitad de lo que pedimos y tener unos responsables políticos como objetivos claros de esas reclamaciones. Es importante que tengamos esta victoria como referencia de lo que queremos conseguir y de cómo hacerlo.
En tiempos de emergencia climática donde se pone en riesgo la biodiversidad y donde todos y todas podemos acceder a la información con más facilidad, debemos utilizar esta herramienta como arma poderosa para alentar a las masas dormidas de la situación actual y actuar con rapidez, destreza y determinación. Tenemos que unir nuestras voces y nuestra fuerza y utilizar estos medios que, tal y como hemos visto, pueden ser altamente efectivos.
En Extremadura nos enfrentamos ahora al macromatadero de Zafra, una factoría de muerte que se sumará a otros abiertos en otras zonas de España, como el de Binéfar, en Huesca, que presume de querer ser el más grande de Europa y cuyo objetivo es matr a unos 32.000 cerdos al día.
El próximo día 1 de diciembre hemos convocado una manifestación estatal en repulsa por esta apertura, y no nos rendimos en el objetivo de que la movilización sea tan intensa y logre los mismos objetivos que en el caso del museo de la caza: una presión tal que los responsables políticos tengan que replantearse sus decisiones.