Síndrome del seno del tarso
Las lesiones post-competición son en muchos casos resultado de los movimientos repetidos que pueden afectar a cualquier parte del organismo: rodillas, caderas, tobillos e incluso espalda. Realizar una prueba como es el maratón supone para muchos corredores recaer en lesiones ya olvidadas, de las que bien no se habían recuperado por completo o incluso que dado el estrés al que se les sometió durante la carrera, éste superó su óptima respuesta. El caso más esclarecedor lo encontramos en los corredores veteranos que tras la prueba necesitan un tiempo más prolongado para recuperarse del esfuerzo al que han sometido sus articulaciones y músculos, como ya habíamos apuntado en otras ocasiones el dolor tipo agujeta en la región lumbar es más característico en estos corredores que en aquellos más jóvenes.
Lesión de tobillo
La articulación del tobillo es una articulación, que revela especialmente el historial clínico deportivo de años de entrenamiento. Esta articulación puede presentar tras la prueba, un dolor difuso en la región del antepié, tipo torcedura, que se prolonga en el tiempo más de lo que entendemos por normal para su recuperación tras una prueba como el maratón.
Ya habíamos tratado el tema de los esguinces de tobillo por repetición en el artículo “lesiones incurables de tobillo” en esta misma revista. En aquel artículo hacíamos mención a una patología que dificulta el diagnóstico del esguince por repetición y en si supone la consecución de un esguince de tobillo externo convirtiéndose en síndrome al presentar unas características determinas. Es el llamado “síndrome del seno del tarso”.
Este síndrome descrito por Denis O'Connor en 1958 se puede acompañar de contractura de los músculos peroneos y tibial anterior con dolor desde la cara dorsal del pie irradiándose por el borde externo de la pierna hasta la rodilla. La similitud con los mecanismos de lesión del esguin- Un corredor de maratón con peso corporal de 70 kilos, después de 3´5 horas de carrera, habrá impactado con sus pies sobre el suelo una media de 35.000 ocasiones. La fuerza de impacto supondrá entre 170 y 210 kilos por paso, distribuidos y amortiguados desde la planta del pie a la columna vertebral Dorso del pie Dolor SD seno tarso ce externo con distensión de la musculatura externa de la pierna dificultarán seriamente el diagnóstico diferencial al tratarse de dos patologías de muy distinto tratamiento.
Durante todos estos años el síndrome del seno del tarso ha recibido poca atención, habiéndose publicado escasamente una treintena de trabajos en todo el mundo, lo que hace que haya tenido poca difusión y su diagnóstico quede absorbido por el de “esguince de tobillo”. Brown, Debrunner y Hauser fueron los primeros en insistir sobre este cuadro confirmando tanto la clínica como el tratamiento.
Es a partir de 1974 cuando se vuelve a reconsiderar esta patología habiendo ayudado los estudios biomecánicos y de la marcha y los estudios anatómicos. De las distintas manifestaciones de la lesión destaca la falta de control en la estabilidad del pie en gestos tan sencillos como bajar escaleras o rampas. En muchos casos estas personas suelen llevar un calzado que asegure una mejora en la sujeción del pie, siempre existe un antecedente de esguinces de repetición.
Cuando el cuadro persiste sin tratamiento, puede surgir contractura de defensa de los peroneos que es por si misma dolorosa. El dolor puede irradiarse a la cara interna del maléolo, o ascender por la cara externa de la pierna hasta la rodilla.
Es esta irradiación del dolor tras tratamientos conservadores o la perpetuación de la patología lo que nos hace sospechar del síndrome frente al esguince. Los tratamientos establecidos para tratar un esguince de tobillo deben obtener resultado en un plazo que no sea superior a 15 días, por su parte, los esguinces de tobillo que superan los 21 días tienen asociada afección de otras estructuras. Por un mecanismo de inversión se pueden establecer hasta once tipos de lesiones diferentes como: fracturas horizontales del maléolo peroneo, fracturas verticales del maléolo tibial, lesión de ligamentos externos del tobillo (incluso luxación tibioastragalina interna), fracturas condrales del astrágalo y osteocondritis, lesión de ligamentos astragalocalcáneo (incluso luxación subastragalina interna), lesión del ligamento en Y, fractura de la base del quinto metatarsiano por tracción del tendón peroneo lateral corto, etc.
Todas estas lesiones se producen en la zona externa del tobillo y pie, desde la base del maléolo peroneo hasta la base del quinto metatarsiano, en lo que denominamos “zona de inversión”. Es decir, un mecanismo único y aparentemente simple puede provocar diversas lesiones tanto óseas como ligamentosas. Si hay movimientos de inversión repetidos (esguinces repetidos) los ligamentos se van rompiendo progresivamente y se producen las lesiones crónicas, o inestabilidades crónicas. Incluso el golpe continuo del astrágalo contra la tibia provoca la osteocondritis del astrágalo.
Cuando O'Connor describió el Síndrome del Seno del Tarso solamente lo definió como un cuadro doloroso. Existe dolor espontáneo a la inversión pasiva del pie y a la presión a nivel del orificio externo del Seno del Tarso y sin signos de inestabilidad radiológica. Por lo tanto, este síndrome puede presentarse con o sin inestabilidad, manteniendo siempre el dolor a la presión y a la inversión en el orificio del Seno del Tarso.
La instabilidad suele corresponderse con personas más jóvenes, generalmente de sexo femenino, con antecedente de múltiples pequeñas inversiones al bajar escaleras, bordillos o llevando calzado con tacón alto y que se quejan no sólo de dolor espontáneo y a la inversión, sino que además se acompaña de sensación subjetiva de inestabilidad. La inestabilidad crónica de la articulación puede tratarse en un primer momento con tratamiento medicamentoso y reeducación propioceptiva de los peroneos, lo que puede resolver un 70% de los casos. En el caso de no encontrar una solución satisfactoria la solución es quirúrgica.
De una u otra forma muchos fisioterapeutas como yo hemos solucionado esguinces de repetición con tratamientos centrados en la propiocepción, después de realizar tratamientos conservadores sin una completa recuperación. Sólo estos mecanismos aseguran el éxito del tratamiento en casos como el síndrome del seno del tarso.