Posiblemente, el mejor equipo del mundo. Eso era el Everton Football Club en los años treinta. Y sin duda, el mejor que jamás hubiera visitado Canarias. Era un conjunto de verdaderos profesionales ingleses, los 'pross', como se les conocía coloquialmente, vigente campeón de la Copa de Inglaterra, la competición más antigua del mundo. Y visitó Tenerife en la primavera de 1934 con todas sus figuras. Y entre ellas estaba el mítico Dixie Dean, reconocido de forma unánime como el mejor jugador de los 'toffees' en sus 140 años de historia y poseedor de un récord imposible de superar: en la Liga 27-28, hace ahora noventa años, marcó 60 goles en 39 partidos. Y aún hoy, con 383 tantos en 433 partidos como 'evertonian', figura como máximo realizador de su historia y “nuestro mejor jugador de siempre”. El Everton contaba entonces con siete internacionales (cinco ingleses, un escocés y un galés) en sus filas y la expectación generada superó la que creó la visita del Madrid dos años antes.
El Stadium colgó en los tres partidos el cartel de “no hay billetes” y fue preciso fletar el vapor 'Ciudad de Melilla' para traer a todos los aficionados que querían viajar desde Gran Canaria. Campeón de la liga inglesa en 1932, el Everton había aceptado el ofrecimiento para jugar en la Isla que le había transmitido Pelayo López, presidente del Tenerife. El equipo zarpó de los muelles de Liverpool y, tras cinco días de navegación y una escala en el Puerto de la Luz, llegó al muelle de Santa Cruz a bordo del vapor 'Avoceta', de las líneas Yeoward. Allí se agolpaba una multitud nunca antes vista que acompaño a los jugadores hasta su alojamiento, en el hotel Pino de Oro. En el Stadium, la expectación no era menor. Además, el Tenerife se había impuesto semanas antes y por tres veces (4-1, 4-1 y 1-0) al Atlético de Madrid, que de la mano de Ángel Arocha había ascendido a Primera División. Estos resultados hacían concebir esperanzas, aunque el Everton se mantenía invicto en sus giras y en su última visita a Argentina y Uruguay había goleado a todos sus rivales.
Pero el Tenerife le plantó cara en los tres partidos. En el primero, se adelantó en el marcador por medio de Bernardino Semán y llegó con ventaja al descanso, pero en la segunda mitad cedió ante la mejor forma física de los adversarios y cayó por 2-1. Cuatro días después, el conjunto que entonces preparaba Andrés Llombet eludió el juego de choque y apostó por rasear el balón y combinar con apoyos cortos. Y así logró un empate (1-1) que materializó Ruperto al transformar un penalti. La despedida llegó el domingo 27 de mayo de 1934, con el Stadium desbordado, pues, al ser festivo, se unieron los aficionados llegados desde Gran Canaria. El Tenerife alineó a: Fernández; Matroyo, Ruperto; Arencibia, Melito (Morera), Cubas; Quique, Rancel, Chicote, Semán y Luzbel. Y aunque jugó mejor y marcó dos goles por medio de Semán y Luzbel, le perjudicó la lesión de Melito y un fallo de su portero Fernández. Con eso y su oficio, volvieron a ganar (2-3) los 'pross'. Pero el Tenerife estuvo a la altura.