Helena Maleno, preocupada por la deriva de la Ruta Canaria: “Hay que tener muchísimo cuidado, tenemos el ejemplo de Libia”
La activista española Helena Maleno, la voz del colectivo Caminando Fonteras, está muy preocupada con la deriva que percibe en los últimos meses en la Ruta Canaria: cada vez más gente, cada vez embarcaciones más endebles, cada vez más muertos, cada vez mafias más fuertes lucrándose del negocio... cada vez menos protección para los derechos humanos.
“Cuando no hay redes sociales, cuando las comunidades migrantes no tienen respuesta, cuando la gente está tan desesperada, cuando vulneran tus derechos y no puedes ir a denunciarlo porque estás en situación irregular y los estados no te protegen, eres campo fácil para las grupos criminales que operan en estas rutas. Hay que tener muchísimo cuidado, tenemos el ejemplo de Libia”, advierte.
La referencia a la que llaman cientos de familias de toda África cada vez que alguno de los suyos se sube a la patera analiza para Efe la evolución de las llegadas de migrantes irregulares en patera a Canarias en los últimos meses, un asunto que trae de cabeza a varias administraciones y más de una ONG, entre ellas la suya, Caminando Fronteras, que sabe de la peligrosidad de esta ruta.
Más de 3.500 migrantes han llegado a Canarias por mar desde que comenzó el año, cinco veces más que en el mismo período de 2019, una cifra sin precedentes desde el final de la crisis de los cayucos de 2005-2008. Si el recuento se hace desde agosto de 2019, cuando las cifras comenzaron a acelerarse, el balance de los doce meses comienza a acercarse a las 6.000 personas, con al menos 357 muertos.
“La evolución es la que se preveía, llevamos tiempo alertando desde nuestra organización de que la ruta se ha desplazado al Atlántico, hacia la Ruta Canaria, una de las más peligrosas que hay. Las autoridades también lo sabían y se deberían haber tomado medidas en varias direcciones”, apunta.
Para Caminando Fronteras, los datos de los últimos meses, con decenas de muertos en el mar (la ONG cuenta 245 rumbo a Canarias solo de enero a marzo), dan testimonio del “fracaso estrepitoso del derecho a la vida” en el sur de la frontera sur de Europa.
“A lo mejor es que no interesa defender las vidas migrantes. Es lo que muestra también esta ruta: una tendencia hacia una mayor normalización de las muertes. Da igual que se mueran, porque el control migratorio es lo importante. La Ruta Atlántica es un ejemplo es un ejemplo bastante gráfico de la necropolítica, de esa política que se hace para que determinadas personas mueran”, opina Maleno.
La activista española, que reside en Tánger (Marruecos), es pesimista sobre “la deriva que va a tomar” la Ruta a Canarias: “Cada vez habrá más muertes”, pronostica, cada vez la gente que se embarca desesperada hacia el sueño europeo se arriesgará más, en peores pateras, sin importar cuáles sean las condiciones en el mar.
“En las rutas más peligrosas pierden poder las comunidades migrantes, pierden poder las familias y las propias personas para defenderse, que dependen cada vez más de redes más fuertes. Cada vez saldrán en embarcaciones peores, como estamos viendo ya, con condiciones meteorológicas peores y no se invertirá en proteger sus vidas, sino en dispositivos migratorios para controlar las salidas”.
Maleno que acaba de publicar hace unos meses “Mujer de frontera”, en el que relata su experiencia y, sobre todo, cómo en un momento de su vida su activismo sirvió de excusa para que la procesaran bajo la acusación de traficar con personas, de fomentar la inmigración ilegal, cargos de los que resultó absuelta en los tribunales.
Su discurso es muy crítico con la política que sigue Europa y, en general, occidente respecto a las migraciones: “Aquí ganan todos, ganan dinero empresas dedicadas al control migratorio apoyadas por los estados y ganan los grupos criminales”, defiende.
“Es lo que pasa cuando se abren rutas más peligrosas, lo hemos visto en Libia, en Estados Unidos y en otros lugares del mundo, la militarización de las fronteras solo hace crecer la peligrosidad de las rutas y el poder de las redes criminales”, sentencia.
Maleno pide que se le ponga “nombre y apellidos a los victimarios”, expresión con la que no se refiere solo “a los pequeñitos, a los que meten en la cárcel porque patroneaban la patera”, precisa, sino “a las empresas que se están enriqueciendo con esto y a grupos criminales contra los que hay que ir a la cabeza”
“Y las víctimas son personas que no están siendo protegidas por los estados en su derecho a la vida y que no tienen a dónde ir a denunciar lo que les está sucediendo. Porque al final se trata de migrantes, se les despoja de su condición humana, cuando son personas que sufren un montón de cosas y, al final, siempre les pasa la frontera por encima, incluso en los sistemas de acogida”, dice.
Por eso, reclama que se le dé “una vuelta importante a las fronteras, una vuelta con un enfoque de derechos humanos”, con el que cree que “no ganaría dinero nadie”. “Por lo menos no a costa de la muerte de las personas”, añade.
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