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El ministro de Migraciones, tras acudir al muelle de Arguineguín: “Aquí uno se da cuenta de la realidad”

José María Rodríguez / Efe

Arguineguín (Gran Canaria) —
9 de octubre de 2020 15:55 h

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Cuando el ministro José Luis Escrivá intentó sacudirse la polémica que generó en septiembre la cancelación de su visita a Canarias en pleno repunte de la llegada de pateras diciendo que quería desplazarse con tiempo para conocer la realidad, no para hacerse una foto, ni se imaginaba lo que le esperaba el día que pisase el puerto de Arguineguín.

En aquel momento, el Gobierno de Canarias quería mostrarle un muelle convertido en campamento de emergencia donde dormían durante días en tiendas de campaña, sobre esterillas, cientos de inmigrantes a la espera de un recurso de acogida, deseaba enseñarle centros de ayuda humanitaria improvisados que ya no dan para más, de lo saturados que están, y esperaba que viera a trabajadores de los servicios de emergencia agotados por un trabajo sin descanso, desde las tripulaciones de Salvamento hasta la gente de Cruz Roja.

La presión migratoria sobre Canarias no ha aflojado desde entonces, todo lo contrario, pero la decisión del Ministerio de Inclusión y Migraciones de reconvertir varios complejos turísticos de la isla hace tiempo cerrados por la crisis en albergues de primera acogida ha aliviado algo las condiciones en el muelle de Arguineguín en las últimas semanas, aunque los rescates no cesen.

La casualidad ha querido que a todo ello se le haya dado la vuelta en una sola noche, en las 24 horas de rescates más intensas de las últimos meses en Canarias: 570 inmigrantes llegados a las islas en 27 pateras, contadas desde las 0.00 horas del jueves a las 9.30 de este viernes. De ellas, 335 personas solo en Arguineguín.

A esa hora, a las 9.30, llegaba este viernes el ministro responsable de Migraciones al puerto del sur de Gran Canaria donde desde hace meses se concentra el grueso de las operaciones de Salvamento Marítimo y la Guardia Civil del Mar en las islas.

Si el ministro quería conocer en primera persona lo que está pasando con el repunte en la Ruta Canaria, esta mañana se ha encontrado el campamento de Cruz Roja en el puerto de Arguineguín de nuevo repleto con más de 200 personas recién llegadas.

Si esperaba conocer cómo llegan, el día le ha reservado otra sorpresa inesperada: Mientras estaba en el muelle, atracaba la Guardamar Talía con los 50 hombres rescatados hasta ese momento al sur de Gran Canaria, ocupantes de tres pateras que han bajado a tierra ante los ojos de Escrivá, el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, y el resto de autoridades acompañantes.

Si alguna vez se ha preguntado cómo llegará a tierra alguien tras una travesía de días en océano abierto, a dos metros de él han desfilado chicos jóvenes y fuertes que se arrastraban literalmente por el muelle debido a las llagas de presión que muchos de ellos sufren como consecuencia de no cambiar de postura, porque la realidad es que en la patera no hay sitio para hacerlo.

Si le preocupaba el nivel de agotamiento de las tripulaciones de Salvamento, ha visto en acción a los marinos de la Polimnia, que llegaron este verano para reforzar a los otros dos barcos con base permanente en Gran Canaria, Menkalinan y Talía, y ya han perdido la cuenta de los rescates que ha efectuado desde entonces.

Si le inquietaba cómo organizar semejante volumen de gente en el reducido espacio de una tienda de campaña y en plena pandemia de COVID-19, este viernes ha visto a los voluntarios de la Cruz Roja y a la gente del Servicio Canario de la Salud haciendo lo imposible para que ningún inmigrante se mezcle con los de otra patera distinta a la suya, aunque los tenga a tres metros.

Si deseaba pulsar la opinión de las autoridades locales, a su izquierda iba un presidente de Canarias muy preocupado, a su derecha una alcaldesa muy enfadada y un poco más a la derecha todavía un presidente del Cabildo que advierte de que la isla no da para más y dice que no va a tolerar que conviertan a Gran Canaria en una cárcel, en otra Lampedusa o en otro Lesbos.

“Aquí uno se da cuenta de la realidad de la situación”, ha concedido el ministro ante los periodistas a su salida del muelle de Arguineguín, en unas breves e improvisadas declaraciones, no previstas en la agenda de la visita al muelle, mientras a su espalda continuaba la jornada para Cruz Roja, Salvamento Marítimo, los médicos de la Sanidad Canaria y los agentes de la Policía y Guardia Civil.

Cuando el ministro José Luis Escrivá intentó sacudirse la polémica que generó en septiembre la cancelación de su visita a Canarias en pleno repunte de la llegada de pateras diciendo que quería desplazarse con tiempo para conocer la realidad, no para hacerse una foto, ni se imaginaba lo que le esperaba el día que pisase el puerto de Arguineguín.

En aquel momento, el Gobierno de Canarias quería mostrarle un muelle convertido en campamento de emergencia donde dormían durante días en tiendas de campaña, sobre esterillas, cientos de inmigrantes a la espera de un recurso de acogida, deseaba enseñarle centros de ayuda humanitaria improvisados que ya no dan para más, de lo saturados que están, y esperaba que viera a trabajadores de los servicios de emergencia agotados por un trabajo sin descanso, desde las tripulaciones de Salvamento hasta la gente de Cruz Roja.