El alpinista italiano de 39 años Hervé Barmasse, y su compañero, el alemán David Goettler, han necesitado tan solo 13 horas para hollar el Shisha Pangma (8.027 metros), la decimocuarta montaña más alta del mundo, superando, en estilo alpino (sin cuerdas fijas ni campos de altura previamente montados), los 2.200 metros de la vertiente sur.
Arrancaban la ascensión a las 4:45 del domingo desde los 5.850 metros, y alcanzaban los 8.024 de la cima a las 17:45, aprovechando al máximo una pequeña ventana de buen tiempo de menos de 24 horas.
“El mejor momento”, según comenta el alpinista del equipo The North Face Hervé Barmasse, “fue cuando nos encontrábamos cerca de la cima. Miramos el reloj y entonces comprendimos lo rápido que habíamos ascendido. No era una cuestión de récords, sino de comprobar cómo habíamos sido capaces de aprovechar al máximo las pocas horas de buen tiempo de las que disfrutamos y de nuestra dedicación y esfuerzo, tanto físico como mental para llegar allí. Es fácil hablar de estilo alpino en el Himalaya, pero ser fieles a él en una montaña como esta…. Bueno esa es una historia completamente distinta. Pocos alpinistas lo han podido hacer. Así que, mi primera experiencia en un ochomil, y que sea en auténtico estilo alpino, es algo muy importante”.
Sin duda una impresionante actividad, sobre todo si tenemos en cuenta que el 99,9% de los alpinistas que van al Himalaya suben por las rutas clásicas, con cuerda fijas y oxígeno.
Pero no todo fue tan “sencillo”, tuvieron momentos delicados como a pocos metros de la cima cuando se enfrentaron a un inminente riesgo de avalancha. “Estábamos a tres metros de la cima, quizás fuese solo una cornisa cargada de nieve, pero con cada paso que dábamos nos llegaba un escalofriante sonido proveniente de la nieve, terribles crujidos. Nos miramos, y ambos coincidimos en darnos la vuelta, deteniéndonos donde pensamos sería seguro para disfrutar de las vistas y hacernos una foto. Creemos que debemos especificar este detalle porque es importante hacer entender que esos dos o tres metros, incluso dos o tres pasos, podrían haber marcado la diferencia entre la vida y la muerte”, apuntaba Hervé. Está claro que escalar este tipo de montañas en estilo alpino requiere una gran claridad mental y ser responsables con los actos, algo de lo que ellos han hecho gala, y esperan transmitir a futuras generaciones. Al fin y al cabo, estaban allí solos, y sin ninguna posibilidad de rescate en caso de accidente.
Para Hervé esta ascensión era muy importante “detrás de ella se escondía un deseo personal de demostrarme que había regresado bien tras mis dos recientes accidentes. Quería hacerme ver que me había vuelto a levantar y que nada es imposible”.