A modo de resumen, tenemos que volver a recalcar que existen tres fases en el aprendizaje de la técnica que hemos explicado en Reto de la eficacia parte I: la fase en la que se producen el desarrollo de la coordinación global y el desarrollo de la coordinación específica, y en la que tiene lugar la estabilización de la coordinación específica. En este artículo vamos a analizar en profundidad los procesos metodológicos que podemos seguir en función de la situación en la que nos encontremos, así como de nuestra evolución.
Resumiendo lo que muchos autores comentan, podríamos decir que existen tres formas de abordar metodológicamente el trabajo de la técnica. Pero, ¿cómo entrenar la técnica? No debemos considerarla como algo extraño o sólo aplicable a otras disciplinas deportivas. Si nos paramos a pensar sobre todo lo que hemos hablado, nos daremos cuenta que gran parte de ese trabajo lo estamos realizan ya, pero en algunos casos de forma inconsciente.
Con esto intentamos dar coherencia a lo que ya hacemos, es decir, dar a conocer las razones de porqué hacer las cosas de una forma u otra, lo que es buscar principios metodológicos:
I. No demorar el entrenamiento de la técnica y hacerlo de la forma más racional posible, evitando así las dificultades del propio aprendizaje. Ejemplo: primero agarres, luego apoyos, tracciones, empujes, etc.
II. Se debe hacer especial hincapié en la capacidad de observación y el conocimiento de la técnica.
Ejemplo: reconoces, sin mirar, dónde está colocado tu brazo, la posición de la mano, etc
III. Tener bien asimiladas las técnicas fundamentales anteriores asegura el éxito del aprendizaje de la técnica.
Ejemplo: el desplazamiento lateral en cualquiera de los sistemas de trapa saldrá mejor en función de la capacidad de asimilación del desplazamiento vertical.
IV. Utilizar elementos objetivos de corrección y no esperar a fijar patrones motores incorrectos.
Ejemplo: utilización de grabaciones de video, y posterior análisis, para una corrección de la postura.
V. La participación prematura en la competición nos puede acarrear la asimilación de malas técnicas.
Ejemplo: si las transiciones en el esquí de travesía no salen bien las acabaremos realizando de mala manera por la presión del tiempo. Lo mismo ocurre en situaciones adversas. Si controlamos la técnica con buena climatología y en planos inclinados, será mejor a la hora de aplicarla en otras situaciones, sea en competiciones o en travesías.
VI. Debemos dar continuidad a la técnica de forma constante, siempre que se pueda.
Ejemplo: no se debe trabajar la técnica una vez cada quince días; hay que evitar periodos de transición muy largos. Siempre que podamos (cada sesión, cada dos) debemos dedicar un tiempo de trabajo específico a la técnica.
VII. El entrenamiento de la técnica debe estar relacionado con la capacidad física del deportista.
Ejemplo: después de una serie dura, no debemos exigir un trabajo de técnica muy difícil, sobretodo si el deportista no pose la capacidad necesaria.