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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Crónica desde el Everest: “seis días agotadores acaban en una llegada terrorífica”

“El día 17 salen Carlos y Chepal para el C1 a 6.050 metros para pasar su primera noche de altura para ambos.

Quiero destacar la labor de 10 personas para equipar en tan solo 6 días la famosa cascada del Khumbu, peligrosa, exigente y que requiere de muchísimo compromiso. Ha sido llevada a cabo por ocho escaladores nepalíes, dos Ice Doctors (Nima y Ghense), seis escaladores amigos (Norbu, Nuri, Chhepal, Furba, Lakpa y Pemba) más Carlos y yo.

Seis días muy intensos de mucho peso a cuestas y de equivocarnos mucho, pero con motivación y cariño hemos salido para adelante. No es hasta el día 19 nuestra partida, Nuri Norbu Furba y yo salimos a las 7 de la mañana y en cuatro horas alcanzamos el C1 a 6.050 metros.

Los cuatro porteamos más de 30 kg, cada uno 400 metros de cuerda, escaleras, etc. Llegamos al C1 y Chhepal y Carlos ya han arrancado, para el C2 a 6.400 metros. El viento sopla muy, muy duro, nos tenemos que tirar al suelo con las fuertes ráfagas; vamos solventando los diferentes obstáculos que el glaciar nos propone; solventando grieta a grieta y al menos hemos tenido suerte o hemos calculado bien: ha sido necesaria hasta la última escala, una vez superada la última grieta sin fondo, nos adentramos en el valle del silencio, que hoy de silencio más bien tiene poco, ya que el viento apenas deja que nos escuchemos entre nosotros, los seis escaladores estamos remontando por primera vez está pendiente muy tendida. Norbu, Nuri, Furba, Chhepal y yo.

Yo pensé que los dos Ice Doctors nos irían a acompañar al C2, pero esta vez, o en esta expedición va a ser que no, por tanto del C1 en adelante nos quedamos ocho escaladores, Norbu, Nuri, Furba, Chhepal, Lakpa, Pemba, Carlos y yo.

Seguimos ascendiendo vamos los seis con mucho peso, y el viento sopla con mucho mayor intensidad, veo que algo no marcha bien, Carlos va sufriendo mucho, va con más de 30kg, quizás eso sea, al llegar a C2, montamos las tiendas en condiciones bastante duras.

Pasamos los seis la noche lo mejor que podemos, Norbu, Nuri, Chhepal, Furba Carlos y yo. Al día siguiente el día amanece frío, pero nuestra motivación esta tan alta, que esta vez de los seis integrantes del grupo, tres decidimos empezar las labores entre el C2 a 6.400 metros y el C3 a 7.300 metrod. Partimos Norbu, Nuri y yo, muy, muy, pero que muy cargados y el resto descansa en el C2.

Salimos del C2, con miedo ya que igual que días anteriores nos adentramos en lo desconocido, estamos en invierno y los tres solitos, atravesamos el glaciar y a unos 6.700 metros, nuestro primer problema del día, la rimaya, nos cuesta más de dos horas, visualizar, entender y después atacar el flanco más débil de la rimaya y por supuesto la más segura.

Empezamos a equipar, nos vamos relevando y alcanzamos unos 6.900 metros más o menos. El día es regular, nos bajamos muy, muy rápido al C2. Al llegar al C2 nos encontramos con Chhepal, Furba y Carlos, que están de descanso y con Lakpa y Pemba que suben más material, cada uno porta 400 metros de cuerda. Así que estos 8 escaladores trabajarán del CB hasta el C2: Norbu, Nuri, Chhepal, Furba, Lakpa, Pemba, Carlos y yo.

Pasamos una noche bastante buena, y muy unidos, un equipo bueno y con muchas ganas, un equipo de esos que cada uno sabe lo que tiene que hacer. Carlos pasa la noche regular, pero para suerte de todos decidimos descansar el día 21 tras dos intensas jornadas para todos, y hay que tener en cuenta que era la cuarta noche de Carlos y Chhepal en altura, y no es descanso completo ya que movemos nuestro C2 de ubicación. Pero algo no marcha bien, Carlos ha empeorado, hemos caminado 10 minutos y a Carlos le cuesta cinco veces más; apenas camina seis pasos. Comunico con la base. Creo que acertamos en su evacuación. Agradecer al piloto y a Seven Summits su rapidez y agilidad en esta maniobra peligrosísima de evacuación de Carlos desde 6.400 metros. Un vuelo altamente peligro.

Cuando oímos el helicóptero a eso de las 16.30 yo no daba crédito a lo que estaba sucediendo; era un milagro hecho realidad, menos mal, ya que una noche más para Carlos hubiera sido muy dura y creo que no hubiera tenido las fuerzas suficientes para descender al CB.

Todo el protocolo que hemos seguido ha sido duro intenso y de un desgaste altísimo. Finalmente el helicóptero pone rumbo al CB junto con Carlos. Con él se desvanece todo nuestro plan inicial y el equipo queda muy tocado, pero no hundido.

Carlos nos ha dado mucha motivación e ilusión y sus ganas de afrontar el reto dice mucho de ti, pero como persona eres un tío grande muy grande, y ya te echamos de menos Carlitos.

Nuestra tercera noche en el C2, la expedición ha dado un vuelco. Nos juntamos los siete escaladores, y finalmente decidimos salir por la mañana una vez sabemos que Carlos se encuentra en Lukla bien y contento.

Partimos pues en la mañana del 22 hacia el C3 a 7.300 o 7.400 metros con la intención de llegar al C3, montarlo y dormir allí. El día es muy duro, demasiado viento, pero partimos esperando que el viento amainara.

Partimos, Norbu, Nuri, Chhapal y yo. Los cuatro vamos nuevamente muy, muy cargados y después de un gran trabajo y esfuerzo de portear y equiparnos, nos encontramos dentro de una minúscula tienda de campaña en el C3 entre 7.300 y 7.400 metros, con ráfagas de viento muy intensas y con el crujido de un serac que nos está acechando.

Una noche muy dura con mucho frío y sin poder dormir por el fuerte viento. Sabemos que no va a ser sencillo, ni fácil. La mañana del día 23 es despejada y con poquito viento, al menos esa es la tendencia. Nos levantamos a las 6, pero cualquiera sale del saco de dormir con la que está cayendo. Aitor y Pablo desde el base me contaron ayer que menos 30 a menos 35 y viento ligero. Y claro, en el C3 no nos pegará el sol hasta las 11 de la mañana, y en efecto así fue.

Chhepal no se encuentra bien y decide bajarse, por tanto nos quedamos Norbu, Nuri y yo. Salimos los tres del C3 con intención de equipar todo lo que se pueda. Pero, ¡Dios mío, que equivocación salir sin sol! Mira que se lo digo a Norbu y Nuri. Empezamos a escalar y apenas puedo mantener el calor en los dedos de las manos y de los pies. Nos la estamos jugando. Qué hora tan larga y con el sol no os penséis que cambia mucho la cosa. El frío es muy intenso y el viento empieza a soplar. Tanto Norbu como Nuri quieren subir a la cumbre del Sagarmata 8.848 metros.

Norbu la ha escalado siete veces, Nuri tres. Pero les encantaría hacerlo en invierno, por tanto apretamos lo dientes y los tres a una. Vamos progresando y ganando metros. Los tres escalamos sin uso de oxígeno artificial. Calculo 7.500. Más tarde 7.600, sobrepasamos las bandas o franjas amarillas. Estaremos muy, muy altos a unos 7.800 metros o quizás más. Nos encontramos contentos y muy felices de lo que estamos haciendo, un equipo tan reducido, con tantas carencias para semejante empresa.

Descendemos lo más rápido que podemos rapelando por las cuerdas fijas con un dolor tremendo en los gemelos y dedos de los pies principalmente. Rapelamos la rimaya y Furba se acerca a nuestro encuentro con algo de agua y té caliente. Nuestros cuerpos doloridos y maltratados lo agradecen y es tan grande el orgullo y satisfacción por el trabajo realizado que el agotamiento parece no florecer en nuestros cuerpos.

Llegamos al C2 y Lakpa y Pemba han cocinado un dallbhat, arroz con lentejas. Comunico con el base y hablo por radio. Carlos está en Katmandú. Estoy contento y feliz aunque sigue en el hospital. ¡Qué bien, ya que todo el día me ha rondado por la cabeza!

Comemos el dalbhat y nuestros cuerpos caen rendidos como en una maldición. Una maldición de la que tenemos que salir nosotros solitos. La mañana del 24, despejada como casi siempre y fría. Nos levantamos a las 8 y recogemos todo.

Nos ponemos en camino Norbu, Nuri, Chhapal, Furba, Lakpa, Pemba y yo. Bajamos muy rápido por el valle del silencio; marcamos con cañas de bambú el glaciar. Me gusta más marcarlo en el descenso ya que siempre depuras errores, o trazas mejor dicho, en la ruta. ¡Qué contentos que vamos!

No llegará a una hora desde el C2 al C1. Tengo ganas de bajar al CB. Empiezo literalmente a correr para abajo por las cuerdas fijas. Y de repente, la maldición: ¡estamos solos y la cascada se ha caído! Nadie dijo que iba a ser fácil, ni sencillo, pero sí que el compromiso iba a ser muy alto y que nos tendríamos que sacar nosotros mismos las castañas del fuego. Estamos con la ruta colapsada en un sitio peligroso muy difícil. ¿Y cómo continuar con el material que tenemos?

No hay rostros positivos o expectativas alentadoras. Creo que mis compañeros quieren regresar al C2. Oigo la palabra vivac. Nos toca buscarnos la vida. Se hace el silencio.

Propongo primer un plan, muy kamikaze: jugarnos el tipo pasando debajo de los seracs del Everest que escupen constantemente. Finalmente lo descartamos. Menos mal que el tiempo es favorable.

Me ato a una cuerda y me aseguran y trato de buscar una salida en este dichoso laberinto. Es una locura, ¡estamos jodidos! Piensa Alex, piensa… Doy con una posible salida, peligrosa, pero al menos no Kamikaze. Doy el relevo a Nuri y por fin acabamos con la maldición. Aunque en realidad nuestra maldición no ha hecho más que empezar. En tres ocasiones más, la cascada está completamente colapsada y nos toca buscarnos la vida. Ya que estamos los siete solitos y lo hemos hecho una vez, vamos a poder tres veces más…

Y así, lo que iba a ser una vuelta a casa sencilla ha sido todo un día de esfuerzo buscándonos la vida con los recursos e ideas que aportamos cada uno de nosotros. En primavera hay mucha gente transitando esta cascada, a diferencia de ahora que solo unos 20 escaladores Ice Doctors se encargan del mantenimiento. Así que cuando esto sucede estás solo. Pero sirve de aprendizaje, y nos indica además que entre el C1 y el CB también estaremos solos. Nadie nos dijo de que iba a ser sencillo, pero estamos aquí, por la hermosura del invierno y su soledad. ¡Veremos de lo que somos capaces!

Norbu antes de llegar al último rápel me dice: “Alex, ¿sabes qué? Creo que hace más de 20 o 30 años que ningún occidental ha hecho lo que estás haciendo tú”. Lo pienso y creo que no será as,í pero le contesto que me gustaría subir allí arriba y bajar. Y al bajar todos será cuándo hayamos hecho el Sagarmata. Pero para ello hay que trabajar duro muy duro.

Le abrazo a él primero, y después uno por uno al resto del equipo. Les agradezco su trabajo uno a uno, me emociono y les digo que creo que lo estamos haciendo bien. Eso creo…

Ahora aquí es muy tarde, pero estoy muy a gusto escribiendo para todos vosotros. Os tengo aquí conmigo.

Muchas gracias“

Alex Txikon