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Sacrificar animales en santuarios no detendrá la peste porcina africana

El 20 de septiembre de 2023, un inusual despliegue de agentes del gobierno italiano rodeó el pequeño santuario animal conocido como Proyecto Corazones Libres, ubicado a cincuenta kilómetros de Milán, en la región de Lombardía. Esta región concentra la mitad de las granjas de cerdos de Italia, albergando aproximadamente cuatro millones de individuos, la mayoría en macrogranjas.

La tragedia se desencadenó cuando, tras enfrentarse a activistas pacíficos convocados por la Red de Santuarios de Animales Libres que intentaban evitar el sacrificio innecesario de cerdos, los agentes derribaron las cadenas humanas que protegían el santuario. Los técnicos veterinarios, posteriormente, sacrificaron a Crosta, Crusca, Pumba, Dorothy, Mercoledì, Bartolomeo, Ursula, Carolina y Spino, los nueve cerdos que aún habitaban en el refugio. Algunos de ellos estaban sanos, mientras que otros eran supuestamente portadores sanos de la temida Peste Porcina Africana (PPA), una enfermedad que hasta ahora no se ha transmitido a los humanos y afecta exclusivamente a cerdos y jabalíes.

Este artículo no pretende ofrecer un estudio exhaustivo y definitivo, sino más bien contextualizar los eventos y aclarar el desarrollo de una pesadilla que acaba de comenzar: la llegada de la Fiebre Porcina Africana a Europa. También destaca la necesidad de tomar medidas a tiempo y, sobre todo, de cambiar de manera radical la mentalidad y la sensibilidad respecto a la gestión de esta y otras crisis.

¿Qué es la Peste Porcina Africana (PPA)?

La Peste Porcina Africana es una enfermedad viral que afecta a cerdos y jabalíes. Sus síntomas incluyen fiebre, pérdida de apetito, debilidad, abortos espontáneos y hemorragias internas. A diferencia de la gripe porcina, la PPA no representa un peligro para los humanos, pero es altamente letal para los cerdos. Originaria del África subsahariana, la PPA apareció en Georgia en 2007 y se introdujo en la Unión Europea en 2014 a través de jabalíes procedentes de los Estados bálticos y Polonia. Desde entonces, la enfermedad se ha propagado a otros países de la UE, así como a naciones vecinas, y en los últimos años se han registrado brotes en Asia, Oceanía y algunos países de América.

¿Por qué los animales de los santuarios no deben ser tratados como animales de producción y consumo?

Un santuario no es una granja ni una entidad productiva; es un refugio donde los animales son considerados individuos, no meros recursos destinados a la producción de bienes de consumo. Los santuarios acogen a animales rescatados de la industria de la explotación animal y los cuidan considerándolos miembros de una familia. Esta filosofía está respaldada por el Manual Operativo para la gestión del sistema de identificación y registro de operarios, establecimientos y animales, publicado el 16 de mayo de 2023 por el Ministerio de la Salud de Italia, que reconoce y regula la naturaleza de los santuarios.

Por lo tanto, la intervención policial y el sacrificio de los cerdos en un santuario no eran justos ni necesarios. En su lugar, se debieron tomar medidas como la monitorización continua, los intentos de recuperación de los animales afectados, pruebas en los animales vivos y aparentemente sanos, y, en caso necesario, acompañarlos compasivamente hasta su fallecimiento, ya sea por eutanasia o por muerte natural.

¿Por qué preocupa tanto la PPA?

En Italia, el prosciutto es un orgullo nacional, al igual que el jamón ibérico en España. Ambos despiertan pasiones que a menudo eclipsan cualquier debate sobre el sufrimiento de los cerdos, para quienes el jamón no es un manjar, sino una de sus extremidades. A pesar de estudios que demuestran la inteligencia y sensibilidad de los cerdos, las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud de evitar el consumo de carnes procesadas, investigaciones que revelan los horrores de las granjas y mataderos industriales, y los impactos ambientales negativos (estos últimos reflejados, por ejemplo, en el reportaje de Datadista Premio API 2023 'El oscuro rastro en el agua del negocio de la carne barata'), el consumo de carne de cerdo en Italia sigue siendo muy alto. En 2022, las exportaciones de carne de cerdo y embutidos italianos alcanzaron casi tres mil millones de euros. Sin embargo, la amenaza que representa la propagación del virus de la Peste Porcina Africana en las granjas de Lombardía y Emilia, las principales regiones de producción italianas, es de gran preocupación. Esto podría resultar en el sacrificio de millones de animales y la suspensión prolongada de las exportaciones. Además de los enormes daños económicos, que muchos criadores posiblemente nunca recuperarían, la industria porcina italiana corre el riesgo de quedar excluida del comercio internacional durante un período de tiempo indefinido.

La forma común de abordar la proliferación de enfermedades contagiosas como la PPA es sacrificando a todos los animales que han estado en contacto con los infectados, sin realizar diagnósticos individuales. Hasta la fecha, no se han desarrollado tratamientos realmente eficaces para curar la PPA, y las posibles vacunas apenas están comenzando a probarse a nivel experimental.

¿Cómo se propaga la PPA?

La PPA se propaga entre cerdos y jabalíes. El virus puede permanecer latente en cadáveres, carcasas e incluso en carnes que no han sido debidamente tratadas. Otros animales también pueden actuar como portadores del virus. Además, puede ser transportado en ropas, botas, equipos y vehículos. Existe la posibilidad de que el virus haya realizado grandes saltos geográficos a través del turismo cinegético, aunque esto no ha sido adecuadamente investigado.

En enero de 2022 se detectaron los primeros casos en Italia peninsular. En junio de este año se identificó el primer caso en Lombardía, en la carcasa de un jabalí. A finales de agosto se registraron los primeros cerdos contagiados, algunos en pequeñas granjas familiares y otros en grandes explotaciones. Es probable, y está siendo investigado, que los primeros contagios en explotaciones animales no fueran reportados, lo que permitió la propagación del virus. Además, no se impusieron normas estrictas a los cazadores, quienes continuaron cazando sin seguir pautas de manejo adecuadas para los jabalíes muertos, ni tomaron medidas de saneamiento en su ropa, equipos y vehículos.

¿Cómo fue la gestión de los contagios en el santuario Proyecto Corazones Libres?

En el santuario Proyecto Corazones Libres los contagios se gestionaron con la máxima responsabilidad. El 30 de agosto dos de los treinta y ocho cerdos rescatados de la industria que vivían allí fallecieron. Inicialmente, estas muertes no se relacionaron con la PPA. Uno de ellos desayunó y luego mostró somnolencia e inapetencia. Falleció después de unas horas sin aparente sufrimiento. El segundo cerdo se creyó que había muerto debido a una indigestión tras una borrasca que había arrojado una gran cantidad de hojas de roble en la zona de los cerdos, llevándolos a sobrealimentarse. Solo después de realizar una autopsia el veterinario de confianza detectó el virus en el bazo de uno de los cerdos.

Siguiendo las indicaciones de la Agencia para la Protección de la Salud local, los responsables del santuario notificaron de inmediato a las autoridades competentes. La Agencia ordenó el sacrificio de todos los cerdos que vivían en el santuario, aunque, al vivir aislados, estos no representaban un peligro significativo para la propagación del virus. Sin embargo, de manera contradictoria, no autorizó la salida hacia la incineradora de los cuerpos sino cinco días después de sus fallecimientos, lo que permitió la propagación del virus. Además, no se permitió la eutanasia de los cerdos contagiados que se encontraban en estado de deterioro, afortunadamente, sin sufrimiento significativo. Los responsables del santuario y su veterinario de confianza se esforzaron en aplicar rigurosas medidas de bioseguridad para prevenir la difusión del virus.

El santuario también solicitó test para los animales que aún estaban vivos y parecían estar en buen estado de salud, pero la administración se negó alegando que dichos test no existían, a pesar de que sí estaban disponibles.

Las principales organizaciones animalistas del país (Animal Equality Italia, Animal Law Italia, Ciwf Italia, Enpa, Essere Animali, Lac-Lega Abolizione Caccia, Last Chance for Animals, Lav-Liga Antivivisección, Leal, Leidaa, Lndg -Animal Protection y Oipa Italia) se movilizaron legalmente y lucharon en todas las instancias de la administración pública para posponer la ejecución de los animales, para permitir que fueran tratados como los miembros de la familia que eran. También se solicitaron reuniones con todas las autoridades relevantes, en colaboración con la Red de Santuarios Libres de Animales, con el objetivo de encontrar soluciones humanitarias.

El Tribunal Administrativo Regional (TAR) fijó una audiencia para el 5 de octubre, anticipando que para esa fecha todos los animales ya habrían fallecido. 

Aunque aún no se sabe si algunos de los animales podrían superar la enfermedad de manera natural, algunos expertos sugieren que es esencial seguir de cerca la evolución de la enfermedad en animales cuidados y aislados, un enfoque que en el caso de la PPA aún no se ha aplicado en la práctica científica.

Otras voces, como el biólogo y etólogo Francesco De Giorgio, responsable de la Reserva Sparta, expresaron lo importante que es para la ciencia poder seguir la evolución de la enfermedad en animales aislados y cuidados, algo que en la práctica nunca se ha hecho. Aún no se sabe si existe la posibilidad de que algunos animales superen la enfermedad auto curándose.

¿Por qué la gestión de la PPA por parte de la administración pública y de las empresas privadas en Italia está siendo ineficaz y contradictoria? 

La industria y la administración pública están justificando el sacrificio masivo vendiéndolo como una defensa del trabajo, cuando en realidad lo que están defendiendo es el beneficio de los propietarios de las macrogranjas. Las macrogranjas generan relativamente pocos puestos de trabajo y grandes problemas medioambientales a las poblaciones en donde se ubican. Hasta ahora se han sacrificado más de 34.000 cerdos solo en los alrededores del Proyecto Corazones Libres. El objetivo es eliminar lo antes posible toda la población actual de porcinos, descontaminar las instalaciones y acto seguido volver a llenar los establecimientos con animales supuestamente sanos, creando un escenario similar al anterior, con los mismos riesgos. No se está planteando una crítica a este modelo de sistema productivo, que se ha revelado no sólo cruel para los animales, sino también nefasto para humanos y el medioambiente, y mucho menos un plan de desarrollo de actividades alternativas sostenibles.

La inversión de este despropósito es enorme: Tcc Group Bv, única empresa en toda Europa capaz de prestar este servicio, recauda 72 millones de euros al día por su actividad de abatimiento. Según informan sus portavoces, el proceso de matanza es indoloro y pacífico para los animales. Sin embargo, esto es ampliamente desmentido por la investigación realizada con drones por la organización Essere Animali, que documentó los procedimientos de gaseo que implican empujar, a menudo violentamente, animales sanos y enfermos hacia los contenedores donde, durante 25 minutos, son asfixiados con una mezcla a base de CO2. Según la empresa, los animales deberían quedar inconscientes en menos de un minuto, pero si sobreviven reciben el mismo tratamiento que los que están demasiado debilitados para ser cargados en camiones de transporte: descargas eléctricas. Una vez muertos, los animales son arrojados a unos contenedores, unos encima de otros, para el transporte final que los llevará al incinerador más cercano, el de Piacenza. Esta investigación incluye pruebas de diversas problemáticas: métodos de matanza crueles, incompetencia del personal tanto en materia de bienestar animal como de medidas para evitar riesgos de bioseguridad.

¿Qué ocurrirá ahora?

El próximo 5 de octubre tendrá lugar la audiencia en el Tribunal Administrativo Regional. Las organizaciones antes mencionadas están estudiando las próximas acciones legales. También se están convocando concentraciones y manifestaciones tanto en Italia como en el exterior.

Es necesario que estas muertes injustas no sean olvidadas, que se mantenga abierto el debate para los avances legales que amparan la existencia de los santuarios de animales, y que por muy pequeños y básicos que parezcan sean respetados.

Y este debate tiene que extenderse a toda la sociedad, planteándose la reforma de nuestro modelo productivo y alimentario actual, que se ha revelado no sólo cruel para los animales, sino insostenible desde todo punto de vista.

La explotación animal ha llegado a un punto que, sin ser tildado de alarmismo, se puede calificar de terrorismo medio ambiental.

Un punto de inflexión en la normativa de los santuarios en Italia

El 16 de mayo de 2023 se publicó en la Gazzetta Ufficiale, equivalente a nuestro BOE, el Manual Operativo para la gestión del sistema de identificación y registro de operarios, establecimientos y animales, adjunto al Decreto del Ministerio de la Salud del 7 de marzo de 2023. Este manual legislativo, aunque en apariencia técnico, marca un punto de inflexión crucial al usar por primera vez el término “santuarios”. En referencia al Decreto Legislativo 134 de 2022, el manual enumera “Refugios para animales diferentes a perros, gatos y hurones” y especifica la categoría de “Refugio permanente (denominado santuario)” para actividades de refugio de diversas especies animales, -incluyendo cerdos- , identificadas y registradas bajo la orientación de “refugio permanente.”

Este reconocimiento legal de los santuarios como entidades distintas de las granjas y explotaciones responde a décadas de reivindicación de que los establecimientos donde viven animales rescatados de la explotación sean considerados refugios o santuarios y no granjas, y que sean amparados por normativas sanitarias diferentes a los que siguen siendo destinados a explotación de cualquier clase. En Italia ya se aplicaba la normativa DPA y no DPA, es decir, animales de “reddito”, o sea, ingresos, (un eufemismo para dulcificar el concepto de explotación) destinados a producción de alimentos (para humanos) o no destinados a la producción de alimentos (siempre para humanos).

En el caso específico de los équidos, la inclusión en DPA o no DPA recae sobre el propietario del animal, que tiene la facultad de decidirlo. La condición de DPA es reversible, es decir que un caballo destinado al matadero para consumo de carne puede ocasionalmente no sufrir ese destino y seguir viviendo como animal de compañía, mientras la condición de no DPA no es reversible. Esto no responde a criterios de bienestar animal, sino de salud. La trazabilidad de la carne para consumo humano es imprescindible. Curiosamente, un caballo de carga o de deporte sí puede ser enviado al matadero y su carne puede usarse para la producción de alimentos para otros animales, pero no para humanos.

A pesar del reconocimiento del estatus de refugio o santuario, el Proyecto Corazones Libres está viviendo esta terrible pesadilla, lo que hace manifiesto lo frágil y ambiguo de los avances legislativos. Este caso demuestra lo frágiles y ambiguos que pueden ser los avances legislativos cuando se enfrentan a emergencias sanitarias y decisiones precipitadas, y sobre todo a políticos inconscientes e insensibles. La gestión de la PPA en Italia y la trágica actuación en el santuario Proyecto Corazones Libres plantean importantes preguntas éticas, legales y de salud pública. La necesidad de una respuesta basada en la ciencia y en la ética ante estas crisis se vuelve cada vez más evidente, ya que las condiciones de vida de millones de animales humanos y no humanos están en juego.

El 20 de septiembre de 2023, un inusual despliegue de agentes del gobierno italiano rodeó el pequeño santuario animal conocido como Proyecto Corazones Libres, ubicado a cincuenta kilómetros de Milán, en la región de Lombardía. Esta región concentra la mitad de las granjas de cerdos de Italia, albergando aproximadamente cuatro millones de individuos, la mayoría en macrogranjas.

La tragedia se desencadenó cuando, tras enfrentarse a activistas pacíficos convocados por la Red de Santuarios de Animales Libres que intentaban evitar el sacrificio innecesario de cerdos, los agentes derribaron las cadenas humanas que protegían el santuario. Los técnicos veterinarios, posteriormente, sacrificaron a Crosta, Crusca, Pumba, Dorothy, Mercoledì, Bartolomeo, Ursula, Carolina y Spino, los nueve cerdos que aún habitaban en el refugio. Algunos de ellos estaban sanos, mientras que otros eran supuestamente portadores sanos de la temida Peste Porcina Africana (PPA), una enfermedad que hasta ahora no se ha transmitido a los humanos y afecta exclusivamente a cerdos y jabalíes.