Unión Deportiva Las Palmas y Unión Deportiva Vecindario, representantes de Gran Canaria en la Segunda División del fútbol español, ofrecen un mal balance a la conclusión de la primera vuelta de la temporada, toda vez que ambos ocupan puestos de descenso a la categoría de bronce.
Amarillos y blanquinegros parecen estar pagando la novatada, pues comparten condición de recién llegados a este escenario tras sus respectivos ascensos en el pasado junio, pues sus resultados dibujan una línea de irregularidad y malos guarismos que les condenan, por deméritos propios a este situación de emergencia.
La Unión Deportiva Las Palmas armó un proyecto alrededor de Carlos Sánchez Aguiar que se dinamitó tras el despido de éste a la sexta jornada. El efecto revitalizador de Juanito se mantuvo hasta finales de 2006, cuando el equipo enganchó siete jornadas sin perder y abandonó, de manera momentánea, el cuarteto de cola.
Pero desde la goleada al Alavés (6-1), en el primer fin de semana de diciembre, su balance, huérfano de triunfos, le ha llevado a sumar únicamente cuatro de los últimos dieciocho puntos en juego.
La incorporación de Roberto Losada, procedente del Valladolid y al que avala su dilatada experiencia, así como la anunciada llegada de algún refuerzo más suponen maniobras necesarias para potenciar una plantilla con desequilibrios entre líneas y en la que hay excesiva dependencia de jugadores como Marcos Márquez, Darino, Trashorras o David García.
La salvación pasa por una segunda vuelta inmaculada
El caso del Vecindario arrastra muchos paralelismos. El crédito del técnico que inició la campaña, Pacuco Rosales, no le duró ni para llegar a noviembre, pese a la gesta histórica que había firmado meses antes con un ascenso largamente celebrado.
Aterrizó en Santa Lucía Castro Santos y tampoco pudo poner fin a la escandalosa hemorragia de derrotas -quince en veintiún partidos-, lo que deja al combinado sureño a once puntos de los puestos de salvación, convirtiendo la permanencia en un milagro al que casi no le quedan creyentes.
La limpia ejecutada en el vestuario, con la concesión de cuatro bajas y la inminente salida de más jugadores, y la renovación traída con los Kirian, Mozer o Carrizo, las novedades en el mercado invernal, no ha tenido otro efecto que el de agudizar una crisis de resultados que no parece encontrar antídoto.
Con toda la segunda ronda del calendario por delante, Las Palmas y Vecindario inician una carrera contrarreloj para enmendar un camino hasta ahora trazado a base de decepciones y cuyo reflejo en la clasificación no engaña: de los veintidós conjuntos que componen la Segunda, dos de los peores, por números, tienen su morada en Gran Canaria.