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Tercera edición de 'El Venadito', arte contra el maltrato animal

El Venadito ha alcanzado su 3ª edición. Un proyecto que nació de manera modesta y que tuvo su génesis en el malestar e impotencia que me generaba la contemplación del maltrato, abuso y abandono de los animales, nunca pensé que llegara a transformarse en una Bienal, pero lo hemos logrado.

Debo hacer notar que, tras sumarnos a la plataforma de activismo cultural Capital Animal, hubo un antes y un después. Ver a tantas personas hacer un frente común para lograr una nueva filosofía de vida, me llevó a pensar que tanto esfuerzo no podía quedar en un simple acercamiento a la “situación” de los animales. Así pues, no lo decidí yo, sino que fue el “proyecto” quien decidió seguir adelante y transformarse en una propuesta continua vinculada al arte. Y, así, seguir visibilizando y denunciando el maltrato animal.     

Es por ello que ahora abrimos, de nuevo, las puertas a la reflexión. Y lo hacemos desde el próximo día 12 de noviembre hasta el día 31 de enero en el Museo de Ciencias Naturales de Granollers, gracias a que éste asume en su programación no solo la ciencia, sino también la protección y el bienestar de los animales, en este caso de los equinos.

 siempre ha sido una convocatoria artística sobre el maltrato animal. En general, cuando hablamos de maltrato animal, tendemos a pensar solo en animales de familia (sobre todo perros y gatos). Por desgracia, este maltrato va mucho más allá y abarca a todas las especies. Por lo tanto, a partir de ahora visibilizaremos diferentes especies. En esta ocasión, en concreto, nos acompañan dos protectoras de caballos. Una es ADE, un proyecto generoso que dirigen Leonor y su hijo Aldo, quienes empezaron a recoger caballos y burros y actualmente han tenido que ampliar sus instalaciones porque el número de animales no deja de crecer. La otra es CYD, una importante propuesta que lideran las hermanas Virginia y Concordia, y que acaba de ser galardonado por el Seprona después de veinte años rescatando animales. Ambas protectoras trabajan con mucho esfuerzo y coraje porque las dificultades no paran de crecer. Pero ambas persisten fieles a sus caballos (y otros animales) que han encontrado refugio y protección en ellas.

¿Por qué caballos?

La idea “vino” a visitarme durante unas vacaciones, cuando llevamos a cabo un viaje en bicicleta desde Copenhague hasta Berlín. Lo relato tal como lo escribí en el Diario de Viaje, y bajo el título de El Caballo de San Romano:

“Seguimos con nuestro viaje, ahora ya por tierras alemanas. Hemos llegado a un lugar llamado Ankershagen (Mecklemburgo-Pomerania Occidental), no parece un lugar relevante, sino simplemente un sitio de paso hacia otro más significativo. Nos hemos quedado a dormir en una pequeña pensión.

Hemos cenado a las 19:00 h. porque a las 20:00 h. cierran la cocina. En realidad, a esa hora me apetecía un café calentito y un brioche o croissant. Pero… los alemanes mandan ¿O no…? Después, paseamos por el pueblo y, de repente, ahí estaba, solo, alto y erguido: Un enorme caballo de madera a modo de tobogán que los niños utilizaban para divertirse“.

'Utilizar', esa es la palabra. A lo largo de esta ruta hemos visto infinidad de caballos; todos, por cierto, bien cuidados en recintos y espacios adecuados. Sin embargo, no hay un animal que haya sido más utilizado y explotado que el caballo. Sí, el caballo ha sido utilizado y explotado en la agricultura, en el transporte, en la guerra, en el hipódromo, en la industria cárnica y, desde hacer años, en el turismo. La mayoría de las ciudades turísticas europeas lucen, en sus centros históricos, calesas o algún otro tipo de coche de caballos. Así, podemos ver, de manera majestuosa, la ciudad sin necesidad de caminar, no sea que nos cansemos demasiado. ¿Qué jornada laboral hacen estos caballos? ¿Quién controla su tiempo de descanso? ¿Beben suficiente agua? Estos carruajes, y sus cocheros, tirados por caballos, los he visto en ciudades de toda Europa en plena solanera, esperando a algún cliente que aspire a sentirse en una época que ya fue. Y ni falta hace que vuelva. Hasta en Berlín, una ciudad cosmopolita, que se puede visitar perfectamente en bicicleta o con infinidad de trasportes públicos adaptados a todos lo gustos y bolsillos.

Paolo di Dono (1397-1475) es un pintor cuatrocentista y matemático italiano, del cual me apasionan sus enormes, poderosos y geométricos caballos. Basta contemplar La batalla de San Romano (1456/1460) para darse cuenta de quiénes son los verdaderos protagonistas de la escena. Otra obra fascinante de Uccello es San Jorge y el dragón (1456/1460), en la que un magnífico caballo blanco se debate entre los límites de la realidad y la fantasía.

Su hija, Antonia Uccello (1446–1491), fue, según su certificado de defunción, pintora –lo cual celebro como artista y mujer–, aunque no se haya conservado ninguna de sus obras. Sin embargo, de los caballos sí tenemos constancia de todos los trabajos que han realizado. Me pregunto: ¿Qué escribirán sus responsables en los certificados de defunción de esos caballos?

Deseo y espero seguir viendo estos magníficos animales en todo su esplendor. Libres de ejercer esta nueva explotación turística que les hemos asignado. Aunque me fascina ver los caballos de Uccello, no hay nada más hermoso que contemplarlos libres y en la naturaleza.

Muchísimas gracias a todas las que hacéis posible que proyectos que van más allá de lo artístico, y que intentan hacer incidencia en cuestiones que deberían preocuparnos a todas, sigan adelante a pesar de todos y cada uno de los obstáculos.

El Venadito ha alcanzado su 3ª edición. Un proyecto que nació de manera modesta y que tuvo su génesis en el malestar e impotencia que me generaba la contemplación del maltrato, abuso y abandono de los animales, nunca pensé que llegara a transformarse en una Bienal, pero lo hemos logrado.

Debo hacer notar que, tras sumarnos a la plataforma de activismo cultural Capital Animal, hubo un antes y un después. Ver a tantas personas hacer un frente común para lograr una nueva filosofía de vida, me llevó a pensar que tanto esfuerzo no podía quedar en un simple acercamiento a la “situación” de los animales. Así pues, no lo decidí yo, sino que fue el “proyecto” quien decidió seguir adelante y transformarse en una propuesta continua vinculada al arte. Y, así, seguir visibilizando y denunciando el maltrato animal.