Durante todo el mes que hemos pasado en El Chaltén, al pie de los macizos del Fitz Roy y Cerro Torre, hemos tenido un solo día (9 de enero) que realmente se pudo considerar como una jornada de muy buen tiempo por estas tierras. Antes y después, hubo ventanas cortas, que siempre vinieron acompañadas de viento.
La última fue la del 16, 17 y 18 de enero, días de la tragedia. El parte hablaba de muy bueno para el 16, prácticamente despejado y sin apenas viento, pero incrementándose para las dos jornadas siguientes.
En los últimos años se ha tendido a desmitificar el macizo: ahora la predicción meteorológica ha mejorado mucho, también existe una guía de escalada de la zona muy completa y con todo lujo de detalles de Rolando Gariboti, y, además ha habido dos o tres temporadas que han sido tan buenas que se han escalado cosas increíbles… pero la Patagonia sigue siendo la Patagonia, como bien demuestran los hechos que nos proponemos narrar.
El caso es que nosotros también lo intentamos esa misma ventana en compañía de Fernando Irrazabal “Capi”. El miércoles 16 nos aproximamos durante 8 horas hasta la base del Piergiorgio. Hizo un día bastante bueno, pero no dejo de soplar el viento en toda la jornada. Esa noche vivaqueamos y pusimos el despertador a las 2:00, 4:00, 6:00 y 8:00, para a las 9:00 desistir- sin tan siquiera encordarnos- y en otras 8 horas volver al Puente Eléctrico. En nuestra opinión, y aunque es verdad que nuestro valle estaba muy expuesto a las tormentas que vienen del oeste (del hielo patagónico sur), hacia demasiado viento para escalar con ciertas garantías de seguridad. Cuando llegamos de vuelta al Puente Eléctrico, el viento era tan fuerte que te zarandeaba de lado a lado.
El viernes 18 no fue mejor: en El Chalten batió con fuerza durante todo el día, con el hándicap de que a la tarde empeoró de una manera clara, anticipándose a la fuerte borrasca que se esperaba para el sábado por la mañana.
Cuando amanecimos en el pueblo ese sábado 19, el viento era fuertísimo, no se veía ninguna montaña importante (ni siquiera el Cerro Solo que se ve casi siempre) de lo nublado que estaba todo, la temperatura había caído unos cuantos grados, y se intuía que habría empezado a nevar en altura como había pronosticado el parte.
Pues bien, a pesar de que el 16, 17 y 18 no fueron días excepcionales por culpa del viento, por lo que nosotros sabemos, al menos dos cordadas experimentadas consiguieron las cumbres del Fitz Roy y del Cero Torre. La primera italiana y la segunda francesa, pero fue un hecho excepcional, ya que, en nuestra opinión, solo dos equipos tan fuertes y rápidos como estos podían conseguir algo así. La mayoría del resto de escaladores optaron por ascensiones más pequeñas en metros como la Aguja Guillaumet, S o Mermot.
Pero volvamos al Fitz, porque durante el descenso de la Franco-Argentina (vía que conocemos bastante bien porque en el 2006 le dimos hasta cinco intentos) el día 18, el equipo italiano se cruza mientras rapela con la cordada brasileña que se encontraba unos pocos largos por encima de la Silla.
La cordada checa habría superado a estos brasileños, pero habría perdido la línea de la Franco Argentina y se habría escorado hacia la vía Francesa. Parece ser que ambas cordadas persistían en su intento a pesar de que las condiciones meteorológicas ya no acompañaban y de que la predicción era muy mala para el día siguiente.
Las consecuencias más o menos ya las sabemos todos: a pesar de la rabia que da interiorizarlo, de estos cuatro escaladores, solo uno de los checos pudo llegar de vuelta al pueblo. Lo que sufrió para sobrevivir podemos saberlo. Lo que sufrieron los otros tres, viendo cómo se pone ahí arriba cuando hace malo, no queremos ni imaginarlo.
Parece ser que no hubo accidente alguno, los tres murieron por hipotermia. El checo sentado en una reunión en la parte alta del Fitz, los dos brasileños, aunque todavía desaparecidos, todo apunta a que estarían congelados a la altura de la Silla. Aquello es un filo de nieve y se intuyen dos bultos que no corresponden con esa zona blanca.
La noche del 21 al 22 la comisión de Socorro de El Chaltén inicia una operación de rescate, echando mano de sus voluntarios, y del resto de alpinistas que se encuentran en el pueblo.
A nuestro pesar, no pudimos ayudar, ya que el 22 a las 7:00 abandonábamos el pueblo camino de nuestro avión en El Calafate. Pero vivimos de primera mano todo lo acontecido, ya que fue Leo Viamonte - uno de los máximos responsables del grupo de Socorro junto a Carolina Codo- el que nos llevó hasta El Calafate. Tanto para él como para nosotros, no fue fácil vivir desde la radio del coche todo lo que iba sucediendo en las montañas a la vez que nos alejábamos de ellas.
Y por lo que contaban no fue una noche sencilla, ya que los italianos Claudio Migliorini, Luca Schiera, Ed Albrighi y Jacopo Zezza (los mismos que apenas tres días antes habían ascendido el Fitz y de bajada se habían encontrado con los brasileños), que eran la punta de lanza del rescate, no pudieron llegar hasta la Silla por culpa del mal tiempo, y por detrás, Jesús Gutiérrez “Susi”, compañero de Pedro Cifuentes y Rubén Crespo, sufría un aparatoso accidente que le hizo precipitarse sobre la Laguna de los Tres, a la que llegó con un montón de huesos rotos y el pulmón perforado.
Doble rescate por lo tanto para la Comisión de Auxilio, que no daba de si con todo lo que se le iba viniendo encima, pero qué, como siempre, solucionó los problemas con la solidaridad y la ayuda de todos estos voluntarios que no dudan en arriesgar sus vidas para salvar las de otros compañeros en apuros. El español Jesús Gutiérrez se recupera de las graves heridas sufridas durante la caída en el hospital de El Calafate. Su gesto, le honra.
Las conclusiones
La primera es que Patagonia sigue siendo un lugar muy expuesto a las inclemencias meteorológicas y por lo tanto un lugar peligroso.
La segunda es que sus montañas y sus agujas se cuentan entre las más difíciles del mundo y, por lo tanto, para escalarlas habría que tener esta premisa muy clara.
La tercera es que es un lugar en el que un rescate tal como lo conocemos en Europa (helicóptero y torno) a día de hoy es inviable, con lo que en la mayoría de los casos habría que llegar a pie de glaciar para ser rescatado.
La cuarta es que el equipo de socorro tardará un montón de horas en llegar con la camilla hasta el accidentado, ya que las aproximaciones en esta zona son muy largas y de difícil acceso.
La quinta es que el equipo de rescate son todo guías de montaña que dejan su trabajo para, de una manera totalmente altruista, tratar de salvar la vida de la persona en apuros. Ellos y los montañeros voluntarios que en ese momento se encuentren en el pueblo (nos ha tocado ya en varias ocasiones) arriesgarán sus vidas para poner a salvo la del prójimo.
Toca reflexionar
Teniendo en cuenta todo esto, creemos que la primera responsabilidad recae sobre nosotros mismos a la hora de elegir el día y el lugar donde pretendemos acometer nuestra actividad.
Estaría también bien que, antes siquiera de plantearnos nuestro objetivo, pensemos en todos los seres queridos que dejaremos atrás si todo sale mal, y toda esa gente que sin conocernos arriesgará su vida para tratar de salvar la nuestra.
Los montañeros de todo el mundo siempre hemos sido gente muy solidaria; tratemos de serlo incluso antes de ponernos las botas eligiendo un objetivo acorde con las condiciones de la montaña, el parte meteorológico y nuestras posibilidades reales porque a pesar de hacerlo así, siempre existirá la posibilidad de que todo se tuerza y tengan que venir en nuestra ayuda.
Por último, dar nuestro más sincero pésame a los familiares y amigos de los chicos fallecidos, y desearle a Jesús Gutiérrez una pronta recuperación. Tragedias de esta magnitud son muy difíciles de superar.