El tinerfeñismo llora la muerte de Santiago Villar González (Santa Cruz de Tenerife, 30 de abril de 1928), jugador del CD Tenerife durante 16 temporadas, entre 1947 y 1963, y artífice directo de los ascensos a Segunda División (1953) y Primera (1961).
Al término de su carrera como futbolista, el club le impuso el 13 de agosto de 1963 su insignia de oro y brillantes. Además, Villar fue entre 1963 y 1969 ayudante de entrenador en el primer equipo, al que incluso llegó a dirigir de manera interina en tres temporadas distintas.
Toda una institución en el representativo, Santiago Vilar debutó como tinerfeñista el 28 de diciembre de 1947, cuando el CD Tenerife era el último clasificado del Campeonato Regional de Tenerife por detrás de Hespérides, Norte, Real Unión, Price e Iberia, tras sumar un punto en cuatro jornadas. Ese domingo —pese a la derrota (3-0) en La Laguna en su visita al Real Hespérides—, también se estrenó Antonio el Loco Pedrero Rodríguez (1930-2007), otro de los mitos blanquiazules en la década de los cincuenta.
En julio de 1948, sólo siete meses después, ambos llevaban al equipo blanquiazul a ganar un torneo local jugado a una sola vuelta al imponerse (2-1) al Hespérides en el decisivo partido celebrado en el Stadium.
Villar y Antonio El Loco tuvieron vidas paralelas: coincidieron en su marcha al Atlético de Madrid, donde tuvieron una trayectoria breve por culpa de una lesión en caso del delantero y de un desacuerdo económico en lo que respecta a Villar, que abandonó la Isla el 3 de noviembre de 1952, comprometido con el Atlético, para regresar el 29 de diciembre en calidad de cedido.
Villar fue vital en el ascenso blanquiazul a Segunda División de 1953 y figura en el once de leyenda (Cuco; Chicho, Isidoro, Perla; Villar, Servando; Óscar, Julito, Antonio, Méndez y Paquillo) que eliminó al Orihuela, recitado de carrerilla por los niños de la época. La campaña siguiente, el Atlético de Madrid volvería a cederlo para jugar en la Isla con ocasión del estreno en categoría nacional.
Como blanquiazul, y sin contar la trayectoria en ligas regionales, Villar jugó 256 partidos y marcó 15 goles. Es el duodécimo futbolista que más veces defendió los colores del CD Tenerife, con el que también ascendió en 1961 a Primera División, jugando, además, en el primer paso por la élite del representativo.
Villar fue protagonista, junto a Tomás, de una cesión a la UD Las Palmas en abril de 1956 para reforzar al equipo amarillo en una eliminatoria de la Copa del Generalísimo frente al Atlético de Madrid.