La Unión Deportiva Las Palmas está en apuros, en un brete considerable, porque la amenaza de descenso a Segunda B que le persigue desde hace tiempo es real. Tan real como que es auténtica, verdadera, innegable. Le restan dos jornadas, en las que se medirá a Real Murcia (este domingo, 17.00 horas) y a Nàstic de Tarragona, para escenificar -sin margen para el error- una raquítica huida de una situación problemática en el que se metió hace muchos, muchos meses.
El deterioro del proyecto se incubó antes, probablemente durante la pretemporada, pero no germinó hasta otoño. Fue tras un empate -como visitante-, pero marcó la trayectoria posterior de la UD Las Palmas como una cruel derrota. El rival fue el Real Unión (0-0). La fecha, el pasado 14 de noviembre. Y el problema, que la plantilla dejó de creer en el discurso y en la hoja de ruta de Sergio Kresic, que fue destituido como entrenador del conjunto amarillo seis meses después de aquel encuentro en el Stadium Gal.
Desde el duelo ante el Real Unión (en la jornada 12) hasta hoy (28 encuentros después), la UD Las Palmas sólo ha sido capaz de lograr siete victorias y de obtener 32 de los 84 puntos en juego (sólo el 38% en disputa, cuando en las primeras 11 citas del campeonato el ritmo de suma alcanzó el 45%). Después de aquello, el equipo amarillo ha marcado una trayectoria de marcado caracter decadente, tanto en el fútbol desplegado como en los resultados obtenidos, hasta llegar a una disposición de máxima alerta: a dos puntos de la zona de descenso a Segunda.
Pero para llegar hasta aquí, hasta esta posición de riesgo, hay que asimilar todo un proceso erróneo que deberá desenmarañar Paco Jémez. Y es que no hay que olvidar que la primera opción, como inquilino para el banquillo, fue Luis César Sampedro; que, una vez elegido el entrenador (Sergio Kresic y no Sampedro) y cerrados algunos fichajes (Pollo, Pedro Vega y Diego León), fue despedido Juanito (ex director deportivo; asesor deportivo del presidente ahora) y contratado como reemplazo Óscar Arias; que en la confección de la plantilla tuvo más peso la palabra de Kresic (Pignol, Josico, Guayre o Cejudo) que la del propio Arias (Lamas o Javi Guerrero); y que los futbolistas, en su mayoría, dudaron de los métodos de Kresic desde el minuto uno.
Con este panorama, nada insólito en el negocio del fútbol, el proyecto para el curso 09/10 tomó la forma de un castillo de naipes y sólo se mantuvo en pie mientras los resultados, sin ser exuberantes, fueron decentes. Y esa línea sólo se mantuvo hasta la visita al Real Unión (0-0). Luego, en seis meses (20 partidos), todo se vino abajo: sólo cuatro victorias, entrada en barrena, adiós a la aspiración del ascenso a la Liga BBVA y la destitución de Kresic.
Análisis polémico
Las razones de semejante caída tras el duelo en Irún pueden ser varias, pero hay una que tiene más peso que el resto: la disosación entre Kresic y la plantilla. Sus hábitos y usos de trabajo (con Zósimo San Román, preparador físico, a la cabeza) generaron dudas entre los futbolistas desde la estadía en La Palma, desconfianza que sólo creció con el transcurrir de la campaña por la continuidad de la línea a seguir y por varias aparaciones públicas del técnico de origen balcánico.
Tras el empate ante el Real Unión, en un partido en el que la UD Las Palmas fue superada en en juego y en ocasiones por su rival, Kresic lamentó en rueda de prensa la poca disposición de sus futbolistas por el fútbol de combinación y el abuso del juego directo. En el vestuario, al conocer el análisis del técnico sobre el encuentro que se jugó en el Stadium Gal, no se dio más crédito al preparador de origen balcánico: fue el propio entrenador, durante los días previos al duelo en Irún, el que insistió en aplicar los balones largos como método para buscar la victoria en Euskadi. Y su apuesta, aquella tarde, por Samuel como mediocentro refrenda esa tesis.
Kresic jamás empleó la autocrítica y cuando el panorama se puso feo siempre lanzó balones fuera: cuestionó el potencial de la plantilla (siempre suspiró por jugadores inalcanzables a nivel económico), señaló a otros (directores deportivos) como principales responsables del fracaso y abusó de excusas (lesiones e infortunios) para explicar el pobre rendimiento del equipo. Y a ocho jornadas para el final de la temporada, cuando el técnico ya estaba más preocupado por lo que contaban los medios de comunicación (con mensajes en el vestuario para evitar lo que él entendía como filtraciones del grupo), Kresic fue destituido y Paco Jémez fue contratado para apagar el incendio, reto que -por ahora- no ha podido cumplir.
Y así, entre tanto disparate, entre tanto error, entre malas elecciones y entre tanto desafecto, sólo se puede llegar a tres conclusiones: la UD Las Palmas sólo ha sumado 48 puntos, está a dos de la zona de descenso a Segunda B y encara dos finales ante Real Murcia y Nàstic de Tarragona. No queda otra que ganar.