El FC Barcelona ha sido apeado de la Champions League por un Chelsea que hizo sus deberes y aguantó a los de Pep con el rigor de un planteamiento defensivo ejecutado a la perfección a pesar de estar en inferioridad numérica desde antes del descenso. Busquets e Iniesta llevarían la alegría al Camp Nou con los primeros de la tarde, pero Ramires silenciaría el coliseo catalán antes del descanso y el niño Torres sentenció en el descuento.
Antes del inicio, se vaticinaba el dibujo de lo que iba a ocurrir en los siguientes minutos: un planteamiento ultra defensivo del cuadro inglés ante el acoso insistente del FC Barcelona. Sobre el minuto diez, se sorprendía a los visitantes con sus once efectivos dentro del área ante la paciencia del Barcelona y sus jugadas de decenas de toques.
Aún así, a sabiendas del carácter de los ingleses, el muro defensivo de los catalanes se mantenía en constante estado de alerta para conseguir responder a las vertiginosas contras del rival, con un Drogba con hambre a la cabeza. En una de ellas, el Camp Nou se silenciaba por completo. En un balón dividido aéreo, Valdés salió con todo a por el cuero y por el camino arrasó con el marfileño y con su compañero Piqué, quedando este último sin consciencia tendido en el terreno de juego. Ante el alivio del respetable, el catalán se reincorporaba y volvía a la lucha a por la final.
Dejando la imprecisión de sus últimos partidos apartada para la ocasión, sobre el 20 el Barcelona se ponía su traje de gala para llevar a cabo una de esas jugadas que hacen quitarse el sombrero hasta el más exigente de los presentes, pero Cech reaccionaba a tiempo para despejar el disparo de Messi.
A pesar de la aparente recuperación de Piqué, el central acusaría el golpe pocos minutos después en una jugada que a punto estuvo de acabar con gol de Drogba, por lo que Guardiola decidiría sacarlo del terreno de jugo. Un tanto de los ingleses habría convertido la remontada en una gesta de dimensiones estratosféricas.
Sin embargo, Isaac Cuenca decidía inspirarse y aventurarse con una carrera por la banda que le permitiría poner un centro al área que Busquets aprovechó para empatar la eliminatoria y dar el pistoletazo de salida a la fiesta en el Camp Nou. Por si el mazazo del gol fuese poco para el Chelsea, Terry decidió faltarle el respeto a su equipo, a su afición y al fútbol con una agresión sin balón que dejaría a los suyos con uno menos con más de la mitad del encuentro por delante. Chapó al colegiado y sus asistentes que no dejaron engañarse por el capitán de los londinenses con su incomprensible acto.
Impulsados por los últimos acontecimientos, el Barça subió de revoluciones para intentar dar un nuevo mazazo a la eliminatoria ante el reajuste que el cuadro inglés tuvo que llevar a cabo tras la expulsión. Tras varias ocasiones, Iniesta decidía no perdonar y batía a Cech para poner los primeros dedos del pie en la final, pero, en una de esas contras letales, Ramires picaba la pelota ante la salida de Valdés para dar la vuelta al global de la eliminatoria antes del paso de los vestuarios.
Iniciado el segundo tiempo y tras el primer aviso de los culés, Drogba haría un claro penalti a Cesc y una vez más el arbitraje quedaría como impoluto. Más de cien mil espectadores con los ojos puestos en Messi y su inmejorable oportunidad para adelantar a los culés, pero el travesaño se alió con el Chelsea para volver a silenciar al coliseo catalán.
Con el reloj pisando los talones blaugranas y el Chelsea metido en su propia área, el Barcelona seguía con su asedio, pero el nerviosismo comenzaba a tomar protagonismo en el juego culé y con él la posibilidad de afinar la maquinaria hasta el nivel exigido por el impenetrable muro londinense, a pesar de estar sobre el terreno de juego con uno menos.
A falta de nueve minutos para el cruel desenlace, el Camp Nou se venía abajo por el tanto de Alexis, pero el colegiado lo anulaba por fuera de juego. Una vez más incontestable. Minutos después, Messi sacaba uno de sus certeros disparos para volver a levantar al respetable, pero Cech tocaba lo justo el esférico para que el poste repeliese una nueva ocasión.
Todo recordaba a aquel tanto de Iniesta tres años atrás, ese que aún se cuela en las retinas de los aficionados catalanes cuando entran en nostalgia. En aquella ocasión el manchego pasaba a la historia con uno de los goles que más alegría ha llevado al Camp Nou con el paso a una filan que certificaría el triplete. En esta ocasión, otro español, Fernando Torres, aprovecharía el olvido de los quehaceres defensivos de los catalanes para certificar el pase del Chelsea a la final de la Champions .