Cuando desde la sociedad civil denunciamos las barbaridades que los zoos comenten, se nos acusa de ser “activistas” y, como consecuencia, “de falta de rigor científico”.
Este ha sido, básicamente, el único argumento del zoo de Barcelona para negar la evidencia: la instalación de orangutanes que el zoo inauguró a bombo y platillo en 2015 era una auténtica chapuza.
Para los que quieren rigor, el cual suscribo, les animo a leer el anuncio de la licitación y el proyecto ejecutivo. Ya en la propia descripción de la prestación del servicio se puede leer “en concreto, se trata de ejecutar las obras de referencia para resolver las patologías y disfunciones en la instalación de los orangutanes del zoo de Barcelona”. No obstante, cuando abres el documento 'Proyecto ejecutivo mejora pabellón orangutanes zoo', de más de 500 páginas, es cuando se ve el tamaño de la tragedia.
Pero empecemos por el principio. La nueva instalación fue presentada por el Ayuntamiento de Barcelona en 2015, con un coste de más de 1,2 millones de euros. En este anuncio se dice, entre otras cuestiones, que los cuatro espacios de la flamante instalación (dos interiores y dos exteriores) se encuentran conectados entre sí a través de diversos accesos alternativos; que los espacios exteriores están totalmente naturalizados; y acaba, como siempre, remarcando la importancia de todo ello para la conservación del orangután. Y tendrá que ser así. Quién puede discutir si esta instalación es o no buena para los orangutanes cuando, incluso, es finalista en los premios FAD Ciudad y Paisaje de 2018. Esta es la valoración del jurado: “Desde el conocimiento profundo de la problemática de la conservación y exposición de estos animales tan extraordinarios, se plantea una instalación que media entre las condiciones de vida óptimas de los orangutanes y la buena observación de sus hábitos en cautividad. El resultado es una fusión de arquitectura y paisajismo que, por un lado, es resistente y segura y, por el otro, es acogedora tanto para sus habitantes como para los visitantes.”
Qué debe pensar la ciudadanía ante un despliegue de medios tan impresionante: pues que sí, que seguro que hay un elevado rigor científico detrás de todo esto, porque si arquitectos lo dicen, el zoo lo dice, las universidades que trabajan con el zoo lo dicen, la asociación europea de zoos y acuarios lo dice, y el Ayuntamiento de Barcelona lo dice, es que todo lo que hace el zoo de Barcelona es pura ciencia de la conservación.
Que en 2020 ZOOXXI denunciara que el zoo de Barcelona seguía vendiendo productos con aceite de palma, es la típica denuncia activista sin profundidad. Que el visitante del zoo se coma unas galletitas con aceite de palma, vendidas por el zoo, mientras observa a los orangutanes encerrados en su instalación, a la vez que lee un cartelito donde el zoo explica que los orangutanes están en peligro de extinción porque sus territorios están siendo arrasados para producir aceite de palma, es una incoherencia justificada porque a cambio esa persona está recibiendo una completísima educación, otro de los sacrosantos pilares de los zoos.
Yo ahora plantearía la siguiente cuestión, y es pedir al jurado de los premios FAD que revisen el proyecto ejecutivo de las obras de reforma de la instalación de los orangutanes. En este documento se puede leer: “disfunciones asociadas al diseño (facilidad de estancamiento de agua, imposibilidad de desmontaje, dificultad de mantenimiento)”; en relación a la instalaciones exteriores, las estructuras de árboles con troncos de madera sobre hormigón “según el zoo estos sistemas no han funcionado desde su inicio”; en relación a los túneles de conexión se dice que “en alguna ocasión ha quedado un animal acorralado”. Una de las cuestiones más graves de todas es cuando se dice que: “Hay que asumir que los orangutanes no se moverán de las instalaciones mientras duren las obras”. Y, ¿cuánto duran las obras? Según la licitación, 8 meses y 15 días. Se tienen que desmontar y volver a montar todos los vidrios para hacer un correcto mantenimiento de todos los elementos metálicos, así como cambiar todas las chapas de acero negro por inoxidable.
Si alguien quiere hacerse una idea de cómo estaban estas estructuras, le recomiendo vea las decenas de fotografías de las páginas 271 a 277 del pliego técnico. De hecho, en la página 266 se puede encontrar las razones por las cuáles se ha llegado a tan alarmante situación: “la importancia de los daños objeto del presente estudio, y el hecho de que se hayan producido de forma tan generalizada y a una edad tan temprana (de forma incipiente justo después de acabada la obra y con una evolución progresiva) indican una ejecución del proyecto con un ”grado de preparación muy bajo“, donde ”no se cualifican los resultados obtenidos de los pocos ensayos realizados“. Todo esto tiene un coste para las arcas públicas de más de 600 mil euros.
El pasado 24 de febrero fuimos –sí, los activistas- a tomar imágenes y pudimos comprobar cómo los dos patios exteriores tenían el suelo levantado y había andamios en su interior. Esto significa que estos dos recintos estarían así durante varias semanas y que los orangutanes no podrían acceder a ninguno de ellos.
Hemos tomado imágenes de los orangutanes entre el 31 de enero y el 24 de febrero de 2023. Se pueden ver en este vídeo. El mal estado de los orangutanes no sólo obedece a las obras. En el vídeo podréis observar que se encuentran sin pelo en diversas partes de sus cuerpos. El acicalamiento es un comportamiento social natural, pero que en cautividad, porque no hay demasiadas cosas que hacer, se acaba traduciendo en una conducta aberrante autoinfligida (sin pelo en antebrazos y piernas) o producida por otros (sin pelo en cabeza y espalda). Otros problemas documentados en orangutanes en cautividad son autolesiones, ingestión de heces, miedo, vómitos, agresión o conductas estereotipadas. De hecho a la orangutana Storma, procedente de un zoo de Suecia, le tuvieron que suministrar antipsicóticos poco después de su llegada en 2018.
El zoo ha contestado a nuestra denuncia con su respuesta de siempre, diciendo que no es cierto lo que decimos, que los orangutanes están perfectamente, que expertos en primatología han intensificado los cuidados de los animales. Lo que resulta sorprendente es que, con tanto experto - no olvidemos: arquitectos, universidades, asociaciones de zoos internacionales, conservadores de primates, veterinarios- , se diera por buena una instalación que ha resultado ser una auténtica calamidad y que se haya tardado 6 años en hacer algo al respecto.
Pero ojalá éste fuera el único problema, un mal día en una instalación. El problema viene de lejos, y es que el bienestar de estos animales es tan bajo que los orangutanes han desarrollado conductas estereotipadas. No es de extrañar, dado que estos animales en la naturaleza son básicamente arborícolas y llevan una vida semi-solitaria, lo que significa que para su bienestar la privacidad es primordial. No obstante, en el zoo se les obliga a vivir en espacios reducidos, en total exposición al público y en grupos familiares que jamás encontraríamos en la naturaleza.
Esto no es ciencia, y esto no sólo pasa con los orangutanes. Un ejemplo paradigmático es lo que el zoo llama el bioma del Sahel. Poner una instalación de leones, al lado de una instalación de elefantes, al lado de una instalación de jirafas, al lado de una instalación de gacelas. Según el zoo, esto conseguirá que las personas se conciencien sobre la situación del Sahel y, por ende, los animales que viven en esta zona de África estén más protegidos. Sinceramente, a mí esto me parece que se aleja bastante de un razonamiento científico y se aproxima más a un dogma de fe.
Así que le damos la vuelta a la historia, ahora los activistas vamos, no sólo de la mano de la ciencia, sino también de las leyes. Es por eso que en estos momentos la Plataforma ZOOXXI se encuentra en un contencioso administrativo con el Ayuntamiento de Barcelona, para que cumpla con la modificación de la ordenanza de protección de los animales aprobada en su Pleno en 2019, y que supone una completa reconversión del zoo. El zoo está incumpliendo las leyes, y los animales, la naturaleza y las arcas públicas están pagando las consecuencias.